Espa?a y Portugal contin¨²an viviendo de espaldas
Puentes, carreteras y autopistas proyectados hace 20 a?os siguen sin terminarse. Cuando, en las vacaciones de la pasada Semana Santa, el vicepresidente del Gobierno espa?ol, Alfonso Guerra, qued¨® literalmente atrapado, atascado en el enorme cuello de botella que supone el paso en barcazas de la desembocadura del r¨ªo Guadiana entre el portugu¨¦s Vila Real de Santo Antonio y el onubense Ayamonte, no hizo sino caer en la trampa de lobos sin salida a que se ven sometidos miles y miles de espa?oles y portugueses cada a?o, en especial en fechas veraniegas. Pero lusos e hispanos no tienen a mano un Myst¨¨re para salvar unos pocos centenares de metros, ni culpa alguna de que las autoridades de ambos pa¨ªses todav¨ªa no hayan acometido la construcci¨®n de un simple puente que oficialmente ya hab¨ªa iniciado sus obras el 17 de diciembre de 1971, hace, pues, m¨¢s de 17 a?os.
Bajo la ¨¦gida de Oliveira Salazar, en Portugal, y de Francisco Franco, en Espa?a, y corriendo la d¨¦cada de los a?os sesenta, ya se puso reiteradamente de manifiesto la necesidad imperiosa de acometer sin demora la ejecuci¨®n de dos puentes para unir los dos extremos de la larga frontera hispano-portuguesa. El primero habr¨ªa de unir la localidad pontevedresa de Tuy con su vecina lusitana de Valen?a do Minho; el segundo unir¨ªa, salvando la desembocadura del r¨ªo Guadiana, las ciudades de Ayamonte (Huelva) y Vila Real de Santo Antonio (Algarve). Ambas partes convinieron que este segundo deb¨ªa ser el primero en acometerse.Tras dilaciones de varios a?os, el 17 de diciembre de 1971 (seg¨²n anuncio pomposamente aireado por la Prensa de la ¨¦poca) el ministro luso de Obras P¨²blicas y Comunicaciones visit¨® Vila Real de Santo Antonio para asistir al inicio de los sondeos tendentes a determinar el trazado del puente que unir¨ªa la orilla portuguesa con la espa?ola. Las obras hab¨ªan sido adjudicadas, por 11.300 contos (283 millones de pesetas de entonces), el 26 de agosto de 1971 a la empresa Edgard Cardoso. Desde entonces, mil veces se ha dicho oficialmente que las obras se iniciaban ya. Pero ah¨ª est¨¢n.
La frontera h¨ªspano-portuguesa de Ayamonte sigue siendo una frontera de agua salvada en invierno por unas peque?as barcazas que en temporada no estival transportan mensualmente unos 6.000 veh¨ªculos y 40.000 personas de modo m¨¢s o menos fluido, pero que en fines de semana c¨¢lidos, fiestas de Navidad o Semana Santa o largos puentes en cualquier ¨¦poca del a?o producen atascos de impres¨ª¨®n. (Recordar sin m¨¢s el suceso que protagoniz¨® el vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra en las vacaciones de la pasada Semana Santa).
Seis barcazas, seis
Seis barcazas (tres espa?olas y tres portuguesas) atienden al tr¨¢fico -la mayor s¨®lo alberga un m¨¢ximo de 200 personas y 30 autom¨®viles-, que en ¨¦poca estival se ven totalmente incapaces de atender a cerca de 600.000 viajeros y entre 45.000 y 50.000 veh¨ªculos.
Como la aduana cierra por las noches, constituye un espect¨¢culo diario en estos meses de julio y agosto contemplar a miles de pasajeros pernoctar dentro de sus coches, remolques y autocares a la espera de la amanecida, y luego aguardar horas y horas hasta que pueden embarcar para efectuar un recorrido que dura unos pocos minutos. Puente sin hacer y cierre de la frontera por la noche (s¨®lo el puesto de Badajoz permanece abierto las 24 horas a lo largo de los 1.231 kil¨®metros fronterizos).
El ¨²ltimo dato que facilita el Ministerio de Obras Publicas y Urbanismo -a finales del pasado mes de junio- dice que "se han contratado las obras del puente internacional de Ayamonte, cuyo plazo de ejecuci¨®n es de dos a?os y medio".
Con mayor retraso se encuentra la ejecuci¨®n del puente internacional entre Tuy (Pontevedra) y Valen?a do Minho. Tanto la variante de Tuy como el puente sobre el Mi?o "est¨¢n en fase avanzada de tramitaci¨®n", seg¨²n esa ¨²ltima comunicac¨ª¨®n del MOPU. En esa mismafase estaban ya en 1985, seg¨²n datos oficiales tambi¨¦n. El puente actual, construido inicialmente s¨®lo para el tr¨¢fico ferroviario, es de capacidad insuficiente y raqu¨ªtico. Proyectado por Eiffel, no permite el uso simult¨¢neo de veh¨ªculos pesados -camiones, autocares, remolques-, dando lugar por ello en ¨¦poca estival a un caos impresionante.
Colas kilom¨¦tricas colapsan las ciudades de Tuy y Valenga, y se forman largas caravanas que serpentean sin apenas avances por Espa?a y Portugal para estrangularse en el puente. Cerca de un mill¨®n y medio de viajeros al a?o convierten el paso de Tuy en el m¨¢s frecuentado de la frontera hispano-portuguesa. Y, pese a ello, el nuevo puente sigue sin ser una realidad.
Otros caminos m¨¢s r¨¢pidos han encontrado los contrabandistas, dado que los compradores gallegos disponen en 24 horas en sus domicilios de Espa?a -servido puerta a puerta sin pago de aduana- de ciertos art¨ªculos comprados en Valen?a y otras localidades lusitanas fronterizas.
Los puentes sobre los r¨ªos que conforman por sus extremos la frontera de ambos pa¨ªses son, sin duda, las obras m¨¢s urgentes y necesarias, lo que no obsta para que haya muchas otras, de m¨¢s sencilla ejecuci¨®n por otra parte, que asimismo vienen reclamando atenci¨®n desde hace lustros y que llevan pareja igual suerte de retraso acumulado.
Del mismo lejano tiempo en que se proyect¨® el puente sobre el Guadiana -y puede que anterior- es el proyecto de autopista Madrid-Lisboa. Documentaci¨®n abundante nos habla de la visita del ministro de Franco del Plan de Desarrollo Laureano L¨®pez Rod¨® a Badajoz en 1972, en que anuncia esa autopista. Y en este punto hay que poner de relieve el hecho de que son Madrid y Lisboa las ¨²nicas capitales comunitarias que no est¨¢n unidas al resto de Europa -ni entre s¨ª- por autopista.
Lisboa-Madrid, aisladas
Algo de mejor suerte parece esperar en un incierto futuro a la uni¨®n de Galicia con Oporto por este medio, pero la carretera N-550 ya no ser¨¢ continuaci¨®n, desde Vigo, de la autopista gallega del Atl¨¢ntico, sino simple autov¨ªa, prevista en su primera fase para el horizonte de 1991, aunque todo es mero futurible.
Peor suerte le cabe a la uni¨®n en la provincia de Orense, a trav¨¦s de la carretera N-532, del tramo Ver¨ªn-frontera-Chaves, del que el MOPU s¨®lo tiene previsto -sin fecha- hacer una simple "mejora de plataforma" (es decir, echarle un riego asf¨¢ltico), grandioso proyecto que est¨¢ en "fase de tramitaci¨®n".
De todos es sabido que el punto de m¨¢xima penetraci¨®n a Portugal de los cientos de miles de emigrantes lusos que trabajan en Europa se acomete a partir de la carretera N-620, que viene mereciendo el calificativo de carretera de la muerte desde hace varios a?os. La N-620, que desde Tordesillas (Valladolid) contin¨²a por la N-122 a trav¨¦s de Zamora (Toro-Zamora-Alca?ices-frontera-Braganga) para acceder a la zona m¨¢s emigrante lusitana, la regi¨®n norte?a de Tras-Os-Montes, no es ni ser¨¢ objeto de atenciones mayores.
Aqu¨ª y all¨¢ se han instalado algunas inh¨®spitas y poco acondicionadas zonas de descanso e informaci¨®n, que en poco van a aliviar las decenas y decenas de muertos y heridos que cada temporada veraniega hacen de este itinerario uno de los m¨¢s ensangrentados de nuestra geograf¨ªa.
En la d¨¦cada de los a?os sesenta -hace 30 a?os casi existi¨® el proyecto de una denominada autopista del Duero (que enlazar¨ªa con la del Ebro, para pasar por Aranda-Valladolid-Toro-Zamora) y ver su continuaci¨®n a Oporto. Hoy no s¨®lo no hay un ¨²nico proyecto que vertebre y una la alta meseta que avena el r¨ªo Duero -y, por tanto, la comunidad castellano-leonesa-, sino que tampoco se ha limitado a una autov¨ªa y ni siquiera a un eje vial moderno. El Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo se limita a decir que est¨¢ "en fase de tramitaci¨®n el acondicionamiento del tramo Zarnora-frontera portuguesa de la N-122".
Pasa casi otro tanto en Salamanca. Como en todos los casos anteriores, el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo comunica una eterna e igual circunstancia: todo est¨¢ en tramitaci¨®n. Y as¨ª se encuentra en tra-
Espa?a y Portugal contin¨²an viviendo de espaldas
mitaci¨®n -esta vez ni eso, pues e emplea el t¨¦rmino previsto-. "Est¨¢ previsto", dice la comunicaci¨®n del MOPU, "el acondicionamiento del tramo Ciudad Rodrigo-frontera portuguesa de la N-620 dentro de la primera fase del Plan General de Carreteras".Tambi¨¦n de los a?os sesenta -?o acaso de fechas anteriores?- es la nueva carretera que ten¨ªa que unir la ciudad cacere?a de Coria con la portuguesa de Monfortinho. La carretera tiene que salvar un riachuelo -el Erjas- de cinco o seis metros de anchura que hace frontera. Las carreteras llegan hasta el r¨ªo por ambos lados, pero el puente no se ha construido, y as¨ª lleva a?os y a?os.
Poco de extra?o tiene este caso. M¨¢s sangrante es, lo que sucede entre Olivenza y Elvas.
La comarca oliventina, lim¨ªtrofe con Badajoz capital en su parte sur, fue a?adida a la Corona espa?ola en 1801 por el valido conde de Godoy, al final de la miniguerra sostenida con los portugueses conocida por la guerra de las naranjas. Pas¨® as¨ª la manuelina Oliven?a a manos espa?olas, pero desde entonces permanece derruido y maltrecho el puente de Ajuda (Ayuda) sobre el r¨ªo Guadiana. De modo que para ir desde Olivenza a Elvas hay que dar un rodeo por Badajoz.
Para quienes desde Espa?a aman a Portugal y desde Portugal quieren a Espa?a, ese puente de Ajuda se ha convertido en todo un s¨ªmbolo de la hist¨®rica incomunicaci¨®n entre ambos pueblos. Desde hace a?os se celebran los denominados Encuentros de Ayuda, que para nada han logrado la reparaci¨®n del puente destruido.
Son ¨¦stos los puntos principales de uni¨®n-desuni¨®n por carretera entre Espa?a y Portugal. El resto pertenece a puestos fronterizos apenas transitados, cuyo abandono es a¨²n m¨¢s notorio, pero que dada su escasa utilizaci¨®n. pasan casi inadvertidos.
Si bien no es menos cierto que si nuestros pasos con Portugal estuviesen en mejores condiciones (dado que, salvo en el caso de los puentes, no hay dificultades geogr¨¢ficas naturales que marquen la frontera), m¨¢s fluido ser¨ªa el intercambio de bienes y personas.
La navegabilidad del Duero
El tema que nos ocupa, la secular incomunicaci¨®n entre ambas naciones, se patentiza -de forma m¨¢s anecd¨®tica- en la incomunicaci¨®n fluvial.
Los lusitanos hace ya tres a?os que terminaron las obras de una serie de peque?os embalses que permiten la navegabilidad del Duero desde la frontera con Espa?a hasta su desembocadura en Oporto. El transporte fluvial es el m¨¢s barato del mundo, y ellos lo utilizar¨¢n para sacar tanto el mineral de carb¨®n de sus minas de Moncorvo -a tiro de piedra de Espa?a como las ricas uvas de las que obtienen el celebrado vinho do Porto.
Uno de estos embalses se ubica en Pocinho -junto a la raya fronteriza-. En ella han dejado los lusitanos una esclusa por si un d¨ªa los espa?oles queremos prolongar la navegabilidad del Duero hasta Zamora y aun hasta Toro. Pero las autoridades espa?olas han menospreciado tal posibilidad, pese a los informes favorables no s¨®lo de la Junta de Comunidades de Castilla y Le¨®n, sino tambi¨¦n del ingeniero de caminos y senador del PSOE Mata, especializado en navegabilidad fluvial durante muchos a?os en Estados Unidos.
Sorprende m¨¢s el tema por cuanto ya denunciaba el regeneracionista Julio Senador que Castilla y Le¨®n -desde que Portugal se proclam¨® independiente y cerr¨® los desag¨¹es naturales de la regi¨®n cara al Atl¨¢ntico- ha hecho de la alta meseta duriense un callej¨®n sin salida. "Representa", dec¨ªa Senador, "nueve provincias ca¨ªdas en una trampa de lobos".
El que entra aqu¨ª no tiene escape. Ni una sola ventana abierta al mundo. Situaci¨®n que hoy se ha visto agravada, ya que el Estado de las autonom¨ªas ha hecho que los santanderinos no se consideren ya castellanoviejos, ni Santander sea tenido como puerto de Castilla, como por centurias por tal se vanaglori¨® y fue tenido.
En el pr¨®ximo a?o 1992 no habr¨¢ ya fronteras pol¨ªticas y s¨ª libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas, personas, bienes y servicios; pero tanto Espa?a como Portugal ya han mostrado su repetido deseo de que el encuentro entre ambas naciones, habitantes de un mismo solar ib¨¦rico, se haga "en Europa", a trav¨¦s de Europa. No quieren arreglar los contenciosos por mutuo acuerdo, ni facilitar de hecho lo que ya es uni¨®n de derecho.
Para 1992
Mirando la mar Atl¨¢ntica desde la desembocadura del Guadiana o ese mismo Atl¨¢ntico desde el alto mirador de Santa Tecla, a cuyos pies el Mi?o forma la raya de agua entre Espa?a y Portugal, vienen a la memoria los versos del lusitano Fernando Pessoa: "O mar salgado / cuanta do teu sal,/ s?o l¨¢grimas de Portugal".
Mais..., mas no s¨®lo de Portugal. Son l¨¢grimas ib¨¦ricas, que redoblan y repican por ambas naciones, y muy en concreto por los habitantes de su frontera.
Frontera del subdesarrollo, frontera del corcho que insonoriza los gritos de reivindicaci¨®n y acolcha los lamentos de una incomunicaci¨®n entre sus habitantes que desde siempre -sea cual fuere el r¨¦gimen pol¨ªtico imperante en ambos pa¨ªses de un mismo solar ib¨¦rico- no se: cansan de hablar y hablar -de falar y jalar- de fraternidades y buena voluntad, pero que en la pr¨¢ctica poco o nada hacen para acabar con la bolsa de pobreza m¨¢s grande de toda la Europa comunitaria que sigue perpetu¨¢ndose. Espa?a y Portugal siguen, despu¨¦s de tantos a?os y con un proyecto com¨²n europeo, viviendo de espaldas, de costas voltadas.
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