La vida como fen¨®meno est¨¦tico
Los llamados progres ten¨ªan confianza en el futuro. Para ellos, la historia se desarrollaba sobre la superficie llena de baches de una l¨ªnea recta imaginaria, y sobre el esqueleto del hombre descansaba una raz¨®n inquieta que procuraba poner un poco de orden en el tr¨¢fico caprichoso de los acontecimientos.Los signos de barbarie, con la evoluci¨®n, iban siendo superados, y si las cosas no eran todo lo ¨®ptimas que cab¨ªa esperar, s¨®lo era cuesti¨®n de tiempo y de mantener la inteligencia despierta para capturar a los sucesos d¨ªscolos que no obedec¨ªan las reglas del programa. Por eso no resulta extra?o que los toros fueran para los progres un estigma bochornoso a erradicar, un lastre sangriento que hab¨ªa conseguido sobrevivir de ¨¦pocas antiguas en las que el hombre todav¨ªa era un bicho sin modales ni civitizaci¨®n.
Sin embargo, la propia forma circular del ruedo pone en cuesti¨®n la validez de las condenas, pues ¨¦stas se formulan en unos t¨¦rminos que ah¨ª dejan de tener sentido. Lo que est¨¢ en juego sobre la arena no puede medirse bajo el rasero del tiral¨ªneas y la evoluci¨®n, y acaso sea una frase de Nietzsche la que acierta a sugerir lo que en la plaza sucede: "S¨®lo como fen¨®meno est¨¦tico est¨¢n eternamente justificados la existencia y el mundo".
Apolo y Dionisio
La misma concepci¨®n de la tragedia del pensador alem¨¢n recupera su vigencia en la fiesta taurina, pues si aqu¨¦lla es en el momento en que las formas de Apolo se funden con la desmesura de Dionisio, en ¨¦sta es el conflicto entre el arte apol¨ªneo del matador y la fuerza primigenia del toro lo que, corrida tras corrida, revela la esencia de la vida sobre el ruedo. Y en cuyo desarrollo el azar es un convidado inc¨®modo, que puede convertir la belleza en drama. O es una cruel chapuza.
Para desenvolverse mejor en sus embrollos con el poder, los pol¨ªticos suelen aprovecharse del trabajo de los artistas y de las manifestaciones del gusto popular para dar un poco de lustre a sus tareas. Y del mismo modo que los socialistas nos vuelven locos con la cultura, el r¨¦gimen franquista encontr¨® su panacea en algo as¨ª como la patria, cuyos exponentes privilegiados eran el catolicismo, la canci¨®n llamada espa?ola y los toros. As¨ª pues, es posible que la condena aquella de la fiesta por parte de los progres fuera, adem¨¢s, un gesto pol¨ªtico.
Hoy las cosas han cambiado, y diferentes artistas, que quiz¨¢ desconf¨ªan un poco de la capacidad transformadora de la raz¨®n y que buscan en la belleza una justificaci¨®n del mundo y de la existencia, recuperan aquello que los progres condenaban. Y as¨ª, Ceesepe dibuja -y filma- la historia de Bombita y los Costus recuperan en sus telas la presenc¨ªa de la Virgen; Martirio graba Yo soy esa, que en su d¨ªa cant¨® Juanita Reina, y los cr¨ªticos bautizan el rock que practican Gabinete Caligari con el curioso nombre de rock torero.
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