La revoluci¨®n de los mercados financieros y burs¨¢tiles
El crash del 19 de octubre de 1987 ha aportado, contrariamente a lo que originalmente se pens¨®, una notable cantidad de elementos positivos, afirma el autor. Es sobradamente conocido su efecto bals¨¢mico sobre unos mercados burs¨¢tiles en ebullici¨®n. La mayor¨ªa de los expertos se ha puesto de acuerdo para admitir que era necesario un respiro en la desaforada y especulativa carrera que hab¨ªan emprendido algunas de las bolsas m¨¢s importantes del mundo occidental.
Lejos de provocar una recesi¨®n econ¨®mica mundial, el crash del 19 de octubre de 1987 pudo ser ben¨¦fico en un entorno de excesivo crecimiento. En efecto, tanto en Jap¨®n como en EE UU y Europa, la demanda interna es fuerte, y sus respectivos sectores industriales est¨¢n operando casi al m¨¢ximo de su capacidad. Igualmente, es bastante ilustrativo el caso de Espa?a, donde se flirtea mes tras mes con la amenaza de brotes inflacionistas dif¨ªcilmente controlables.Pero el crash nos proporcion¨® una lecci¨®n a¨²n m¨¢s importante, que fue demostrar que para los mercados de capitales no existen fronteras. Por tanto, la evoluci¨®n tiene ya marcadas sus tendencias matrices.
En nuestro pa¨ªs se est¨¢ trabajando para hacer una reforma del mercado de valores que nos coloque en situaci¨®n de poder desempe?ar un papel que no sea puramente testimonial ante la revoluci¨®n financiera que ya se est¨¢ produciendo. Es, pues, interesante tratar de analizar cu¨¢les son, a nivel internacional, los cambios que se est¨¢n produciendo y sus consecuencias sobre los mercados de capitales.
Es, sin duda, la tendencia m¨¢s importante. Europa ha emprendido a marchas forzadas su unificaci¨®n econ¨®mica ante el estimulante reto de 1992. En nuestro viejo continente van a caer r¨¢pidamente las fronteras y las trabas a la libre circulaci¨®n de hombres y capitales. Los ciudadanos se acostumbrar¨¢n poco a poco a no pensar en t¨¦rminos exclusivos de su moneda nacional, sino que paulatinamente realizar¨¢n operaciones en todas las divisas y en todos los mercados burs¨¢tiles. Para bien o para mal, es inequ¨ªvocamente el sentido de la evoluci¨®n; sentido que hab¨ªa sido ya trazado por las multinacionales, que han venido estableciendo sus f¨¢bricas con criterios que no tienen demasiado en cuenta las fronteras. Es, pues, interesante observar c¨®mo se preparan las grandes empresas del sector financiero para poder atender las necesidades de inversores cada vez m¨¢s exigentes y refinados. No olvidemos que los cambios en los comportamientos sociales son a veces bastante m¨¢s r¨¢pidos de lo esperado. Pues bien, por ejemplo, los grandes brokers internacionales no s¨®lo han realizado un notable esfuerzo de concentraci¨®n a trav¨¦s de fusiones y OPA diversas, sino que adem¨¢s se est¨¢n gastando cantidades gigantescas de dinero para poder atender a esa demanda de inversi¨®n global que se avecina.
La revoluci¨®n tecnol¨®gica
Cuando en Espa?a se prepara el mercado continuo y la interconexi¨®n inform¨¢tica de las diversas bolsas, en otras plazas, como la de Wall Street, se hacen esfuerzos por controlar y domesticar el poder de las computadoras. Sin embargo, para que la Compa?¨ªa Telef¨®nica o la IBM puedan cotizar lo mismo en Madrid que en Tokio, Nueva York, Londres o Singapur es indispensable un soporte tecnol¨®gico altamente refinado. Las empresas del sector y los propios mercados burs¨¢tiles incorporar¨¢n programas y mecanismos que interconectar¨¢n de hecho las diferentes plazas financieras mundiales entre s¨ª. El escollo m¨¢s importante que queda a¨²n por salvar es la uniformizaci¨®n de los requisitos y datos contables necesarios para que una empresa cotice en la bolsa. En efecto, los requisitos en t¨¦rminos de capital de n¨²mero de accionistas necesarios y publicaci¨®n de informaci¨®n contable no son los mismos en todas las bolsas. No obstante, existen disparidades a¨²n m¨¢s inc¨®modas, como las diferencias en torno a las fechas de liquidaci¨®n, que dificultan que el mismo valor cotice en armon¨ªa en distintas plazas financieras. Todo ello s¨®lo se podr¨¢ uniformar con la creaci¨®n de un organismo supranacional que coordine y supervise las transacciones entre los mercados burs¨¢tiles mundiales.
En Espa?a han sido numerosas las cr¨ªticas a un excesivo protagonismo del Estado en la realizaci¨®n y control de la reforma de los mercados de valores. Sin embargo, hay que constatar, como dec¨ªa con anterioridad, que existe a nivel mundial una tendencia intervencionista creciente por parte de los Gobiernos de cada pa¨ªs. En Jap¨®n, la bolsa de valores depende del Ministerio de Finanzas. En el Reino Unido, el todopoderoso Banco de Inglaterra marca las pautas de los mercados financieros. En Estados Unidos, pa¨ªs con una tradici¨®n hist¨®rica de no intervenci¨®n, la Security and Stock Exchange Commission ejerce su f¨¦rreo control. Finalmente, en la Rep¨²blica Federal de Alemania son cuatro los organismos de supervisi¨®n, dos de ellos, el Gobierno y la autoridad federal bancaria. Por tanto, en nuestro pa¨ªs, donde los intereses corporativos son poderosos y donde la primera regulaci¨®n burs¨¢til no se origin¨®, como en otros, en un entorno de liberalismo econ¨®mico, es comprensible que el Estado tome cartas en el asunto... Sin embargo, incluso en pa¨ªses como Jap¨®n y EE UU, donde la reforma es m¨¢s antigua, existen conflictos de competencia, no s¨®lo entre los diversos organismos de control, sino entre las mismas bolsas.
Vigilancia y control
En un entorno de creciente libertad de circulaci¨®n de capitales asistimos parad¨®jicamente a una influencia cada vez mayor de organismos de vigilancia y control, tanto gremiales como estatales y, posiblemente en un futuro no lejano, supranacionales.
Tras este breve an¨¢lisis de la evoluci¨®n de los mercados burs¨¢tiles, y a modo de conclusi¨®n, puede resultar interesante tratar de determinar qui¨¦nes entre los involucrados se ver¨¢n beneficiados por los cambios que se avecinan.
Me gustar¨ªa pensar que el sufrido inversor ser¨¢ el m¨¢s aventajado, y as¨ª puede parecer en principio, ya que la oferta se va a multiplicar y los productos que podr¨¢ comprar ser¨¢n cada vez mejores y m¨¢s variados.
Sin embargo, de hecho, el peso de las grandes instituciones va aumentando en los mercados burs¨¢tiles, y las personas f¨ªsicas delegan cada vez m¨¢s sus decisiones en gestores profesionales de sociedades de inversi¨®n mobiliaria y fondos de pensiones. Consecuentemente, por el lado de la demanda prevalecer¨¢n los m¨¢s fuertes.
En lo que a oferta se refiere, esta tendencia ser¨¢, si cabe, a¨²n m¨¢s clara. En efecto, para atender los costes de globalizaci¨®n y cambios tecnol¨®gicos se necesitar¨¢ una base de capital importante y una capacidad de distribuci¨®n gigantesca. Es, pues, posible que las bolsas de Tokio, Nueva York y Londres aumenten su peso espec¨ªfico en el concierto mundial.
En cuanto a instituciones financieras, los grandes brokers japoneses y norteamericanos, junto con algunos de los bancos europeos m¨¢s importantes, ser¨¢n los que dispongan del potencial y red de colocaci¨®n para seguir atendiendo las privatizaciones de empresas p¨²blicas o las emisiones de unos organismos supranacionales cuya influencia y poder aumenten d¨ªa tras d¨ªa. Ello no significa que algunas boutiques altamente especializadas en ingenier¨ªa financiera podr¨¢n desempe?ar un papel relevante.
En lo que a nuestro pa¨ªs se refiere, se har¨¢ indispensable la conexi¨®n inform¨¢tica de las distintas bolsas, el mercado continuo, la introducci¨®n de nuevas normas y productos, la admisi¨®n a cotizaci¨®n de valores extranjeros, los necesarios ajustes fiscales y, en suma, acometer con firmeza la reforma del mercado de valores. En cuanto a las empresas del sector, deber¨¢n proseguir su proceso de concentraci¨®n y establecer alianzas y tomas de participaci¨®n cruzadas a nivel internacional, ¨²nica estrategia posible para superar de alguna manera la inevitable estrechez del mercado local.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.