La Sidonia de Tur¨ªn, un fascinante descubrimiento arqueol¨®gico
La Sidonia (*) de Tur¨ªn -tradicionalmente mostrada como si fuera el sudario funerario de Cristo- es objeto en estos d¨ªas de noticias imprecisas, de fantas¨ªas cient¨ªficas y de sorprendentes proyectos de investigaci¨®n. Es singular este fantasioso inter¨¦s por un objeto que s¨®lo requerir¨ªa la serena atenci¨®n de los estudiosos. Pero es evidente que esto esconde una fuerte carga emocional. El p¨²blico, que no se solivianta por ning¨²n otro objeto arqueol¨®gico, plantea inexorables interrogantes sobre su autenticidad o su falsedad. Tambi¨¦n encontramos afirmaciones extremas con excursiones pendulares entre una lectura milagrera ?l¨®gica y una intolerancia exasperada hacia un objeto que, por el mero hecho de existir, turba el acuerdo preestablecido del propio yo cultural. Para un arque¨®logo, encontrar estos comportamientos es al mismo tiempo embarazoso e interesant¨ªsimo: embarazoso porque el discurso cient¨ªfico imparcial est¨¢ fuertemente obstaculizado, e interesant¨ªsimo porque consiente en observar de forma viva e ins¨®lita comportamientos en los que la l¨®gica racional de apreciaci¨®n de los hechos est¨¢ distorsionada por las reacciones emocionales que el objeto puede suscitar. Y llegados a este punto, tambi¨¦n es bastante f¨¢cil definir tales comportamientos viscerales como el s¨ªndrome de Sidonia.Defectos
Por ejemplo, hab¨ªamos considerado, por un lado, que las huellas sid¨®nicas no eran tales huellas sino un defecto de la pel¨ªcula fotogr¨¢fica (a pesar de que la Sidonia haya sido fotografiada centenares de veces con aparatos y t¨¦cnicas diversos. Se ha dicho que el rostro sid¨®nico es un sfumatto leonardesco que data del a?o 1500 (a pesar de que seguramente la Sidon¨ªa se ha verificado como aut¨¦ntica en Francia en el a?o 1200 y en Constantinopla en el a?o 945).
Otros, calentando un bajorrelieve que representa un semblante humano y aplic¨¢ndolo sobre una tela hasta imprimir en ella la marca de la quemadura (como si fuera una plancha), han pretendido haber hecho una segunda Sidon¨ªa (a pesar de que las investigaciones de laboratorio demuestran que las marcas son producto de una quemadura) confundiendo el concepto de copia, cosa que se realiza normalmente, con el de objeto original. Es decir, como si se dijera que la pintura de Miguel ?ngel se est¨¢ rehaciendo al fotografiar la Capilla Sixtina.
En la vertiente opuesta, otros han proyectado sorprendentes y dolorosos experimentos con animales -como en el caso de perros inocentes- sobre la densidad y la riqueza de la sangre para demostrar que la sangre de la Sidonia se revitaliza mediante la resurrecci¨®n (y eso a pesar de que nadie ha visto una resurrecci¨®n ni efectuado durante el acontecimiento muestras de sangre renaciente, faltos as¨ª -por desgracia- del elemento fundamental de comparaci¨®n).
Hist¨®ricamente, fue Ives Delage quien produjo el primer impacto con el s¨ªndrome de la Sidonia, en 1898, al descubrir por primera vez las sorprendentes revelaciones de las fotos de la Sidonia. El secretario de la Revue Scientifique de l'Academie des Sciences se neg¨® a publicar la parte de su informe en que se atribu¨ªa el objeto al Cristo de los Evangelios como hip¨®tesis hist¨®rica. Delage escribi¨®: "Si se tratara de un fara¨®n, a nadie se le habr¨ªa ocurrido poner objeciones...; yo he permanecido fiel al verdadero esp¨ªritu de la ciencia: la b¨²squeda de la verdad... Reconozco a Cristo como personaje hist¨®rico y no comprendo que pueda existir alguien que encuentre escandaloso el hecho de que todav¨ªa existan huellas materiales de su vida... Se ha introducido sin necesidad una cuesti¨®n religiosa en un problema que en s¨ª es puramente cient¨ªfico". Delage era un laico, la dignidad de su estudio es todav¨ªa hoy una lecci¨®n de comportamiento.
Mi experiencia con el s¨ªndrome sobrevino en el congreso de New London en 1981, cuando, mientras present¨¢bamos nuestros informes sobre los estudios realizados, se tuvo que solicitar -y se obtuvo- el secuestro por rectificaci¨®n del libro de dos espectaculares autores que atribu¨ªan la huella sid¨®nica a las radiaciones producidas por la resurrecci¨®n, y declaraba que esto se derivaba de las afirmaciones hechas por la investigaci¨®n cient¨ªfica del Sturp (Shroud of Turin Research Project).
Estos comportamientos hieren tanto a los cient¨ªficos (cat¨®licos, protestantes, hebreos y no creyentes) que han realizado la investigaci¨®n como a los creyentes cuya fe tiene verdaderamente otras dimensiones espirituales y conceptuales. Sin embargo, encuentran eco en la Prensa gracias a su extra?eza y se podr¨ªan tolerar brevemente en la dimensi¨®n de cr¨®nica si no hurtaran espacio a la investigaci¨®n cient¨ªfica, cuyo p¨²blico tiene derecho -cosa que nos gustar¨ªa tratar aqu¨ª- de intentar evitar el contagio del s¨ªndrome de Sidonia.
La Sidonia es un sudario de lino de m¨¢s de cuatro metros de largo y de poco m¨¢s de un metro de ancho: lleva plasmada la efigie de un cuerpo masculino en posici¨®n cadav¨¦rica cubierto de heridas.
Se ha estudiado seriamente en los ¨²ltimos 10 a?os. Los cient¨ªficos del Sturp provenientes de los m¨¢s prestigiosos centros de investigaci¨®n (desde los National Laboratories, Los ?lamos, al New England Institute) lo han explorado con an¨¢lisis qu¨ªmicos, fisicos, fotogr¨¢ficos, medicolegales, radiol¨®gicos y con elaboraciones computadorizadas. Al mismo tiempo se ha abierto una investigaci¨®n hist¨®rica, documental y arqueol¨®gica: las t¨¦cnicas de sepultura hebraicas, los tejidos antiguos, la procedencia del lino y los micropolvos aspirados por los hilos del tejido. Se ha estudiado sobre esta gran s¨¢bana sidonia m¨¢s que sobre cualquier otro objeto arqueol¨®gico (m¨¢s de 1.500 horas de investigaciones cient¨ªficas a nivel universitario). Se ha descubierto much¨ªsimo. La Sidonia no estaba pintaba ni dibujada. Se encontraron microrresiduos de polvos arom¨¢ticos funerarios, microorganismos relativos -por confrontaci¨®n con otras muestras- a panteones palestinos y p¨®lenes de plantas que s¨®lo germinan en los territorios de Jerusal¨¦n, Odessa o Constantinopla y que, por tanto, s¨®lo podr¨ªan haber contaminado la Sidonia all¨¢ abajo (Max Frei Sulzer, Polic¨ªa Cient¨ªfica de Z¨²rich.)
Sangre aut¨¦ntica
Con respecto a las c¨¦lebres huellas del rostro y del cuerpo, s¨®lo un largo estudio ha podido explicar que el lino est¨¢ degradado y descompuesto, por tanto visiblemente oscurecido, por contacto con la piel ¨¢cida y sudada del cad¨¢ver (Sam Pellicori).
Las se?ales de las heridas estaban compuestas por aut¨¦ntica sangre humana morfol¨®gicamente completa (John Heller, New England Institute). Las grandes hemorragias aparec¨ªan exactamente en aquellas partes del cuerpo humano por donde discurren arterias o venas importantes, es decir, no se trata de una fraudulenta y gui?olesca fantas¨ªa de pintor (Robert Bucklin, m¨¦dico legal de la US Army). Algunos diminutos detalles invisibles a simple vista (y por tanto imposibles de falsificar en la antig¨¹edad) fueron descubiertos por la fotograf¨ªa UV (Vernon Miller, Brooks Institute).
Las heridas corresponden arqueol¨®gica y anat¨®micamente a las se?ales de una crucifixi¨®n more romanorum precedida de una feroz flagelaci¨®n (se advierten 120 golpes de flagrum) y por un desgarrador recorrido con el pat¨ªbulum por la espalda: en efecto, la exploraci¨®n termogr¨¢fica y microsc¨®pica ha revelado, tambi¨¦n, la existencia de residuos invisibles mezclados con la sangre del tal¨®n, de las rodillas y del rostro.
La fotograf¨ªa cient¨ªfica ha revelado en la sangre de las mu?ecas y de los pies la forma cuadrada de la herida producida al introducir los clavos (tambi¨¦n invisible a simple vista hasta ahora). Se ha advertido una herida de lanza en el sernit¨®rax derecho igual de ancha que las lanzas romanas encontradas en Jerusal¨¦n. Se han encontrado 36 heridas por perforaci¨®n en la cabeza, signo de una tortura que sabemos que s¨®lo fue padecida en la historia por un personaje: una coronaci¨®n de espinas.
La Sidonia es coherente con la tradici¨®n en su estructura: el sudario utilizado por Jos¨¦ de Arimatea la noche de un viernes de hace 20 siglos, en el mes de nizan, en Jerusal¨¦n. La huella estampada en el lino es coherente con cada aspecto de la tortura y de la muerte de Jes¨²s que se describen en los Evangelios.
Todo est¨¢ documentado, publicado en revistas cient¨ªficas y demostrable en laboratorio, aunque, al mismo tiempo, es bastante poco conocido por el gran p¨²blico, a diferencia de las rarezas citadas al principio.
Descubrimiento
Finalmente, hoy, despu¨¦s de muchas solicitudes y esperas de los estudiosos que realizaron las primeras investigaciones, al menos se ha realizado el proyecto de an¨¢lisis de dataci¨®n al radiocarbono. Se han distribuido 150 gramos de tejido en tres institutos (americano, ingl¨¦s y suizo) junto con otros fragmentos de tejido antiguos an¨®nimos que servir¨¢n como test comparativo.
Ya que los descubrimientos m¨¢s arriba detallados adquieren ya un car¨¢cter lleno de certeza sean cuales sean las informaciones que se sucedan, la Sidonia de Tur¨ªn se configura como un raro y fascinante descubrimiento arqueol¨®gico.
Reclama entrar a formar parte de nuestra cultura de una forma serena, prescindiendo de implicaciones emocionales; puede ser, de hecho, un vivo consuelo para los creyentes, pero no se impone a aquellos que no lo sean.
Acercarnos a este objeto respetando sus intr¨ªnsecas dimensiones concretas constituir¨ªa una se?al de madurez, de haber alcanzado un momento adulto en nuestra cultura. Por lo que sabemos, hay sitio para la Sidonia en la cultura laica y en la cat¨®lica. El significado ¨²ltimo que finalmente dicho objeto podr¨¢ asumir pertenece, en conclusi¨®n, a la vida privada de cada uno.
Traducci¨®n: Daniel Sarasola.
* Se denomina Sidonia a la S¨¢bana Santa de Tur¨ªn por haber sido encontrada en la antigua ciudad fenicia de Sid¨®n, hoy llamada Saida.
Mar¨ªa Grazia Siliato es presidenta de la Asociaci¨®n de Arqueolog¨ªa y Antig¨²edad Cl¨¢sicas y Paleocristianas. Ha publicado para Ediciones BAC el volumen El hombre de la S¨¢bana Sanla.
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