Las obras p¨²blicas, en el paro
Si nos atenemos a los hechos y elevamos a la categor¨ªa de prueba m¨¢xima el dicho de que, obras son amores y no buenas razones", hemos de convenir que en lo referente a Obras P¨²blicas el saldo que arrojan las actuaciones puntuales de los distintos ministros que han ocupado la cartera de Obras P¨²blicas y Urbanismo en la etapa democr¨¢tica es muy pobre.Muchos indicios racionales apuntan al posible padecimiento de una especie de enfermedad por los sucesivos ministros del MOPU -desde el infortunado Garrigues Walker al actual Cosculluela- aquejados de un virus que les hace confundir o identificar la obra p¨²blica con la manifestaci¨®n de un r¨¦gimen autoritario.
Sabido es que la mayor parte de los Gobiernos dictatoriales se han venido significando por su enfermiza proclividad a plasmarse en grandes obras p¨²blicas, estatuas y monumentos, que les sirvan para perpetuar la infausta memoria de los dictadores despu¨¦s de su muerte.
El fondo y la forma
El Valle de los Ca¨ªdos ha quedado como el valle de un solo ca¨ªdo. El fara¨®nico trasvase Tajo-Segura -con un mamotr¨¦tico acueducto capaz de trasvasar hasta 1.000 millones de metros c¨²bicos de agua al a?o- ha sido reducido a una estrecha ca?er¨ªa. El nonato trasvase del Ebro al Pirineo oriental fue s¨®lo la enso?aci¨®n final de una febril agon¨ªa. Pero las obras p¨²blicas en s¨ª mismas no tienen por qu¨¦ llevar larvado ning¨²n germen dictatorial. S¨®lo su in¨²til gigantismo o faraortesismo las invalidan (am¨¦n de hacerlas onerosas para el erario p¨²blico). S¨®lo su forma de inauguraci¨®n las hace indeseable himno ideol¨®gico. Pero las obras p¨²blicas precisas no son sino parte sustancial y b¨¢sica de las necesarias infraestructuras que posibilitan el normal desarrollo econ¨®mico y social de los pueblos y coadyuvan a elevar la calidad de vida de los ciudadanos.Dir¨ªa que la diferencia estriba principalmente en una cuesti¨®n de pedestal: que una obra p¨²blica se haga con objeto de servir de peana para la autoegolatr¨ªa justificatoria de una persona y su r¨¦gimen pol¨ªtico o que se realice como base de bienestar a toda una comunidad.
M¨¢s parece como si para contraponerse al Estado de obras -gloriosa cualificaci¨®n con la que el ex ministro de Obras P¨²blicas de Franco y autor del Crep¨²sculo de las ideolog¨ªas, Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora, defini¨® al r¨¦gimen dictatorial, y que con mayor propiedad podr¨ªa motejarse de Estado en obras- los posteriores Gobiernos democr¨¢ticos espa?oles tuvieran un extra?o pudor e inconfesada verg¨¹enza por inaugurar obras p¨²blicas. Prescindir de acumular la inauguraci¨®n anual de todas ellas en el d¨ªa del 18 de julio, o no hacer de los informativos de TVE el NoDo que siempre mostraba a Franco saltando de pantano en pantano, no quiere decir que se justifique el enviar a las obras p¨²blicas a apuntarse al Inem. Porque, en verdad, las OP en Espa?a est¨¢n hace mucho en el paro y, a lo m¨¢s, de cuando en cuando, consiguen un contrato temporal para trabajar tres o seis meses.
Para mayor inri, la ¨²nica obra p¨²blica de cierto porte inaugurada por el actual ministro de OP fue sellar la presa de Ria?o. Ya sabemos a qu¨¦ coste humano, social y ecol¨®gico. Una obra in¨²til que, construida por Franco, ni ¨¦l mismo se atrevi¨® a culminar. (In¨²til porque va a irrigar s¨¦canos cuyas, producciones tendr¨¢n que ser subvencionadas. In¨²til porque otras decenas de miles de hect¨¢reas del Plan Tierra de Campos jam¨¢s se inundar¨¢n pese a tener los embalses construidos hace muchos a?os. M¨¢s in¨²til porque ahora se va a construir el embalse de Las Oma?as, sepultando tambi¨¦n Pueve pueblos, con unos fines productivos m¨¢s que discutibles.)
En contrapartida se ha olvidado algo bien sabido: ya no hay lugar para grandes pantanos y son precisas minipresas (para abastecimientos locales, producci¨®n el¨¦ctrica municipal y peque?os regad¨ªos). Un plan que quiso imponer Juli¨¢n Campos (el ¨²nico ministro socialista sin complejos seudofranquistas) de tan corta duraci¨®n en los Gobiernos Gonz¨¢lez.
Alertas veraniegas
Las mil y una alertas rojas veraniegas ya nos hablan del saco roto en que ha quedado el plan de abastecimiento y saneamiento de poblaciones. La progresiva y creciente salinizaci¨®n de nuestro litoral mediterr¨¢neo y de La Mancha -as¨ª como de las Baleares- nos dice de la casi absoluta falta de actuaciones del MOPU en un tema extremadamente grave y muy poco aireado: Espa?a se est¨¢, literalmente, sembrando de sales, es decir, se est¨¢ haciendo a marchas forzadas improductiva agr¨ªcolamente y, a la vez, las aguas para consumo humano son impotables. (Nada menos que en 1981 el propio MOPU -por boca de su entonces director general de Obras Hidr¨¢ulicas, declaraba: "El agua que se bebe en todo Tarragona ni siquiera es potable. Pero no s¨®lo es grave el caso de Tarragona o Castell¨®n; en el Vinalop¨® es una tragedia la salinizaci¨®n de tierras y acu¨ªferos. En la cuenca del Segura es demencial. En Almer¨ªa es horrible".)Siguiendo con las obras hidr¨¢ulicas y tan s¨®lo por referirme -sin ¨¢nimo de exhaustividad alguno- a lo m¨¢s florido, tenemos el caso de las peri¨®dicas inundaciones que de manera especial afectan casi cada a?o -con exactitud casi matem¨¢tica- a todo el litoral mediterr¨¢neo de forma m¨¢s significada. Decenas de muertes y miles de millones de p¨¦rdidas materiales avalan la necesidad de prevenir o paliar ese fen¨®meno que cada inicio de oto?o aparece como consecuencia de la gota fr¨ªa. Tambi¨¦n el ex ministro Juli¨¢n Campo public¨® un plan, aprobado por ley a realizarse en ocho a?os, con unos presupuestos p¨²blicos. Casi nada se hizo y el a?o pasado volvi¨® la tragedia al Pa¨ªs Valenciano. Volvi¨® cuando a¨²n apenas se hab¨ªa enterrado a los muertos de a?os anteriores y sin haberse pagado la mayor parte de las indemnizaciones... Pero el plan para prevenci¨®n de las riadas no se lleva a cabo... por falta, dicen, de presupuestos, cuando cuesta m¨¢s el pago por los da?os que sobrevienen cada a?o que todo el plan...
?Recordamos acaso que nuestras costas est¨¢n sin, se?alizar debidamente ... ? Es otro plan inconcluso. ?Y qu¨¦ ha pasado con la ley de Aguas? Papel casi mojado. Acaso la ¨²nica ley aut¨¦nticamente socialista que -?ser¨¢ por ello?- apenas si ha tenido desarrollo.
M¨¢s vale no hablar de una ley de Costas hecha sin tener en cuenta a las autonom¨ªas y de unos puertos deportivos que proliferan como hongos para matar las playas naturales o de la rapi?a del coral en nuestro mar de Albor¨¢n y de toda serie de restos arqueol¨®gicos o de barcos hundidos en nuestras aguas litorales.
Por nuestras sendas, el carro marcha delante de los bueyes. Ya es significativo que Madrid Gunto con Lisboa) sea la ¨²nica capital europea desunida del resto de la comunidad por falta de autopista y ni siquiera de autov¨ªa. Pero es a¨²n m¨¢s grave el hecho de que la nueva filosof¨ªa del actual MOPU sea la de estar llenando el territorio peninsular de centenares de baches, parches y remiendos, sin ejecutar ni un solo itinerario completo. Si Fern¨¢ndez de la Mora dec¨ªa aquello del Estado de obras, Cosculluela bien podr¨ªa acu?ar el eslogan de que "Espa?a es un Estado en obras... que jam¨¢s se ultiman. El titular del MOPU, adem¨¢s, debe pensar que los ciudadanos no tienen memoria y que en los medios de informaci¨®n se carece de un elemental servicio de documentaci¨®n. Y as¨ª no se cansa de repetir que, hasta su llegada, se carec¨ªa de un plan de carreteras...
... Estoy seguro de que s¨®lo con apretar un timbre el se?or Cosculluela puede tener encima de su mesa un amplio dossier que le saque de su error. Su Direcci¨®n General de Carreteras o su Servicio de Estudios pueden amontonar en la mesa del se?or ministro no menos de cuatro planes de carreteras -casi todos, curiosamente, con un horizonte de programaci¨®n para 1990-1991- de los tiempos de Garrigues, de Sancho Rof, de Juli¨¢n Campos..., todos con sus etapas, presupuestos y especificidades muy concretados.
?Es preciso reverdecer la mala memoria ministerial record¨¢ndole que ya en 1980 estaba previsto que Espa?a tuviera 5.000 kil¨®metros de autopistas?
Lo grave del tema de las carreteras es que su falta de adecuaci¨®n a las necesidades presentes, tanto econ¨®micas como sociales, empalidecen ante el mont¨®n de muertos que se acumulan encima de la mesa ministerial cada fin de semana, cada puente, cada operaci¨®n salida y operaci¨®n retorno. (En el MOPU y en Tr¨¢fico.)
Algunos ejemplos
Aunque la filosof¨ªa oficial nos diga que la culpa es de los conductores, s¨®lo hace falta asomarse a las carreteras para saber que no siempre es as¨ª y que al MOPU le cabe una indudable parte de responsabilidad. Sirvan m¨ªnimos ejemplos: no es de recibo pontificar cada a?o -por estas fechas- sobre la sobrecarga, cansancio, etc¨¦tera, de portugueses y norteafricanos en su tr¨¢nsito de Espa?a y tener sin arreglar la denominada carretera de la muerte: itinerario prioritario que sigue en obras eternas. Obras que son un peligro a?adido. Los c¨¢lculos oficiales ya tienen hechas las cuentas sobre el n¨²mero de muertos. Pero pasan a?o tras a?o sin ensachar y dar buen firme a esa v¨ªa de penetraci¨®n a Portugal desde Burgos-Valladolid-Tordesillas-Zamora.Y ?para qu¨¦ hablar del aislamiento de Madrid, del jam¨¢s utilizado eje de comunicaci¨®n por la comisa cant¨¢brica, del sem¨¢foro de Europa, del olvido de la comunciaci¨®n del Sur y del Norte por el Oeste -que por cierto no se les olvid¨® hacer a los romanos a trav¨¦s de su calzada de la Plata o de comunicar Huelva con Almer¨ªa, cosa que tampoco se les olvid¨® a los romanos con sus v¨ªas de penetraci¨®n desde Cartagonova hasta la B¨¦tica para prolongarse a Onuba..., pero, claro, no estamos para historias.
Desde luego, el se?or Cosculluela no ha llegado ni permanece en el poder por sus dotes imaginativas. Lo m¨¢s relevante que ha hecho es apuntar las obras p¨²blicas al paro. Y todo ello sin tocar siquiera el tema de la vivienda, que- m¨¢s parece un departamento extinguido dentro del MOPU.
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