Las tres almas de los sindicatos
El autor afirma que el gran debate, que ha durado casi dos a?os, suscitado por la decisi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez, antes del verano de 1987, de agotar las posibilidades de di¨¢logo y concertaci¨®n, ha hecho aflorar de pronto en UGT dos almas pol¨ªticas que s¨®lo en ocasiones excepcionales se hab¨ªan manifestado en el sindicalismo espa?ol, aunque desde hace tiempo son bien conocidas dentro del sindicalismo europeo: el alma tradeunionista y la del sindicalismo aut¨®nomo.
Estas formas de relaci¨®n de los sindicatos con la vida pol¨ªtica son desconocidas en los pa¨ªses del centro y del norte de Europa, desde Austria hasta Suecia, pasando por Alemania. No es que la actuaci¨®n de los sindicatos no repercuta sobre la vida pol¨ªtica, porque los asuntos que interesan a los sindicatos son demasiado importantes para no condicionarla. Pero una y otras actividades pertenecen a ¨¢mbitos distintos y se plantean y resuelven en instituciones y por procedimientos bien diferentes. Son los pa¨ªses en los que se practica el estilo socialdem¨®crata en la pol¨ªtica de los sindicatos.En Gran Breta?a y en los pa¨ªses latinos, sin embargo, esta separaci¨®n de funciones nunca se logr¨® del todo. El alma tradeunionista de los sindicatos postula la preeminencia del sindicato sobre el partido. Mientras el partido asume las posiciones del sindicato, no hay problemas. Cuando no es as¨ª, la reacci¨®n sindical var¨ªa desde la simple retirada de apoyo al partido, hasta los intentos de cambio de sus dirigentes. Ambas cosas son llevadas a cabo frecuentemente a trav¨¦s de la actuaci¨®n sindical durante las elecciones pol¨ªticas, manejando el arma del apoyo sindical para obligar a los dirigentes del partido a aceptar las tesis sindicales. La historia del Partido Laborista brit¨¢nico desde 1979 ejemplifica bien este movimiento y lo dif¨ªcil que resulta la recuperaci¨®n por el partido de la mayor¨ªa social del partido una vez que las Trade Unions han entrado a saco en la pol¨ªtica. A ello se refiere Felipe Gonz¨¢lez en su conferencia de prensa del 10 de febrero.
La reacci¨®n tradeunionista hab¨ªa sido tradicionalmente la adoptada por UGT en los momentos, siempre excepcionales, en que el sindicato socialista espa?ol ha abandonado su alma y sus conductas socialdem¨®cratas. Pero en esta ocasi¨®n la confrontaci¨®n con el partido ha sido tan violenta que ha liberado energ¨ªa suficiente para destapar al mismo tiempo las tradiciones tradeunionistas y las esencias autonomistas, ocultas hasta ahora en el seno del sindicato socialista. De hecho, lo m¨¢s parecido al sindicalisnio aut¨®nomo en la tradici¨®n socialista espa?ola era la modalidad socialdem¨®crata de relaciones partido- sindicato, ya que el autonomismo puro hab¨ªa encarnado hist¨®ricamente en la CNT durante el primer tercio del siglo y no hab¨ªa reaparecido con fuerza tras la transici¨®n, excepto en la USO durante la etapa en que la dirigi¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur.
Falta por saber si actualmente esas ideas han avanzado y cual pueda ser su futuro o si son utilizadas simplemente como un refuerzo de las pr¨¢cticas tradeunionistas, que parecen mayoritarias en la ejecutiva.
Ideas tradeunionistas
Las ideas tradeunionistas dentro del sindicato no suelen defenderse de forma expl¨ªcita, sino que pueden constituir durante largo tiempo pautas de conducta no expresadas o negadas p¨²blicamente, ya que son objeto de un amplio rechazo entre los socialistas y son consideradas como una forma subrepticia de influencia pol¨ªtica. Los ciudadanos desean que quien act¨²a en pol¨ªtica lo haga abiertamente y defienda sus ideas en las elecciones generales.
Probablemente por esa raz¨®n la ¨²nica persona que se ha atrevido a defender p¨²blicamente una pol¨ªtica tradeunionista sea Justo Fern¨¢ndez, el dirigente ugetista de la Federaci¨®n de Banca, y precisamente en el momento en que decid¨ªa abandonar su puesto, dos a?os despu¨¦s de haber conducido a su organizaci¨®n a la derrota m¨¢s sonada de cuantas sufriera UGT en las elecciones sindicales del oto?o de 1986.
Ello ejemplifica bien otro de los rasgos tradeunionistas: el trabajo sindical en las empresas y en la vertebraci¨®n sociolaboral de la industria no es lo principal para definir al sindicato; m¨¢s bien ¨¦ste se distingue por su capacidad de ejercer influencia pol¨ªtica. Si no hubiera algo de esto y UGT se volcase en las tareas estrictamente sindicales necesitar¨ªa de todas sus energ¨ªas y no ir prescindiendo, como viene haciendo, de los dirigentes y cuadros socialdem¨®cratas.
Desde la salida voluntaria de Jos¨¦ Luis Corcuera, hace ya tres a?os, UGT no ha dejado de desangrarse y de derrochar energ¨ªa sindical con tal de hacer prevalecer la unanimidad en lo que respecta al alineamiento de la organizaci¨®n en la pol¨ªtica general, y muy en particular en las actitudes frente al PSOE.
La l¨ªnea mayoritaria de UGT, encabezada por Nicol¨¢s Redondo, viene desliz¨¢ndose desde hace tiempo hacia una pol¨ªtica tradeunionista, por mucho que se desmienta reiteradamente. Seg¨²n las afirmaciones p¨²blicas, lo que se pretende no es da?ar al Gobierno ni reclamar cambios en el partido: basta con que el Gobierno cambie de pol¨ªtica y volver¨¢ a tener el pleno apoyo de UGT, como repite incansablemente Ant¨®n Sarac¨ªbar desde que Nicol¨¢s Redondo lo afirmase ante el ¨²ltimo congreso del PSOE. Pero como la idea de que los dirigentes de un partido puedan cambiar sus convicciones y sus pol¨ªticas precisamente cuando est¨¢n dando resultados favorables resulta pueril, lo que impl¨ªcitamente se est¨¢ reclamando es un cambio de liderazgo. El mensaje hasta estos ¨²ltimos tiempos se hab¨ªa mantenido en un tono algo cr¨ªptico, mientras se tanteaba para ver si sal¨ªan candidatos a l¨ªder de recambio dentro del partido.
Aventurerismo pol¨ªtico
Por fortuna no es frecuente que los dirigentes socialistas se dediquen al aventurerismo pol¨ªtico. Ahora, sin embargo, los dirigentes ugetistas han lanzado una escalada pol¨ªtica solicitando el apoyo pol¨ªtico de los grupos parlamentarios en el debate del Estado de la Naci¨®n y amenazando con ofrecer el apoyo electoral de sus afiliados "al partido o partidos que incorporen sus reivindicaciones al programa electoral".
Por eso el fracaso de esta ronda del di¨¢logo social se encontraba ya en la actitud inicial de UGT, al romper con el modelo global que hasta 1986 hab¨ªa permitido llegar a acuerdos. El rechazo de cualquier intercambio pol¨ªtico -como se denomina en Italia a la concertaci¨®n- para no legimitimar al Gobierno hac¨ªa inviable el di¨¢logo social, salvo si el Gobierno sal¨ªa de la negociaci¨®n rendido y derrotado. Esa es la raz¨®n de no querer ni siquiera examinar en las mesas de negociaci¨®n la coherencia del cuadro de reivindicaciones, o de pedir por un lado un cambio radical de la pol¨ªtica econ¨®mica y social y por otro negarse a discutirla, no fuera a ser que tuviesen que corresponsabilizarse en algo.
El fracaso derivaba de la t¨¦cnica de negociaci¨®n empleada, que era un calco de la que se usa en la negociaci¨®n colectiva. Pero esa t¨¦cnica s¨®lo es adecuada para resolver conflictos entre representantes de intereses contrapuestas. ?Se pretend¨ªa con ello colocar al Gobierno en la posici¨®n de adversario de los intereses de los trabajadores? Con un Gobierno socialista eso conduce a un callej¨®n sin salida.
En esas condiciones el ¨¦xito de la concertaci¨®n s¨®lo se habr¨ªa producido si el Gobierno hubiera aceptado desempe?ar un papel contrario a su ideolog¨ªa y entregar a los sindicatos la responsabilidad y la iniciativa en el cumplimiento de su propio programa electoral.
Eso es lo que parecen desear los dirigentes autonomistas de UGT, que parecen haber adoptado tesis ¨¢cratas, seg¨²n las cuales la pol¨ªtica es sin¨®nimo de dominaci¨®n y s¨®lo el sindicalismo representa posiciones progresistas. La actuaci¨®n de los tradeunionistas conduce a resultados pr¨¢cticos parecidos, ya que de lo que tratan es de aumentar su grado de influencia en el partido, con lo que, seg¨²n ellos, lo har¨ªan m¨¢s progresista. En ambas estrategias la erosi¨®n electoral del PSOE es una fase obligada. Lo grave del asunto es que el ¨¦xito, improbable, de cualquiera de estas pol¨ªticas debilitar¨ªa el liderazgo social de los socialistas, con lo que posiblemente se reforzar¨ªa el protagonismo sindical ante gobiernos m¨¢s d¨¦biles. ?Es eso lo que buscan? Porque lo parad¨®jico es que una situaci¨®n as¨ª a quien favorece realmente es a la derecha sociol¨®gica, que cuenta con poderes f¨¢cticos, nada necesitados de la acci¨®n correctora del Estado. ?Merece la pena romper as¨ª una tradici¨®n centenaria?
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