Estrenada con ¨¦xito en Grenoble 'Le voyage', obra teatral de Manuel V¨¢zquez Montalban
En la gran sala (1.300 localidades) de Le Cargo (Maison de la Culture de Grenoblel el Centre Dramatique National des Alpes (CDNA) estren¨® anteayer Le voyage ou les cadavres exquis, de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, en traducci¨®n de Georges Tyras. El espect¨¢culo, que obtuvo gran ¨¦xito, es una producci¨®n del CDN A en la que colabora el Centre Dram¨¤tic de la Generalitat, el cual aporta 2,5 millones de pesetas a la producci¨®n del CDNA, y el pr¨®ximo mes de noviembre coproducir¨¢ el mismo espect¨¢culo (en versi¨®n catalana de Josep Maria Benet i Jornet, con actores catalanes) en el teatro Romea, dentro del marco del Festival de Tardor.
Sorprendentemente, ni el conseller de Cultura, ni ning¨²n otro funcionario del Departamento de Cultura de la Generalitat se ha desplazado a Grenoble para asistir al estreno de Le voyage, al igual que no ha acudido ning¨²n representante del Ayuntamiento de la capital catalana, hermanada con Grenoble.Para el p¨²blico del CDNA, Le voyage se vende como "la obra teatral que V¨¢zquez Montalb¨¢n (principalmente conocido en Francia por su serie de novelas protagonizadas por el detective Carvalho) ha escrito para Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s", director del espect¨¢culo y co-director, con Chantal Morel, del CDNA; una obra teatral escrita "a partir de su novela El pianista". Asimismo, el p¨²blico del CDNA tiene la oportunidad de leer en el programa de mano que "el encuentro con Manuel" -cito al director, Garc¨ªa Vald¨¦s- "simboliza casi inconscientemente una primera tentativa de cambiar el eje de la creaci¨®n teatral contempor¨¢nea en Europa, grandemente influida por los autores alemanes, y abrirla hacia otros pa¨ªses, como Italia y Espa?a". Y entre los "nuevos autores espa?oles", Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s menciona a F¨¦lix de Az¨²a, Javier Tomeo, ?lvaro Pombo y Eduardo Mendoza.
Tal afirmaci¨®n es de una ligereza imperdonable, puesto que los citados no son autores teatrales, y mal veo yo a F¨¦lix de Az¨²a intentando cambiar el eje de la creaci¨®n teatral contempor¨¢nea en Europa despu¨¦s del vac¨ªo que deja su admirado (admiraci¨®n a la que me sumo) Thomas Bernhard y, mientras ese otro coloso, Peter Handke sigue ah¨ª, vivito y coleando. Adem¨¢s, la obra teatral de V¨¢zquez Montalb¨¢n no es otra cosa que la adaptaci¨®n teatral de una novela, realizada con una gran, extrema fidelidad a aqu¨¦lla, lo que no siempre redunda en beneficio de la pi¨¨ce.
En un principio, Le voyage era esto, el viaje a trav¨¦s de los tejados de la Barcelona vencida y humillada de los alrededores de la plaza del Padr¨®, a mediados de los a?os cuarenta. Un viaje a la busca y captura de un piano, tal y como ¨¦ste se narra en la segunda parte de la novela El pianista. Terminado el viaje, Andr¨¦s, uno de los personajes de aquel lumpen de las azoteas, versi¨®n pat¨¦tica de les enfants du paradis, contaba en un ep¨ªlogo la suerte que corrieron sus compa?eros.
En la adaptaci¨®n que se estren¨® en Grenoble, ese viaje se mantiene, desaparece el ep¨ªlogo, y se incorpora una primera parte que se sit¨²a en el Par¨ªs de 1936, durante la conmemoraci¨®n del 14 de julio, donde el pianista (Albert Rosell) se enfrenta con su compa?ero Luis Doria y decide partir hacia Espa?a para alistarse en el ej¨¦rcito republicano que combate a los rebeldes. Esta primera parte est¨¢ bien resuelta y no molesta, todo lo contrario.
Pero, despu¨¦s del viaje propiamente dicho viene una tercera parte, y esa s¨ª presenta serios problemas. Esta tercera parte corresponde a la primera de la novela y transcurre en Barcelona, en un cabar¨¦, el a?o 1985.
Ajuste de cuentas
Esta tercera parte nada tiene que ver, en mi opini¨®n, con el viaje por los tejados, que es el plato fuerte de ese espect¨¢culo. Claro que podr¨¢ aducirse que el pianista de ese cabar¨¦ es el viejo y vencido Albert Rosell, el cual, entre cancioncilla y cancioncilla, interpreta retazos de la M¨²sica callada de Mompou. Pero es un argumento que, teatralmente hablando, no convence: Albert Rosell, teatralmente hablando, desaparece cuando halla el piano.Despu¨¦s de ver Le voyage, excelentemente servido por Garc¨ªa Vald¨¦s y sus doce int¨¦rpretes (entre los que se cuentan gente de la talla de Gilles Arbona, Sylvie Milhaud y Patrick Zimmermann), con una espl¨¦ndida escenograf¨ªa de Jean-Pierre Vergier, iluminada por el maestro Andr¨¦ Diot, uno sigue pregunt¨¢ndose si lo que ha visto es una adaptaci¨®n de la segunda parte de El pianista, debidamente reforzada con elementos de la primera y la tercera parte de la novela para dotar al personaje, a la historia, de mayor consistencia dram¨¢tica, o bien si se trata de una adaptaci¨®n teatral de toda la novela, en cuyo caso parece claro que el viaje se come el resto, y, sobre todo, ese final que en la novela nos muestra al "h¨¦roe positivo interior" de que habla el autor, y que en el escenario se reduce a una callada presencia.
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