Aspirar a una entrada

J. A. VELA DEL CAMPO, Concurren varios factores para que sea pr¨¢cticamente imposible la compra de una entrada a precio de taquilla para un concierto extraordinario u ¨®pera. En primer lugar, una falta absoluta de transparencia en el n¨²mero de localidades que salen a la venta. Invitaciones, compromisos, etc¨¦tera, hacen que los ya de por s¨ª reducidos aforos se vean menguados en un porcentaje que adem¨¢s es variable y creciente, seg¨²n la importancia del evento.

El problema empieza cuando se utilizan locales p¨²blicos para uso -y a veces abuso- privado. Fresca permanece a¨²n en la memoria la reciente actuaci¨®n de la Philarmonica de Nueva York con Zubin Metha en el Teatro Real, donde se pusieron a la venta el 20% de las entradas disponibles.

Desgraciadamente, las dificultades no terminan ah¨ª; la reventa organizada, que se define a s¨ª misma como empresa de servicios, se encarga de acaparar lo m¨¢s sustancioso del resto del aforo. Por supuesto, con la m¨¢s absoluta impunidad.

Las salas se suelen lavar las manos afirmando que su responsabilidad acaba en la taquilla. Pero habr¨ªa que preguntarse: ?qui¨¦n defiende al ciudadano normal?. No es aceptable que unl aficionado con un presupuesto modesto que quiere asistir a un concierto tenga que pagar cantidades exorbitantes en ciclos sufragados por el Estado que se celebran en instalaciones p¨²blicas.