Sombrero
Si el PSOE llega a acuerdos sustanciales con el PP, ¨¦ste podr¨ªa abandonar la caza del pol¨ªtico fard¨®n o manirroto, que tanto ¨¦xito le ha proporcionado, por ejemplo, al se?or Ramallo. El CDS o IU podr¨ªan caer entonces en la tentaci¨®n de heredar este fipo de actividad, sumi¨¦ndonos en la m¨¢s absoluta miseria cr¨ªtica. Claro que quiz¨¢ sea ¨¦ste el niejor momento para que el PSOE se plantee la cuesti¨®n, antes de que le vuelva a estallar alg¨²n abrigo de pieles en las narices. "Los rojos no llevaban sombrero" fue un eslogan comercial de gran ¨¦xito en la posguerra. El partido socialista debe decidir si sus prohombres y promujeres van a llevar o no sombrero -y por extensi¨®n galas de elevado coste- y, en caso afirmativo, qui¨¦n ha de pagar el sombrero.Razones hay que abonan cualquier opci¨®n sobre tan delicado tema. El atuendo refinado facilita las negociaciones con los potentados y favorece el aura de poder. La austeridad, y aun el desali?o, ayuda a mantener la imagen de partido desheredado. La tradicional prudencia del PSOE obliga quiz¨¢ a un guardarropa doble o mixto. Personalmente me inclino porque el sombrero lo paguemos los contribuyentes. Nada me deprime tanto como la idea de que mis gobernantes anden acuciados por sus sastres y modistas y pierdan su tiempo en hacerles las falsas promesas que en todo caso han de dirigir al pueblo para su consuelo. No me apletece tener que compadecerme de quien me meti¨® en la OTAN o permite la especulaci¨®n del suelo porque le brillen los fondillos de los pantalones.
Austera o triunfadora, el PSOE debe decidir su imagen sin mayores dilaciones. De lo contrario, empezaremos a pensar que tambi¨¦n ¨¦l obtiene r¨¦ditos de la ingenua indignaci¨®n con la que el pueblo pica ante el cebo de un esc¨¢ndalo. Asusta pensar que alguien pueda estar disciplinadamente atiborr¨¢ndose de langostinos o encarg¨¢ndose calzoncillos de seda a cargo del Estado para que, ante una grave decisi¨®n pol¨¦mica, la atenci¨®n p¨²blica pueda ser distra¨ªda con el descubrimiento de sus desmanes.
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