El dinero capitalista abre el muro de Berl¨ªn
El odiado pero necesario dinero capitalista ha roto, por vez primera desde su construcci¨®n, tras la II Guerra Mundial, el infranqueable muro de Berl¨ªn. Las autoridades de Berl¨ªn Este han hecho una excepci¨®n en su impermeable pol¨ªtica fronteriza para permitir que unos 1.500 delegados a la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial crucen sin apenas tr¨¢mites aduaneros el muro.
Fuentes del FMI calculan que Berl¨ªn Este han ingresado casi medio mill¨®n de marcos alemanes por su pol¨ªtica tempor¨¢l de puertas abiertas. La falta de plazas libres en los hoteles de Berl¨ªn Oeste ha sido la causa de que el FMI recurriera a las autoridades de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania, pa¨ªs que no pertenece al organismo mundial, para que permitieran el uso de sus hoteles por los asistentes a la asamblea.
La ventaja que ofrece Berl¨ªn Este se materializa en unos precios mucho m¨¢s bajos. Una habitaci¨®n en el Grand Hotel o el Metropol de la otra parte del muro cuesta un m¨¢ximo de 123 marcos, unos cuantos menos que lo que se paga por una habitaci¨®n en un hotel de cinco estrellas en el otro lado. Una cena de lujo, pagada con marcos obtenidos en el mercado negro, no pasa de las 1.000 pesetas.
Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez Asia¨ªn, presidente del Banco de Bilbao, as¨ª como la delegaci¨®n de esta entidad, han sido algunos invitados espa?oles de los que han utilizado, por razones inevitables, los servicios de los alemanes orientales.
Para facilitar el paso de los delegados, las autoridades de Berl¨ªn Este han entregado a los que pernoctan en su ciudad un pase especial, nunca emitido hasta la fecha, que les permite pasar el muro de Berl¨ªn todas las veces que lo deseen y sin necesidad de someterse a los estrictos controles que existen para los visitantes occidentales.
Las autoridades berlinesas orientales han sido tambi¨¦n muy cuidadosas en el tratamiento a los delegados a la asamblea del FMI. Todas las manifestaciones previstas al otro lado del muro han sido estrictamente prohibidas, lo que no ha sucedido en la parte occidental del muro. Los asistentes a la asamblea se han visto muchas veces insultados y en otras atacados por los millares de j¨®venes que protestan por la celebraci¨®n de las reuniones. Las manifestaciones han convertido a Berl¨ªn occidental en una aut¨¦ntica ciudad sitiada, con m¨¢s de 10.000 polic¨ªas y con la presencia de las fuerzas de elite de intervenci¨®n de los cuerpos de seguridad de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
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