"Le?a al mono hasta que hable ingl¨¦s"
La actuaci¨®n de los sindicatos, criticada por su distanciamiento con el Gobierno, ha llevado a la Secretar¨ªa General de Empleo a calificarlos como parte de una "estrategia de desmigajamiento de las instituciones pol¨ªticas". Para Pe?a, el papel de las centrales es clave a la hora de conseguir una sociedad m¨¢s vertebrada
En los ¨²ltimos meses, d¨ªas o minutos que no recuerdo bien, me ha tocado en suerte leer varios art¨ªculos de ?lvaro Espina, que van desde la concertaci¨®n social hasta los Balcanes, pasando por el alma espero que inmortal de los sindicatos. El hecho es singular y merece comentario, y no s¨®lo por la sorprendente proliferaci¨®n, sino porque el autor adem¨¢s de fecundo es tambi¨¦n secretario general de Empleo y Relaciones Laborales. O O sea, de aquel ¨®rgano de la Administraci¨®n presuntamente ideado para mantener una saludable relaci¨®n con los sindicatos. Pero claro, afirmar "que se est¨¢n convirtiendo en la punta de lanza de las m¨²ltiples fuerzas que trabajan actualmente en Espa?a en favor del desmigajamiento de las instituciones pol¨ªticas" no parece que ayude mucho a estrechar amistades. Por otra parte, yo no s¨¦, pero tengo mis dudas que cosas de este estilo le sean ¨²tiles para alcanzar un acuerdo en la Mesa sobre el Empleo. En fin.En todo caso no es ahora mi intenci¨®n analizar cr¨ªticamente el pensamiento de ?lvaro Espina; si lo saco a colaci¨®n es porque me sirve de paradigma de las variopintas salidas, interpretaciones y propuestas, a menudo incongruentes (es decir, que carecen de relaci¨®n con el objetivo deseado), que los m¨¢s aplicados l¨ªderes del PSOE y del Ejecutivo gustan ofrecer desde hace ya, ay de m¨ª, m¨¢s de tres meses. Y todas ellas me ayudan a reflexionar sobre un par de cosas que me parecen obvias. Miren ustedes, si nos encontramos ante un problema que consideramos grave nuestra conducta al respecto parece que debe cumplir dos requisitos m¨ªnimos: que aquello que podamos hacer o decir no agrave a¨²n m¨¢s la situaci¨®n, y en la medida de lo posible, que nuestro comportamiento ayude en algo a la soluci¨®n del problema. Pero la estrategia de "le?a al mono hasta que hable ingl¨¦s", no creo yo que d¨¦ mucho de s¨ª, entre otras cosas porque los monos, con la incre¨ªble tozudez que caracteriza a su especie, se empecinan en no aprender ni una sola palabra. Tampoco es que cunda mucho la estrategia alternativa de "yo soy la verdad y la vida", porque, qu¨¦ les voy a decir, el personal es muy susceptible y muy tiquismiquis, y se molesta cuando le llaman tonto.
Quiz¨¢ el meollo de la cuesti¨®n es que no todos los afectados juzgan el problema de la misma manera. Pues si se piensa como Modigliani, y tantos otros, que los sindicatos son dinosaurios, torpes y engorrosos vestigios del pasado, pues bueno, cuanto antes soltemos el lastre, mejor. Lo que pasa es que ya est¨¢ todo escrito, y lo que intuyen o quieren descubrir los modernos de aqu¨ª ya lo escribi¨®, hace m¨¢s de cuatro a?os en Francia, Fran?ois des Closets; se llamaba aquello C¨®mo acabar con la sindicatocracia, y pronto se convirti¨® en el furioso libro de cabecera de los j¨®venes leones.Los efectosPero, c¨®mo no, tambi¨¦n pueden pensarse otras cosas y estimar, por ejemplo, que la quiebra entre el PSOE y el mundo sindical puede acabar produciendo, tres efectos bastante poco atractivos: la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta, la orfandad y la imposibilidad de transformar y vertebrar la sociedad espa?ola.
Poca gente en el PSOE duda que el desgarro sindical no vaya a repercutir electoralmente, y si a ello a?adimos que la actual mayor¨ªa absoluta es exigua, lo m¨¢s probable es que ¨¦sta no se repita. Y llegados a este punto nadie sabe si se gobernar¨¢ o no en coalici¨®n, y con qui¨¦n, en su caso, convendr¨¢ pactar. Lo cierto es que el escenario que se avecinaba era de ensue?o: consolidaci¨®n europea, reactivaci¨®n econ¨®mica, comienzo del fin del terror... Y todo esto -y lo gordo es que sin saber todav¨ªa muy bien por qu¨¦- se ha venido abajo, y por culpa de unos indocumentados! Bueno, pues cambian dos respuestas: repetir que "los sindicatos no se han parado a considerar los contenidos de las propuestas del Gobierno" -claro, como son imb¨¦ciles-, "que se est¨¢ reclamando un cambio del liderazgo" y que la UGT va con malas compa?¨ªas y se est¨¢ echando a perder. O callarse un poco, meditar, e intentar comprender para recomponer. Pero tal como est¨¢n las cosas muchos representantes del socioiluminismo parecen batallar por la mayor¨ªa relativa, quiz¨¢ porque como dijera una de sus m¨¢s influyentes reinonas: "A m¨ª lo que me pide el cuerpo es el giro social, as¨ª se iban a enterar esos desgraciados lo que cuesta un peine".
Este primer efecto de la quiebra sindical parece el m¨¢s clarito de todos. Todos lo comprenden perfectamente, y todos, aunque s¨®lo sea por motivos ego¨ªstas, est¨¢n interesados en solucionarlo. Lo que, sin embargo, ahora pasamos a comentar ya no es patrimonio de todos los socialistas, pero s¨ª de bastantes que de repente se han encontrado hu¨¦rfanos de modelo y afectivamente escindidos. Y, en estos momentos, van de esquizofr¨¦nicos por la vida. Para ellos la pol¨ªtica socialdem¨®crata era algo m¨¢s que una f¨®rmula magistral que cada a?o, o cada cuatro, se acordara con los sindicatos, y a vivir. S¨ª, era algo m¨¢s; era una convivencia, una relaci¨®n especial que se establec¨ªa con las clases trabajadoras a quienes se consideraba objeto prioritario y sost¨¦n fundamental de gobierno. Era continuar una historia, participar en un proyecto de futuro.
El sindicato era algo m¨¢s que el interlocutor social, como ahora se dice, era el aliado natural, porque la acci¨®n de gobierno favorec¨ªa necesariamente a sus representados. Era, para qu¨¦ enga?arnos, el ¨²ltimo depositario de la se?a de identidad. Y es importante saber qui¨¦nes somos y de d¨®nde venimos, ?porque si no sabemos de d¨®nde venimos, c¨®mo vamos a saber a d¨®nde vamos?, Gramsci dixit.
Quiz¨¢ para los se?ores de la estad¨ªstica esta orfandad signifique poco, porque al fin y al cabo ?c¨®mo se cuantifica este desasosiego y esta desilusi¨®n en la contabilidad nacional?
Es habitual que destacados dirigentes del PSOE y del Gobierno se quejen de dos cosas: vendemos mal, lo que hacemos y la sociedad espa?ola est¨¢ desvertebrada, es poco solidaria, est¨¢ muy corporativizada... La famosa carencia de sociedad civil.
Puede que no sea verdad, que yo no lo s¨¦, que "el buen pa?o en el arca se vende", pero a nadie se le escapa que esta sociedad de nuestros pecados est¨¢ poco socializada, cada uno va a su aire y, como sigamos as¨ª, la plaga de Espa?a-es-el-pa¨ªs-m¨¢s-moderno-y-divertido-del-mundo puede acabar con nosotros el d¨ªa menos pensado. Y aqu¨ª volvemos a lo de siempre: en cualquier sociedad el elemento integrador por antonomasia es el trabajo. A trav¨¦s de ¨¦l se produce la incorporaci¨®n de los j¨®venes al cuerpo social, con ¨¦l se transforma la sociedad, con ¨¦l se corrigen las desigualdades, ¨¦l crea la riqueza y el bienestar. Y guste o no, es el sindicato quien mejor lo representa.
Ser¨ªa normal pensar que siendo el sindicato la organizaci¨®n intermedia de masas por excelencia y el depositario, como dec¨ªamos, del valor trabajo, su participaci¨®n en las tareas de vertebrar -y transformar la sociedad fuera esencial. Y no creo que se necesitase un gran esfuerzo de imaginaci¨®n para darse cuenta que la devaluaci¨®n del factor trabajo, que desde hace tiempo venimos padeciendo, iba paulatinamente a provocar la deserci¨®n sindical. Es decir, y para m¨ª esto es importante, que se ha producido por algo m¨¢s que por el fracaso en la concertaci¨®n.
Vivimos en una sociedad m¨¢gica donde las cosas parece como si cayeran del cielo, en la que nada pintan quienes las producen, en un pa¨ªs imaginario en el que los trabajadores no han tenido nada que ver con el control de la inflaci¨®n y el incremento de la riqueza. Todo lo conseguido se ha debido al acierto de discretos (antes) y elegantes se?ores, sacerdotes de la alta pol¨ªtica y las finanzas, que con esfuerzo y abnegaci¨®n han descubierto las palabras m¨¢gicas, y han tenido el coraje de decirlas: ?Espa?a, lev¨¢ntate y anda!... Y si ahora el sindicato se interpone en su andadura, nada m¨¢s razonable que quitarlo del medio e inventarse otra cosa. Porque con ¨¦l o sin ¨¦l la pol¨ªtica de sal¨®n seguir¨¢ existiendo: razonable, certera, incontrovertible, innegociable...
Y claro que seguir¨¢ existiendo, ?por qu¨¦ no?, pero con dos matizaciones: que no se conseguir¨¢ el objetivo de una sociedad m¨¢s vertebrada, m¨¢s igualitaria, y, lo que para algunos puede resultar m¨¢s grave, que puede que esta pol¨ªtica la hagan otros.
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