La noche de los piquetes
La extra?a normalidad de una huelga general
Minutos antes de las cero horas de ayer, cerca de 80.000 miembros de las centrales sindicales convocantes sal¨ªan a recorrer las principales ciudades espa?olas formando piquetes informativos. Fines: no dormir, cerrar -voz en pecho y silbato en boca- cualquier centro que permaneciera abierto a esas horas y gozar con el recuerdo de las primeras elecciones sindicales libres.
Los servicios m¨ªnimos firmados el mediod¨ªa anterior en el sector del Transporte de Madrid cambiaron en el ¨²ltimo momento la estrategia de las cerca de 5.000 personas que formaron los piquetes informativos en la regi¨®n, seg¨²n c¨¢lculos sindicales. A la par que se comprobaba el cumplimiento con lo pactado, se dirigieron a los principales centros comerciales de la capital: se subrayaron en rojo las zonas de Callao y La Vaguada. La primera, por lo estrat¨¦gico de su ubicaci¨®n; la segunda, "por la actitud ya conocida de ciertos guardias jurados", seg¨²n un portavoz de la Uni¨®n Territorial de Madrid de Comisiones Obreras.La misma fuente ha destacado la actitud de estos servicios privados de seguridad que no s¨®lo multiplicaron su presencia en los centros de trabajo durante la jornada de huelga, sino que mantuvieron una conducta provocadora en centros como El Corte Ingl¨¦s de Callao, donde llegaron a ataques personales con el piquete informativo. A este respecto, UGT destac¨® ayer que los vigilantes jurados de Prosesa se enfrentaron en el exterior de las instalaciones que Iberduero tiene en Bilbao a un grupo informativo del sindicato.
Para UGT, la huelga general en las principales empresas de seguridad del pa¨ªs fue secundada por el 20% de la plantilla, a la par que la demada de sus servicios aument¨® considerablemente.
Hubo piquetes de todos los tama?os y colores: aqu¨¦llos cinco de CNT-AIT, que se pasearon durante horas por el aeropuerto de Barajas en busca de m¨¢quinas de caf¨¦ y esquiroles, sin ¨¦xito alguno. O la docena de afiliados a CC OO que, en Mercamadrid no lograron parar la incansable actividad de un anciano conductor que se descarg¨® ¨¦l solito, un cami¨®n de naranjas de X¨¢tiva.
Hac¨ªa el centro
Desde el amanecer los huelguistas se debatieron en el interior de las grandes urbes entre hacer dedo, interminables colas ante las paradas de autob¨²s o buscar amigos eventuales con autom¨®vil. Sobre todo aqu¨¦llos que cumplieron con la consigna: irse desplazando hacia el centro para coincidir a una hora. En Madrid, a las doce del mediod¨ªa en Sol; en el resto de las ciudades, a la hora de la manifestaci¨®n. Todos se empe?aron en decir que la jornada transcurri¨® con normalidad, con todo lo normal que tiene una huelga general.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.