El unicornio y la golondrina
La polic¨ªa sigui¨® la pista de los tatuajes para esclarecer la violaci¨®n del hotel Convenci¨®n
Mar¨ªa Teresa y Julia no podr¨¢n olvidar jam¨¢s el perfil de los tatuajes de F¨¦lix Mart¨ªn Ruiz, un chico guapo y elegante que la tarde del 1 de abril se dirigi¨® a ellas en compa?¨ªa de un amigo. Lo que empez¨® con la fiebre del s¨¢bado noche termin¨® en una de las violaciones m¨¢s cruentas de las que la polic¨ªa tiene memoria. El agresor fue reconocido y detenido cuando las muchachas describieron un unicornio de amplia melena y una golondrina con una inscripci¨®n en el pico. Un mes despu¨¦s de la agresi¨®n, las v¨ªctimas han volado, y la polic¨ªa sigue la pista de los tatuajes para esclarecer delitos similares.
El inspector que ha seguido las investigaciones no levanta la mano de una carpeta azul en la que hay escrita una sola palabra: violaci¨®n. Es un hombre corpulento de mirada clara, uno de esos polic¨ªas a los que el oficio ha obligado a acertar al primer golpe de vista. Frunce el ce?o, sin embargo, cuando vuelve a la pregunta que le atormenta: "?C¨®mo pudieron caer en la trampa?".El s¨¢bado 1 de abril, el term¨®metro marc¨® en Madrid una m¨¢xima de 19?. Esta temperatura se registraba en torno a las cinco de la tarde, la hora en que recorr¨ªan el paseo de las Delicias Mar¨ªa Teresa O., de 20 a?os de edad, y Julia R., de 18. Dos chicos de buena apariencia se acercaron a ellas. "Hasta aqu¨ª todo es normal", sigue el polic¨ªa, "le pod¨ªa haber pasado a mi hija".
Los chicos dijeron ser ejecutivos de paso por Madrid. Trabajaban en inform¨¢tica y estaban alojados en el hotel Convenci¨®n. Les propusieron dar una vuelta, cenar algo, ir a bailar. Tal vez Mar¨ªa Teresa y Julia se cruzaron una mirada c¨®mplice.
"Sigo sin entenderlo", dice el polic¨ªa, dando peque?os golpes a la carpeta azul: "cruzar con ellos dos palabras deb¨ªa por lo menos haber despertado serias sospechas sobre sus intenciones". Mar¨ªa Teresa y Julia subieron al coche. "Pasarnos un momento por el hotel", dijeron ellos, "a por dinero". Seg¨²n el testimonio de las j¨®venes, las navajas se blandieron ya en el autom¨®vil, y les obligaron a subir a una habitaci¨®n que no hab¨ªan alquilado. No levantaron la m¨¢s m¨ªnima sospecha en el hotel.
La llave
La polic¨ªa investiga el origen de la llave con la que abrieron la puerta, que no fue forzada. Seg¨²n los responsables del hotel, se trataba de una llave robada. No se ha descartado un posible sohorno a alg¨²n empleado. Alguien que se identific¨® como el subdirector del hotel Convenci¨®n neg¨® a este peri¨®dico cualquier informaci¨®n sobre el tema, incluso el paso al establecimiento. "No se puede hablar con el vigilante que encontr¨® a las muchachas ni ver la habitaci¨®n". A?adi¨® que la polic¨ªa le hab¨ªa prohibido hablar con la Prensa. El escenario del crimen permanece mudo.La puerta de una habitaci¨®n de la tercera planta del hotel Convenci¨®n se cerr¨® a las siete de la tarde. Hora y media despu¨¦s, Mar¨ªa Teresa y Julia se atrevieron a salir. Un vigilante jurado las encontr¨® chorreando sangre, con cortes en la cara y hematomas visibles. Estaban medio desnudas, envueltas en l¨¢grimas. No dej¨® que se marcharan.
?Qu¨¦ ocurri¨® entre las siete de la tarde y las 20.30? El relato de las vejaciones a las que fueron sometidas incluye todas las torturas que una persona humana puede soportar. Despu¨¦s de violarlas en repetidas ocasiones, las penetraron analmente, les obligaron a masturbarles y a masturbarse, les forzaron a fingir el acto sexual entre ellas y les pegaron con los pu?os y con toallas mojadas. Luego aparecieron las navajas. Las chicas presentaban cortes en la cara y en diversas partes del cuerpo.
'Ni?as bien'
Las vejaciones continuaron. Se dijo que eran ni?as bien que ejerc¨ªan una prostituci¨®n selecta; se dijo que eran prostitutas que se hab¨ªan equivocado de clientes. "Ni una cosa ni otra. Eran chicas normales que cayeron en manos de un indeseable", dice el polic¨ªa.El indeseable, F¨¦lix Mart¨ªn Ruiz, tiene una hija y vive en M¨®stoles con su compa?era y con su madre. La polic¨ªa sospecha que es autor de varias violaciones m¨¢s y sigue la pista del unicornio. Le achaca, en particular, otra cometida el 11 de enero, cuando cuatro j¨®venes recogieron a una pareja que sal¨ªa de una discoteca cercana a Madrid y se ofrecie?ron a llevarles al centro. Los agresores echaron del coche al muchacho a los pocos metros y forzaron a su novia en la Casa de Campo. La polic¨ªa acusa a F¨¦lix Mart¨ªn Ruiz no s¨®lo de la violaci¨®n, sino de obligar a sus tres acompa?antes a seguir su ejemplo "para correr la misma suerte". La muchacha describi¨® el unicornio.
Al violador le defienden dos mujeres: su abogada y su madre. La madre trata de justificarle: "El problema es que mi ' marido nos abandon¨® cuando F¨¦lix ten¨ªa cuatro a?os y le qued¨® una especie de trauma. Mi marido era polic¨ªa, y ¨¦l es capaz de realizar con frialdad cualquier acto que vaya contra la ley". La polic¨ªa le ha considerado "un violador nato". Su c¨®mplice permanece huido.
Un mes despu¨¦s de los hechos, la terrible violencia generada en el hotel Convenci¨®n parece haberse diluido. O quiz¨¢ se ha integrado en el ambiente. Julia desapareci¨® hace semanas; la abogada de Mar¨ªa Teresa confirm¨® que perdi¨® la pista de su defendida hace unos d¨ªas. La madre de Mar¨ªa Teresa dijo que su hija ya no viv¨ªa en casa y que no sab¨ªa d¨®nde paraba.
S¨®lo queda el contorno de un animal mitol¨®gico que desfil¨® el primero el d¨ªa de la Creaci¨®n. Un verso de Claudio Rodr¨ªguez, el mejor poeta de este tiempo, podr¨ªa responder al polic¨ªa: "Quien busca amor no busca verdad, sino que busca dicha".
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