Mediaci¨®n a la sueca
Relato pormenorizado de c¨®mo Estocolmo acerc¨® Estados Unidos a la OLP
Era ya por la tarde, el pasado mi¨¦rcoles, y los esfuerzos secretos de Suecia para hacer que Yasir Arafat cumpliese las condiciones norteamericanas para un di¨¢logo con Estados Unidos hab¨ªan alcanzado su punto cr¨ªtico. Arafat, presidente de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), hab¨ªa rozado estas condiciones en su discurso en Ginebra ante una sesi¨®n especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas la v¨ªspera, pero sus palabras no fueron consideradas a¨²n suficientes por el secretario de Estado norteamericano, George Shultz.
Los ¨²ltimos minutos fueron de tal tensi¨®n que en un momento dado, el mi¨¦rcoles, Ulf Hjertonsson, jefe adjunto de misi¨®n en la Embajada sueca en Washington, se encontr¨® hablando simult¨¢neamente con el secretario de Estado adjunto, Richard Murphy, por una l¨ªnea telef¨®nica, y con Anders Bjurner, especialista sueco de alto rango y enlace con la OLP en Ginebra, por otra.Finalmente, la redacci¨®n se concluy¨® satisfactoriamente para todos, y Arafat ley¨® la declaraci¨®n a las 14.30 hora de Washington (20.30, hora peninsular espa?ola). Dos horas y media despu¨¦s, Reagan aceptaba la recomendaci¨®n de sus asesores y decid¨ªa que la OLP hab¨ªa cumplido las condiciones planteadas por Washington desde hace a?os para la apertura de un di¨¢logo: la aceptaci¨®n del derecho de Israel a su existencia y de dos resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que crean el marco para las negociaciones, y la renuncia al terrorismo.
Estas decisiones repentinas se lograron tras un intenso y discreto esfuerzo diplom¨¢tico llevado principalmente a cabo por Suecia, Estados Unidos y la OLP, y tambi¨¦n por actores secundarios como Egipto, Arabia Saud¨ª, Reino Unido y la URSS. Durante meses, Suecia ha estado llevando a cabo una campa?a no anunciada para acercar a Estados Unidos y la OLP. El ¨ªmpetu a este esfuerzo fue el viaje del ministro sueco de Exteriores, Sten Andersson. en marzo a Oriente Pr¨®ximo. En abril viaj¨® a Washington para discutir de la situaci¨®n con Shultz.
Preocupado por lo que consideraba la represi¨®n israel¨ª del levantamiento palestino en los territorios ocupados y notando se?ales de moderaci¨®n en la OLP, Andersson, viejo amigo de Israel, cre¨® en marzo un grupo de trabajo en el seno del Gobierno sueco para elaborar un borrador de plan de acci¨®n. Desde el principio, la estrategia sueca fue la de tratar con la OLP y no directamente con Israel, que parec¨ªa intransigente. El objetivo era, por el contrario, presionar sobre Israel a trav¨¦s de Estados Unidos.
Jud¨ªos norteamericanos
M¨¢s que discutir su plan con EE UU, los suecos decidieron acercarse primero a los jud¨ªos norteamericanos. En abril, el subsecretario Pierre Schori, que dirigi¨® el grupo de acci¨®n, le dio un toque a un viejo amigo, Stanley Steinbaum, un dem¨®crata liberal, economista y editor en Los ?ngeles, que fue receptivo a la idea de conversaciones entre un grupo de jud¨ªos norteamericanos y dirigentes de la OLP. Tras meses de preparaci¨®n, tres jud¨ªos norteamericanos -Rita Hauser, quien encabeza la rama norteamericana del Centro Internacional para la Paz en Oriente Pr¨®ximo, con base en Tel Aviv; Dora Kass, director ejecutivo del Centro, y, Steinbaum- se reunieron en secreto por dos d¨ªas en Estocolino con Jalid al Hassan, un hombre de confianza de Arafat, cofundador de la OLP.
El Consejo Nacional Palestino hab¨ªa declarado pocos d¨ªas antes en Argel el Estado palestino y su disposici¨®n a dialogar, pero la oferta hab¨ªa sido rechazada por Estados Unidos. El Gobierno norteamericano hab¨ªa sido informado previamente de la reuni¨®n secreta de Estocolmo.
Tras una larga sesi¨®n de un d¨ªa entero, los participantes firmaron un comunicado conjunto que aclaraba los conceptos aprobados por el Consejo Nacional Palestino, incluyendo la aceptaci¨®n de la OLP del derecho de existencia del Estado de Israel y una clara renuncia al terrorismo.
Shultz recibi¨® a la delegaci¨®n sueca el 25 de noviembre. Pese a que encontr¨® interesante el documento, al d¨ªa siguiente rechaz¨® el visado para que Arafat pudiera hablar en Nueva York ante las Naciones Unidas.
Los suecos informaron al Departamento de Estado que Arafat podr¨ªa ir a Estocolmo para reunirse con un grupo de jud¨ªos norteamericanos y pidieron a EE UU que enviara una formulaci¨®n precisa del lenguaje que ellos consideraban indispensable para un di¨¢logo. Al d¨ªa siguiente, la Embajada sueca en Washington recib¨ªa la f¨®rmula exigida por los norteamericanos y una promesa de que se iniciar¨ªa el di¨¢logo tan pronto como las condiciones fueran satisfechas. Debido a que la operaci¨®n a¨²n era secreta, un diplom¨¢tico sueco llev¨® el documento a Estocolmo.
Al final de las negociaciones, el 7 de diciembre, Arafat y la delegaci¨®n norteamericana firmaron un comunicado conjunto en el que la OLP afirmaba que la correcta interpretaci¨®n de los acuerdos de Argel era que se aceptaba el derecho de Israel a existir y se declaraba la condena del terrorismo en todas sus formas. Pero las autoridades norteamericanas a¨²n no estaban conformes. Los suecos hablaron otra vez con Arafat y al final de esa jornada informaron, mediante un c¨®digo secreto, a los norteamericanos que Arafat estaba dispuesto a aceptar las condiciones norMediaci¨®n a la sueca
teamericanas en un anuncio separado. Reagan, que se reuni¨® con Shultz y George Bush para discutir estas noticias durante la estancia en Nueva York del l¨ªder 3ovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, dio autorizaci¨®n a su secretario de Estado para iniciar un di¨¢logo con Arafat si ¨¦ste pronunciaba las palabras esperadas.
Pero Arafat, por razones ignoradas, no las pronunci¨® y Shultz dijo esa noche, en conferencia de prensa, que la OLP ten¨ªa a¨²n mucho camino por recorrer. Aunque Arafat hab¨ªa acordado en principio aceptar la f¨®rmula del Departamento de Estado, dijo a los suecos que al final se hab¨ªa echado atr¨¢s pues no pod¨ªa aceptarla sin consultarlo con su Comit¨¦ Ejecutivo en T¨²nez.
Los suecos no renunciaron. Siguieron m¨¢s mensajes de intenciones entre Estocolmo y Washington, incluido un compromiso escrito de Shultz a Andersson de que Estados Unidos comenzar¨ªa de inmediato un di¨¢logo sustantivo con la OLP si Arafat aceptaba la f¨®rmula del Departamento de Estado.
El lunes 12 de diciembre, los suecos dijeron a Estados Unidos que el Comit¨¦ Ejecutivo de la OLP hab¨ªa aprobado el texto y que Arafat iba a incorporarlo en su discurso ante la Asamblea General el martes. Especialistas en Oriente Pr¨®ximo en el Departamento de Estado se quedaron pegados a sus televisores durante hora y media para ver la retransmisi¨®n en directo del discurso en Ginebra. Shultz estaba preparado para anunciar la apertura de un di¨¢logo. Los israel¨ªes fueron informados la v¨ªspera de que si Arafat cumpl¨ªa las condiciones norteamericanas, se entablar¨ªa un di¨¢logo y filtraron casi de inmediato el contenido de la discusion privada.
Pero las palabras de Arafat el martes resultaron de nuevo demasiado tibias para la Administraci¨®n norteamericana.
Hab¨ªa que encontrar una manera de que Arafat hiciera una nueva declaraci¨®n para rectificar, dijo Andersson. ?ste y sus asesores se pusieron el mi¨¦rcoles a trabajar para convencer a Arafat en dos reuniones distintas de hacer una declaraci¨®n en su conferencia de prensa que tranquilizara a Estados Unidos. Estuvieron tambi¨¦n en contacto constante con Washington por tel¨¦fono y telefax, enviando borradores de la declaraci¨®n para que fueran comentados y recibiendo las ideas de EE UU.
Queja a P¨¦rez de Cu¨¦llar
En un momento dado, Arafat se quej¨® a Javier P¨¦rez de Cu¨¦llar de que no pod¨ªa ser m¨¢s claro de lo que lo hab¨ªa sido ante la Asamblea General, pero el secretario general de la ONU le alent¨® a aceptar el plan sueco de una declaraci¨®n suplementaria.
Entre tanto, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, estaba tambi¨¦n presionando en esos momentos sobre el l¨ªder palestino para que aceptara las demandas norteamericanas. Mubarak envi¨® esta semana tres mensajes urgentes por la l¨ªnea caliente egipcia a Reagan para convencerle de que la OLP estaba cambiando y de que era crucial iniciar un di¨¢logo con Arafat.
El texto definitivo fue escrito a m¨¢quina en ingl¨¦s y luego enmendado a mano, de modo que Arafat encontr¨® dificultades al leer las primeras frases.
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