Cuesti¨®n de car¨¢cter
Al final el presidente ha logrado convencer sobre la verdadera naturaleza del problema: el problema no era pol¨ªtico sino caracteriol¨®gico. Es decir, la crisis no es un caso de mala direcci¨®n administrativa sino de mala educaci¨®n. El presidente, el Gobierno, han sido descorteses, abruptos, arrogantes, no atend¨ªan a las buenas razones de los dem¨¢s y se supon¨ªan ostentadores de la ciencia absoluta. Fueron incluso antip¨¢ticos. No se percataban, sin embargo, del mal efecto que produc¨ªan y probablemente por ello volv¨ªan a hacerlo. Sin mala voluntad exactamente sino impelidos por la natural ofuscaci¨®n natural que provoca estar demasiado ocupados. He aqu¨ª el an¨¢lisis pol¨ªtico total. Lo que necesitaba el Gobierno era una voz amiga que habl¨¢ndoles con la debida severidad les hiciera conscientes de la mala impresi¨®n que daban al pa¨ªs y a los sencillos obreros especialmente. Nada m¨¢s apropiado para ello que una huelga general. Mano de santo. Si antes se hubiera convocado antes habr¨ªa comprendido el Gobierno, con el presidente: a la cabeza, la necesidad de cambiar.El Gobierno no es detestable, la pol¨ªtica econ¨®mica no es intr¨ªnsecamente err¨®nea, la l¨ªnea de desarrollo social dista de ser perversa, pero el car¨¢cter del presidente, del vicepresidente, del ministro de Econom¨ªa y de bastantes dirigentes socialistas se hab¨ªa hecho insufrible. La huelga general ten¨ªa una expresa intenci¨®n pol¨ªtica y social, pero el fondo del asunto era mejorarles la manera de ser. Objetivo cumplido.
Ganar prestancia
La comparecencia de Felipe Gonz¨¢lez ante el Parlamento ha sido un prodigio de la ps¨ªcoterapia sindical, un peeling perfecto para fomentar la humildad, un lifting contra los rictus adustos y avinagrados. Un presidente salido de este fino tratamiento se hac¨ªa perdonar y amar. De todos los modelos de l¨ªderes con que cuenta hoy el pa¨ªs nadie posee la categor¨ªa y la prestancia del presidente. Le perjudicaba ese aire bronco de asentador de lonja con que, en ocasiones, ha despachado los asuntos, pero tambi¨¦n sobre este defecto est¨¦tico ha operado la huelga.
Por otro lado, poco a poco, los muchos viajes al extranjero han introducido al presidente Gonz¨¢lez en unos atuendos y ademanes, una p¨¢tina locucional y una leve inclinaci¨®n cervical homologables internacionalmente. Cuando ayer subi¨® al estrado, el presidente espa?ol denotaba con su estampa elegante y un punto cuitada al promotor de la paz social y la benevolencia negociada, en l¨ªnea con el l¨ªder europeo que est¨¢ aprendiendo a ser. Contra tal actitud, conciliadora y augusta (de amplias miras), las palabras de los portavoces de la oposici¨®n sonaban a intervenciones de barriada. Gonz¨¢lez, condescendiente, hasta pudo acabar d¨¢ndoles las gracias por los esfuerzos cr¨ªticos en los que se hab¨ªan afanado. No le costaba gran cosa hacerlo, cederles uno o dos puntos.
En buena medida al presidente Gonz¨¢lez le sucede frente a sus rivales pol¨ªticos nacionales lo que al Real Madrid le ha venido ocurriendo con sus rivales de la Liga espa?ola. Son un problema menor cuya resoluci¨®n es s¨®lo el primer paso hacia las importantes confrontaciones internacionales. De igual modo que el prestigio del Real se obtiene desde hace tiempo en la competici¨®n trasnacional, demostrada ya su supremac¨ªa interior, el desaf¨ªo del presidente se dirime sobre todo en Europa, una vez que aqu¨ª, a¨²n con esc¨¢ndalos (como la huelga, como el Madrid con su caso Buyo) sigue dominando la escena.
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