Los pobres y los ricos
El proceso de progresiva concentraci¨®n de la renta, la producci¨®n y la poblaci¨®n en ¨¢reas cada vez m¨¢s peque?as del territorio espa?ol pone de manifiesto tanto el continuado proceso de desequilibrios regionales, cada a?o m¨¢s profundos, como una cada vez mayor desigualdad en recursos humanos y potencialidades productivas.Pese a que las provincias por las que transcurren los ejes econ¨®micos tambi¨¦n se han visto afectadas en parte negativamente (de manera muy sigenficada el eje cant¨¢brico en sus provincias de Asturias, Cantabria y Vizcaya), s¨®lo en esos territorios que abarcan los ejes es donde se han dado las m¨¢ximas concentraciones de poblaci¨®n, renta y producci¨®n. Es decir, que el proceso de concentraci¨®n de la pujanza s¨®lo ha tenido lugar en espacios ya desarrollados antes y, salvo en Vizcaya, tanto la renta como la producci¨®n y poblaci¨®n de las provincias descabalgadas del ranking de honor siguen conteniendo una riqueza potencial y homog¨¦nea m¨¢s fuerte que el resto de la naci¨®n, con lo que la tendencia a la separaci¨®n entre la Espa?a pobre y la Espa?a rica se acent¨²a. Y ¨¦ste es quiz¨¢ el mayor fracaso del proceso auton¨®mico. '
El papel de las autonom¨ªas
Desde el punto de vista de las producciones regionales (la aportaci¨®n regional que cada comunidad aut¨®noma hace al producto interior bruto), por ejemplo, siguen un camino muy semejante al de la concentraci¨®n de la poblaci¨®n y tambi¨¦n con notable paralelismo con la renta familiar.El eje mediterr¨¢neo aport¨® en 1955 el 31,43% al total nacional, porcentaje que subi¨® al 33,85% en 1975 y sigui¨® subiendo al 34,40% en 1985. Los otros dos ejes han tenido -sobre todo en el cant¨¢brico- algunas bajas puntuales en Asturias y Vizcaya, sobre todo. As¨ª, en 1985 los tres ejes aportaban el 48% al PIB nacional y si le sumamos Madrid, el porcentaje se elev¨® a cerca del 65%. Se concluye de tal forma que sobre el 32% del territorio se concentra casi el 70% de la poblaci¨®n nacional y se gener¨® m¨¢s del 65% de su producto interior bruto.
Nadie ignora que cuando se dio carta de naturaleza al actual Estado de las autonom¨ªas a los padres de la patria no se les ca¨ªa de la boca que una de las principales razones para su implantaci¨®n era la de -mediante esa autonom¨ªa lograr un sustancial acercamiento, tanto en los desequilibrios regionales como en la distribuci¨®n personal de la renta. As¨ª naci¨® el Fondo de Compensaci¨®n Interterritorial, cuyo fracaso sin paliativos es obvio. M¨¢s bien habr¨ªa que hablar de que constituye un amargo sarcasmo: lejos de acercar, de paliar, de tender puentes entre las dos Espa?as, las autonom¨ªas han servido en la pr¨¢ctica para abismar las distancias.
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