Indiana sin Jones

Los grandes ¨¦xitos de taquilla producen en Hollywood multitud de secuelas parasitarias. El muy productivo se?or Indiana Jones no s¨®lo se sucede peri¨®dicamente a s¨ª mismo, sino que de cuando en cuando le sale de otro estudio, con menos olfato que el de Spielberg, alg¨²n imitador ocasional. Lo intenta, pero lo cierto es que el carro del h¨¦roe de Spielberg y Harrison Ford es demasiado veloz y se presta a que quienes se quieran montar en ¨¦l de carrerilla se la peguen contra los pe?ascos de la cuneta.Para mayor inri, es frecuente que estas vaciedades imitativas se apoyen, adem¨¢s de en la nada, en un brillante reparto de conocidos y simp¨¢ticos rostros. Los que intervienen en esta mediocre peliculilla de ex¨®ticos recovecos novelescos andinos es seguro que habr¨¢n vendido el prestigio de sus jetas por un buen fajo.

De otra manera no se entiende por qu¨¦ actores como Peter Falk o Jeff Goldblum, que pueden permitirse el lujo de elegir, hayan escogido meterse en esta tonter¨ªa. Nadie les niega el derecho a sentirse bien pagados por hacer el rid¨ªculo, como nadie nos puede negar el nuestro a sentirnos estafados.