Monstruos
De pronto, el mundo contin¨²a. Pasaron los d¨ªas prima della rivoluzione y ahora, con las banderas plegadas y los esquiroles retornados a la condici¨®n de amiguetes, comprobamos que no hay m¨¢quina m¨¢s perfecta que el calendario. La Navidad est¨¢ en la esquina y nosotros con estos pu?os. Cre¨ªmos poder librarnos de la televisi¨®n, pero los Masters del Universo han vuelto a aparecer en la pantalla con toda su panoplia de horrores de pl¨¢stico. Llegamos a casa con el triunfo de las multitudes y resulta que el triunfo verdadero est¨¢ en esa colonia para hombres de alto rendimiento o en el volante de un coche deportivo. Busc¨¢bamos un mundo mejor para nuestros hijos y ellos s¨®lo anhelan que les llenemos la casa de monstruos. A veces, el sue?o de la raz¨®n produce espejos. Y nosotros ah¨ª, con esa cara de christmas, vi¨¦ndonos reflejados en los ojos de los seres queridos como reyes magos en la rep¨²blica del bodrio.Nunca como ahora tendremos ocasi¨®n de apreciar la monstruosidad latente de la Navidad objetual. Ah¨ª est¨¢n, en el nivel infantil, esos chulopiscinas rubios y fornidos enfrentados a mutantes f¨¦tidos y viscosos. 0 esas mu?ecas con aspecto de call-gir1s acompa?adas de androides besuconas y
,.parlanchinas que se agitan en la cueva de la serpiente o en los brazos de alg¨²n gorila travoltiano. Luego est¨¢n nuestros propios monstruos diluidos en perfumes imposibles. Bastan unas gotas para que ellas se desparramen en abrazos, pierdan las llaves en los ascensores y se agiten voluptuosas ante el aroma de los hombres que dejan huella. Ni el oro ni el incienso, ni mucho menos la mirra, consiguen lubricar el afecto familiar como esas esencias del pecado pactado. La huelga nos elev¨® hasta lo sublime, pero la Navidad nos devolvi¨® a lo subliminal. Ahora vemos que jam¨¢s tendremos otro poder que el de los mu?ecos de pl¨¢stico ni nadie nos amar¨¢ por nuestro olor genuino. Quisimos tocar los bemoles al Estado, pero sin Estado no habr¨ªa loter¨ªa. Vivimos en el monstruo y con el monstruo. Y el Gobierno es tan s¨®lo un tentetieso que se deja golpear y nunca cae.
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