La 'absoluci¨®n' electr¨®nica de Luis XVI
Los telespectadores franceses declaran inocente al monarca tras una versi¨®n teatralizada del juicio
Los telespectadores de la primera cadena de la televisi¨®n francesa absolvieron el lunes al rey Luis XVI, condenado durante la Revoluci¨®n Francesa por la Convenci¨®n Nacional por 387 votos contra 334 y guillotinado el 21 de enero de 1793. En la votaci¨®n del pasado lunes, por tel¨¦fono o por el sistema telem¨¢tico Minitel, participaron 116.391 telespectadores, muchos menos de los 50 3.000 o los millones anunciados por los responsables del programa. El veredicto fue el siguiente: el 55% vot¨® la absoluci¨®n; el 27,5%, la muerte, y el 17,5 %, el exilio.
El rey fue juzgado a horas de m¨¢xima audiencia, entre el telediario m¨¢s importante y el programa er¨®tico Super Sexy, que incluye varios strip-teases. Quiz¨¢ la coincidencia del espacio sexy con la votaci¨®n influy¨® en el bajo n¨²mero de sufragios, pero, en cualquier caso, el fallo no ofrece lugar a dudas. El programa, titulado En nombre del pueblo franc¨¦s, forma parte de una serie de tres concebida por el ex presentador del telediario Ives Mourousi para conmemorar el bicentenario de la Revoluci¨®n Francesa. Los pr¨®ximos juicios ser¨¢n los de Danton y Robespierre. Mourousi, cansado de los informativos, se propuso inventar algo distinto que sacudiera la televisi¨®n. "No se trata", ha declarado, "de condenar la historia, sino de mirarla con los ojos de hoy".
Cr¨ªticas
Sin embargo, el programa ha sido duramente criticado, especialmente desde los medios de opini¨®n progresistas. El escritor Alain Finkielkraut p¨²blic¨® en Le Monde una feroz cr¨ªtica contra Mourousi y los dem¨¢s protagonistas, a quienes acusaba de poner su protagonismo por encima de cualquier consideraci¨®n y de haber perdido una oportunidad para explicar la historia. Michel Winock, historiador y autor de una serie sobre la Revoluci¨®n ha arremetido tambi¨¦n contra el espacio calificado en estos c¨ªrculos de "histri¨®nico".Las cr¨ªticas van dirigidas esencialmente a la concepci¨®n del divertimento, porque no se trata de una reconstrucci¨®n del proceso hist¨®rico sino de una recreaci¨®n escrita por Arthur Conte e interpretada por actores profesionales, excepto en cuatro de los principales papeles. Dos c¨¦lebres abogados, Gilbert Collard y Jacques Verg¨¦s, representaban en el programa a la acusaci¨®n privada y a la defensa, respectivamente. El acusador p¨²blico FouquierTinville estaba encarnado por el escritor Jean-Edem Hallier, y el presidente del tribunal, por el ex presentador de televisi¨®n L¨¦on Zitrone.
Mourousi pretend¨ªa hacer la representaci¨®n, que se transmiti¨® en directo, en la misma sala del Palacio de Justicia donde fue juzgado Luis XVI. Pero, coincidiendo con las cr¨ªticas al programa, surgieron problemas para encontrar local, y al final se habilit¨® el sal¨®n noble de la alcald¨ªa del distrito 4 de Par¨ªs. El autor del gui¨®n, Arthur Conte, insist¨ªa en que no hab¨ªa "respetado la forma, pero s¨ª el fondo", y en la presentaci¨®n del programa reivindic¨® su "rigurosa honestidad".
A las 20.30, al son de los tambores, la audiencia se abre con la entrada del tribunal. El ciudadano presidente toma la palabra: "Declaro abierto el juicio para que todo el pueblo decida". El p¨²blico viste con trajes de 1988, al igual que el abogado de la acusaci¨®n particular y el defensor.
Entra el rey y se lee el acta de acusaci¨®n: "Despotismo, corrupci¨®n, dilapidaci¨®n de fondos p¨²blicos, desprecio del pueblo, alianza con el extranjero...". Luis XVI, o mejor el actor Marcel Mar¨¦chal, rechaza que se le llame, como hacen todos, Capeto, de quien, no obstante, se reconoce heredero. Afirma que "es rey por derecho divino, hasta la muerte".
A continuaci¨®n declaran los testigos de cargo, entre ellos Danton y Robespierre, quien pide la pena de muerte. "Luis", dice, "debe morir para que la patria viva". El juicio se centra en las riquezas de la corte, "insultantes para el pueblo", y en la traici¨®n del rey, en su fuga a Varennes el 20 de junio de 1791 y en su alianza con los ej¨¦rcitos alemanes y austriacos para recuperar el trono. Por momentos, la sala es un guirigay: aplausos, protestas, interrupciones de los abogados. El ¨²nico testigo de la defensa, el ex ministro real Malesherbes, califica el proceso de injusto, asegura que "s¨®lo Dios puede juzgar al rey" y ensalza las realizaciones de la Monarqu¨ªa, que ha formado "la mejor marina del mundo" en una "¨¦poca en la que ha habido grandes descubrimientos cient¨ªficos" y ha "protegido a los jud¨ªos y reconocido a los protestantes". El ciudadano presidente suspende la audiencia. ?Motivo? La publicidad, claro.
Historia y actualidad
Despu¨¦s de las fragancias de los perfumes y del v¨¦rtigo de la velocidad, el redactor habitual de tribunales de TF-1 toma el micr¨®fono para anunciar la reanudaci¨®n del proceso. Las requisitorias de los abogados est¨¢n llenas de dobles sentidos, en un juego constante entre la historia y la actualidad.Collard, el acusador privado, inexistente en 1793, acusa al rey de "cr¨ªmenes contra la humanidad", alusi¨®n a su oponente Jacques Verg¨¦s, defensor del nazi Klaus Barbie. Detalla tres clases de cr¨ªmenes cometidos por el rey: no asistencia al pueblo, que muere de hambre, fr¨ªo y miseria; rechazo de la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamados por la Revoluci¨®n, y ser el primer colaborador (en el sentido que tiene el t¨¦rmino en Francia aplicado a quienes ayudaron a los nazis) cuando se al¨ªa con el extranjero para "vender el pa¨ªs y recuperar el poder". Collard, no obstante, no pide la muerte, sino el exilio.
El acusador p¨²blico, en una actuaci¨®n surrealista en la que se prsenta como el ¨¢ngel exterminador, rompe las pruebas y afima tautol¨®gico: "Ser¨¢s guillotinado, puesto que has sido guillotinado". Verg¨¦s, el defensor, alude a los fontaneros que espiaron al semanario sat¨ªrico Le Canard Enchain¨¦ a prop¨®sito del armario donde se descubre la correspondencia real con el emperador de Austria, la prueba de la conspiraci¨®n. El abogado compara la fuga a Varennes con el viaje de De Gaulle a Baden-Baden en mayo del 68. " No existe ley ni derecho", dice, "no hay proceso cuando la sentencia se conoce antes".
Luis XVI, finalmente, se declara "inocente de los cr¨ªmenes que se me imputan", y el presidente anuncia que el juicio queda visto para sentencia. M¨¢s publicidad. Strip-tease. Consultorio sexual. Nuevo strip-tease. Un n¨²mero de tel¨¦fono para la absoluci¨®n, otro para el exilio y un tercero para la muerte. Y el venedicto: absuelto "en nombre del pueblo franc¨¦s".
TF-1 ni siquiera bati¨® el r¨¦cord de audiencia. El programa empez¨® con 17,8 puntos, es decir, 0.680.000 espectadores, para descender despu¨¦s a 16,2 puntos. Una vez visto, las cr¨ªticas han sido pr¨¢cticamente un¨¢nimes. Los comentaristas se pieguntan si es l¨ªcito jugar as¨ª cen la historia, y los calificativos del espect¨¢culo oscilan entre grotesco, mascarada, rid¨ªculo o parodia grangui?olesca. Hasta Le Figaro, cuyo magazine semanal patrocinaba el programa, habla del gui?ol de Mourousi. Pese a todo, parece que el espect¨¢culo continuar¨¢.
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