Tres ejes mueven Espa?a
El Mediterr¨¢neo sustituye al Cant¨¢brico en poblaci¨®n, renta y producciones
Hasta bien entrada la d¨¦cada de los a?os sesenta se cumpl¨ªa en Espa?a esa constante econ¨®mico-social de predominio universal: la existencia de un norte pujante y de un sur deprimido, siempre manteniendo de forma artificial y aislada la presencia de la ¨ªnsula absorbente de Madrid. Ahora, sin embargo, asistimos a la sustituci¨®n de un norte de riqueza por un este mediterr¨¢neo mucho m¨¢s extenso y poderoso, mientras la penuria del sur es mucho menos relevante que el atraso que -atenaza a un oeste que conforma con sus vecinas lusitanas la mayor bolsa de pobreza de toda Europa occidental.
Durante' cerca de 15 a?os se pudo hablar con propiedad de la existencia de un tri¨¢ngulo en cuyos lados e interior se conformaba la Espa?a m¨¢s homog¨¦neamente desarrollada, cuyos v¨¦rtices se situaban en Asturias, Gerona y Comunidad Valenciana. Los lados de ese te¨®rico tri¨¢ngulo -que ocupa la parte nororiental de la Pen¨ªnsula- constitu¨ªan, a manera de tres ejes o pasillos geogr¨¢ficos: el eje cant¨¢brico, desde Asturias hasta Guip¨²zcoa; el eje ib¨¦rico, con inicio en La Rioja y desembocadura en la Comunidad Valenciana, vertebrado en esencia por el r¨ªo Ebro, y el eje mediterr¨¢neo, desde Gerona hasta Murcia (con la presencia exc¨¦ntrica de la isla madrile?a, que ya hab¨ªa conquistado un crecimiento autosostenido).Dentro de ese tri¨¢ngulo se situaron las regiones que manten¨ªan en su seno la mayor concentraci¨®n de poblaci¨®n, producci¨®n y renta, tanto espacial como personal, sin que la existencia de polos aislados tuviera excesiva significaci¨®n (que Sevilla, por ejemplo, dada su gran extensi¨®n superficial y riqueza agraria tuviera un papel relevante en la producci¨®n nacional no acertaba a enmascarar que su producto por cabeza fuese bajo, y su renta familiar per c¨¢pita, de niveles subdesarrollados. Am¨¦n del paro, emigraci¨®n, analfabetismo y otros factores negativos).
Ven¨ªa as¨ª el r¨ªo Ebro, desde su propio nacimiento, en Fontibre (Reinosa), a partir, como si de un cuchillo se tratase, el territorio nacional en dos partes claramente diferenciadas, hasta el punto de poderse decir, sin exageraci¨®n, que los Pirineos que nos separaban de Europa hab¨ªan retrocedido bajando hasta el Ebro. El s¨ªmil se hace m¨¢s notorio si se considera que la margen derecha del r¨ªo la constituye una serie de provincias que son las m¨¢s despobladas de Espa?a: los desiertos humanos de Soria y Teruel, que a su vez se apoyan en tierras de m¨ªnimas densidades de habitante por kil¨®metro cuadrado: Cuenca y Guadalajara.
Hasta 1975 -por cuanto la crisis econ¨®mica internacional, por motivos pol¨ªticos internos, se dej¨® sentir en Espa?a con dos a?os de retraso-, la teor¨ªa del tri¨¢ngulo funcion¨®, aunque ya algunas voces m¨¢s avisadas ven¨ªan proclamando desde finales de la d¨¦cada de los a?os sesenta la muerte s¨²bita que amenazaba el eje cant¨¢brico, de manera significativa a Asturias y Vizcaya.
Y en efecto, hace ya a?os que el tr¨ªpode se ha roto. El eje cant¨¢brico se ha derrumbado -conforme preve¨ªan los cronistas en su anunciada muerte- por los extremos astur y vasco. El eje ib¨¦rico se ha potenciado, pero por debajo de las expectativas (y ello debido sobre todo a que su hist¨®rico papel de servir de istmo a dos territorios vecinos y m¨¢s fuertes -el norte y el este- ha visto perder ese rese?ado peso espec¨ªfico al eje cant¨¢brico) y tiene su m¨¢xima falla en el relleno del espacio aragon¨¦s, donde tan s¨®lo por los estrechos confines' que se sit¨²an a uno y otro lado del Ebro se concentran la poblaci¨®n, la producci¨®n y la renta, acentu¨¢ndose el car¨¢cter des¨¦rtico oscense y turolense.
La relativa sorpresa viene protagonizada por el eje mediterr¨¢neo, que no s¨®lo se ha potenciado en su fachada mar¨ªtima peninsular (Gerona, Barcelona, Tarragona y Valencia), sino que ha extendido su mancha de aceite al interior leridano; se ha prolongado por tierras murcianas e invadido el territorio andaluz almeriense y costero malague?o, y sobre todo ha visto c¨®mo el Mediterr¨¢neo insular-balear ha escalado hasta el primer puesto de la renta familiar a escala nacional.
La cornisa cant¨¢brica
Mas si ya la existencia de ese tri¨¢ngulo nororiental pon¨ªa de manifiesto la sangrante diferencia entre una Espa?a rica y una Espa?a pobre, con un desequilibrio espacial motivo de tantos agravios comparativos, el hundimiento del eje cant¨¢brico ha hecho que los desequilibrios se acent¨²en al concentrarse cada a?o m¨¢s el tr¨ªpode b¨¢sico de la riqueza (poblaci¨®n-producci¨®nrenta) en espacios geogr¨¢ficos m¨¢s concretos y reducidos, hasta el punto de que pudi¨¦ramos decir que mientras la riqueza se superconcentra la pobreza se ampl¨ªa.Llamamos eje cant¨¢brico al constituido por Asturias, Cantabria y Euskadi, desde antiguo significado, sobre todo por ser sede principal tanto de nuestra industria b¨¢sica y de cabecera (siderurgia integral, aceros especiales y construcci¨®n naval) como por su cuasi monopolio de la actividad extractiva b¨¢sica del carb¨®n (incluida la hulla).
Siderurgia, acero y construcci¨®n naval han sufrido dur¨ªsimas reconversiones que en la reciente memoria colectiva est¨¢n. Y si losniveles de carb¨®n se mantienen es mucho m¨¢s por graves consideraciones sociales que por predicamento econ¨®mico (Hunosa da literalmente de comer a m¨¢s de 200.000 personas en las cuencas mineras de Asturias: mineros, familias, comerciantes, etc¨¦tera; ¨²nica raz¨®n por la que el carb¨®n no ha sido reconvertido).
Cantabria constituye acaso el m¨¢s t¨ªpico y representativo caso de un territorio y unas gentes que siempre han sabido mantenerse en la mass media. Bien podr¨ªa decirse que es el paradigma de la burgues¨ªa acomodada pero no rica. Es el monta?¨¦s la gloria, poca hacienda, mucho orgullo y una larga ejecutoria, reza el autorretrato popular que, mejor que cifras y guarismos, refleja con exactitud su situaci¨®n. S¨®lo la reconver si¨®n padecida por Reinosa es un hecho rese?able. No obstante, s¨ª hay que evidenciar que Cantabria sufri¨® una clara desescalada en los a?os setenta, y desde 1973 viene ocupando los puestos 132 al 162 en su renta familiar.
Quien tenga la curiosidad de husmear un poco en la m¨¢s reciente historia se encontrar¨¢ con que ya en 1968 (hace, pues, 20 a?os), y cuando las tres provincias vascas ocupaban el pyrimero (Guip¨²zcoa), tercero (Alava) y quinto (Vizcaya) puestos en el ranking de las 50 provincias espa?olas, ya la propia C¨¢mara de Comercio, Industria y Navegaci¨®n de Bilbao advert¨ªa sobre el claro declive econ¨®mico vascongado, el inmediato freno a sufrir por la renta per c¨¢pita y los peligros de centrar la base econ¨®mica en el monopolio de las industrias b¨¢sicas o de cabecera; el olvido de la industria transformadora y la inminencia de una crisis que entonces se tom¨® como una falsa alarma interesada y un claro af¨¢n del Pa¨ªs Vasco por acaparar m¨¢s y m¨¢s recursos.
El valle del Ebro, a lo largo de sus 928 kil¨®metros de longitud, s¨®lo tiene en com¨²n el r¨ªo y, sin embargo, no existe en toda la Pen¨ªnsula ninguna otra regi¨®n tan diferenciada. El r¨ªo y sus afluentes constituyen las l¨ªneas de fuerza que traban el edificio multirregional, dot¨¢ndole de fuerte unidad.
Zona en progresi¨®n
La descentralizaci¨®n industrial de que siempre ha sabido dotarse Navarra, su riqueza agr¨ªcola y el no haber ca¨ªdo en los defectos de monocultivos de industria pesada han hecho -am¨¦n de su viejo r¨¦gimen foral- que esta regi¨®n mantenga un crecimiento reposado, aunque su renta familiar per c¨¢pita sea algo regresiva, situ¨¢ndose en el puesto 132 cuando lleg¨® en 1977 a ocupar el 102.La Rioja s¨ª nos presenta ya claros s¨ªntomas y realidades de progresi¨®n. Un n¨²mero considerable de industrias (en especial agroalimentarias) se ha instalado en las riberas del Ebro.
El eje ib¨¦rico tiene una falla notable: Arag¨®n. El eje se queda reducido a su m¨ªnima expresi¨®n de concentraci¨®n de riqueza, que sigue exactamente el curso del r¨ªo sin incursiones ni en la propia provincia de Zaragoza, ni menos a¨²n en tierras de Huesca y Teruel. Desde hace lustros padece Arag¨®n un gigantismo capitalino superior al que desarroll¨® en ¨¦pocas el propio Madrid con respecto a todo su entorno castellanoleon¨¦s y manchego. Globalmente considerada, la regi¨®n aragonesa presenta muy claros signos positivos, pero si descendemos a su consideraci¨®n provincial (y a¨²n m¨¢s a lo que sucede en la propia Zaragoza entre capital y resto de la provincia), los defectos y regresiones son notables.
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