"En Rusia lo hemos destruido todo en los ¨²ltimos 70 a?os"
El novelista rechaza la imputaci¨®n de antisemitismo a su obra
Pregunta. La novela Agosto de 1914 fue publicada por primera vez en 1971 en ruso y ahora acaba de salir la traducci¨®n al ingl¨¦s de una edici¨®n totalmente nueva. ?Por qu¨¦ sinti¨® la necesidad de a?adir unas 300 p¨¢ginas a la versi¨®n original?Respuesta. La primera novedad que introduzco es el cap¨ªtulo sobre Lenin. Pero el origen de la mayor¨ªa de los cap¨ªtulos nuevos es que, con el paso de los a?os, he comprendido que el paso hacia la revoluci¨®n y sus causas no pod¨ªa entenderse simplemente en raz¨®n de la I Guerra Mundial de 1914. Mi idea inicial es compartida en la actualidad por la mayor¨ªa de la gente del Este y del Oeste, y defend¨ªa en su tiempo que el hecho decisivo por excelencia fue la llamada Revoluci¨®n de Octubre y sus consecuencias. Pero poco a poco he ido comprendiendo que el hecho fundamental y decisivo no fue la Revoluci¨®n de Octubre y que en realidad ¨¦sta no fue en absoluto una revoluci¨®n. Por revoluci¨®n entendemos un suceso masivo espont¨¢neo, y en octubre no ocurri¨® nada de eso. La verdadera revoluci¨®n fue la de febrero. La de octubre ni siquiera merece el nombre de revoluci¨®n. Fue un golpe de Estado, y durante los a?os veinte los propios bolcheviques lo llamaron el golpe de octubre. En la Uni¨®n Sovi¨¦tica sustituyeron consciente y artificialmente la revoluci¨®n de febrero por la de octubre.
Rueda c¨®smica
P. ?Cree usted entonces que la revoluci¨®n de febrero signific¨® una ruptura con la historia mayor que la que pudo suponer la revoluci¨®n de octubre?R. S¨ª, fue mucho m¨¢s que una ruptura. El sistema de febrero -si es que se puede llamar as¨ªni siquiera hab¨ªa empezado a implantarse cuando empez¨® a derrumbarse. Se fue derrumbando de semana en semana. El golpe de octubre simplemente recogi¨® el poder que estaba tirado en el suelo y no pertenec¨ªa a nadie.
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® titular todo el ciclo de novelas La rueda roja y por qu¨¦ denomina nudo (uzel en ruso) cada diferente etapa de la narraci¨®n?
R. Porque al fin y al cabo no se trata de las ruedas de un coche. Se trata de una rueda c¨®smica gigante, como una galaxia espiral, una rueda enorme en la que, una vez que se pone en marcha, todos, incluidos aquellos que giran dentro de ella, se convierten en ¨¢tomos impotentes. Un ingente proceso imposible de detener una vez iniciado. Y he recurrido a los nudos por la siguiente raz¨®n: empec¨¦ a tratar el per¨ªodo de 1914-1922. Si tuviera que volver a escribir en detalle sobre este per¨ªodo de 1914-192?, el libro ser¨ªa demasiado largo; luego me centr¨¦ en los episodios en los que pens¨¦ que se hab¨ªa decidido el curso de los acontecimientos. ?sos son los nudos, los
momentos m¨¢s decisivos, en los que todo se enrolla y se entrelaza formando un nudo.
P. Hay una persona que usted, obviamente, admira profundamente: el primer ministro ruso Piotr Stolipin. ?C¨®mo resumir¨ªa el papel de ¨¦ste en la historia rusa?
R. Lo m¨¢s destacable es que durante los a?os en los que [StolipinJestuvo en activo, los c¨ªrculos conservadores lo consideraron el destructor de Rusia. Y los cadetes [dem¨®cratas constitucionales], que se dec¨ªan liberales, pero que en el fondo y dentro del contexto europeo eran radicales, lo llamaban conservador. En realidad era un liberal. Pens¨® que antes de crear la sociedad civil deb¨ªa crear al ciudadano, para lo cual, antes de dar a la poblaci¨®n agraria inculta todo tipo de derechos, hab¨ªa que mejorar su nivel econ¨®mico. Era una idea muy constructiva. Stolipin fue sin duda la mayor figura pol¨ªtica de la historia de Rusia en el siglo XX. Y cuando sobrevino la revoluci¨®n fue el r¨¦gimen democr¨¢tico de febrero de 1917 el que aboli¨® todas sus reformas, lo que supuso volver a empezar de cero.
Mirada al pasado
En nuestro pa¨ªs hemos estado destruy¨¦ndolo todo durante 70 a?os: la vida de la gente, su base ideol¨®gica, ecol¨®gica, moral y econ¨®mica. Es natural que la gente vuelva al pasado en busca de alg¨²n punto de apoyo, alguna idea constructiva. Est¨¢n buscando aqu¨ª y all¨¢, han acabado descubriendo las reformas de Stolipin y su forma de tratar la poblaci¨®n agraria.P. ?C¨®mo ve usted a Lenin en el conjunto de la cultura rusa?
R. Lenin ten¨ªa poco en com¨²n con la cultura rusa. Desde luego curs¨® el bachillerato en una escuela rusa. Debi¨® leer a los cl¨¢sicos rusos. Pero pose¨ªa un esp¨ªritu internacionalista. No pertenec¨ªa a una naci¨®n. Era ¨ªnter-nacional -entre naciones-. En 1917 demostr¨® pertenecer al ala de la extrema izquierda de la democracia revolucionaria. Los defensores de la democracia revolucionaria dirigieron todo lo que ocurri¨® en 1917, pero todo se les escap¨® de las manos. No eran lo suficientemente consistentes, no lo bastante despiadados, mientras que ¨¦l s¨ª fue despiadado y consistente hasta el final, y en ese sentido su aparici¨®n en la historia de Rusia resultaba inevitable.
P. El fil¨®sofo brit¨¢nico Bertrand Russell, que se declara ateo, conoci¨® a Lenin y dijo que pensaba que Lenin era la persona m¨¢s malvada que jam¨¢s hab¨ªa conocido. ?Cree usted que Lenin era malvado?
R. Nunca me encontr¨¦ con Lenin, pero puedo confirmarlo. Era de una maldad fuera de lo com¨²n.
P. ?Qu¨¦ quiere decir con malvado?
R. Absolutamente falto de piedad, de toda humanidad en su contacto con la gente, con las masas, con cualquiera que no le siguiera de forma estricta. Se volv¨ªa contra todos los que se desviaban lo m¨¢s m¨ªnimo de ¨¦l,
como los mencheviques, por ejemplo; profer¨ªa injurias, lanzaba imprecaciones contra ellos. Los odiaba. Incluso sin utilizar la palabra malvado en su sentido amplio, metaf¨ªsico, puede aplicarse a Lenin en su acepci¨®n m¨¢s general.
Acusaciones
P. Algunos cr¨ªticos lo han acusado de antisemita a ra¨ªz de su descripci¨®n del terrorista Bogrov en su libro Agosto de 1914, y un escritor incluso defini¨® su libro como "un nuevo Protocolo de los sabios de Si¨®n". ?Qu¨¦ responde a todas estas acusaciones?R. Describ¨ª a Bogrov con el mayor realismo posible, resaltando cada detalle de su vida, su familia, su ideolog¨ªa y su comportamiento. Consider¨¦ la interpretaci¨®n de su hermano como la m¨¢s correcta y convincente sobre Bogrov. En ning¨²n momento rest¨¦ importancia al impulso heroico que le movi¨®. Creo que aplicar el t¨¦rmino antisemita a Agosto de 1914 es recurrir a una t¨¦cnica sin escr¨²pulos. Antes pensaba que esto s¨®lo era posible en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El libro a¨²n no estaba a la venta porque a¨²n no se hab¨ªa autorizado su publicaci¨®n, pero la gente manifestaba con bastante ruido que era un libro despreciable, imperialista, escandaloso, odioso, etc¨¦tera. No era posible comprobar la exactitud de esos rumores porque la gente no pod¨ªa conseguir el libro.
Pero ?cu¨¢l es aqu¨ª la verdadera cuesti¨®n? La palabra antisemita se utiliza a menudo de forma inconsciente y descuidada, y su verdadero sentido se, ablanda y amolda. Quisiera proponer la siguiente definici¨®n: el antisemitismo es una actitud parcial e injusta frente a la naci¨®n jud¨ªa en su conjunto. Aceptando esta definici¨®n, est¨¢ claro que no s¨®lo no hay antisemitismo en Agosto de 1914, sino que ser¨ªa imposible que una obra de arte genuina tuviera cualquier rasgo de antisemitismo. Ning¨²n artista verdadero podr¨ªa ser parcial e injusto con una naci¨®n entera sin destruir la integridad art¨ªstica de toda su obra. Una obra de arte es siempre multidimensional, nunca est¨¢ hecha de abstracciones vac¨ªas.
Mi novela no contiene generalizaciones sobre la naci¨®n jud¨ªa en s¨ª. Al escribir un libro uno no puede preguntarse siempre c¨®mo se interpretar¨¢ tal o tal cosa. Tienes que pensar: ?qu¨¦ ocurri¨® realmente? Mi deber es describir las cosas tal y como ocurrieron.
P. ?Cree usted que La rueda roja completa se publicar¨¢ alg¨²n d¨ªa en la Uni¨®n Sovi¨¦tica?
R. No me cabe la menor duda.
P. Ha dicho usted que sus obras deben volver a la Uni¨®n Sovi¨¦tica antes de tener intenci¨®n de hacerlo usted mismo.
R. S¨ª. He trabajado en La rueda roja durante 53 a?os. Todo lo que he pensado, descubierto y madurado en mi mente ha pasado a formar parte de la obra. Si tuviera que volver a la Uni¨®n Sovi¨¦tica antes que: La rueda roja, estar¨ªa como mudo. Nadie sabr¨ªa lo que he pasado. No habr¨ªa conseguido expresar nada. Una vez que la gente lo haya le¨ªdo podremos hablar. El libro debe estar a la venta en todas las librer¨ªas de la URSS.
Pero en t¨¦rminos m¨¢s generales, mi regreso no depende s¨®lo de m¨ª. Las autoridades sovi¨¦ticas a¨²n no han levantado la acusaci¨®n de traici¨®n que pesa sobre m¨ª. All¨ª se considera que estoy sujeto a sanciones criminales por traicionar a mi propio pa¨ªs.
(Interviene Natalia Solyenitsin: "El d¨ªa anterior a ser exiliado fue acusado oficialmente de traici¨®n. Nadie ha cambiado jam¨¢s esto".)
(Sigue Solyenitsin: "Y en aquella ¨¦poca, en lugar de fusilarme, me enviaron al exilio".)
Un fin moral
P. Ha dicho usted que es un escritor seg¨²n la tradici¨®n rusa del siglo XIX. ?Qu¨¦ quiere decir con eso?R. No significa seguir estrictamente los g¨¦neros y las t¨¦cnicas art¨ªsticas de ese per¨ªodo. En absoluto. Mi material es algo totalmente fuera de lo com¨²n y por eso requiere sus propios g¨¦neros y su propia t¨¦cnica. Pero s¨ª significa mantener la responsabilidad para con el lector, para con la patria de uno y para con uno mismo, caracter¨ªstica que tambi¨¦n est¨¢ presente en la literatura rusa del siglo XIX. Escrib¨ªan de una forma muy responsable. No se andaban con juegos.
P. El novelista norteamericano Henry James describi¨® en cierta ocasi¨®n las novelas rusas como "ingentes monstruos deshilvanados, lacios. Su propia ¨¦pica en La rueda roja sumar¨¢ varios miles de p¨¢ginas, varias veces el largo de Guerra y paz. ?Hay algo en la condici¨®n rusa y en la literatura rusa que pide esa extensi¨®n de la novela por encima de la media normal en otros pa¨ªses?
R. La m¨ªa, desde luego, es muy extensa, lo reconozco. Hay un aforismo: el que olvida su propia historia est¨¢ condenado a repetirla. Si no conocemos nuestra propia historia, sencillamente tendremos que repetir todos esos mismos errores, sacrificios y absurdos una y otra vez. Este libro no est¨¢ hecho para ser le¨ªdo f¨¢cilmente, para distraerse, sino para comprender nuestra historia. Y para comprender nuestra historia me parece que mis lectores necesitan, definitivamente, este libro.
P. ?Luego desde su punto de vista la literatura sigue teniendo un fin moral, filos¨®fico y pol¨ªtico muy elevado?
R. S¨ª, en Rusia siempre ha sido as¨ª.
P. Se le ha comparado tanto con Tolstoi como con Dostoievski., tanto en lo que se refiere al argumento como a su forma de tratar la psicolog¨ªa e ideas de sus personajes. ?Cu¨¢l es su relaci¨®n con cada uno de estos dos autores?
R. Ambos me inspiran un gran sentimiento de respeto y de afinidad, si bien cada uno de una forma distinta. Mi narrativa, mi forma de entregar el material, la variedad de personajes y circunstancias me acercan m¨¢s a Tolstoi. Pero mi comprensi¨®n de la interpretaci¨®n espiritual de la historia me acerca m¨¢s a Dostoievski.
P. ?Sinti¨® usted, incluso siendo bastante joven, que su destino era escribir algo muy importante y dec¨ªrselo al mundo?
R. Aparentemente existe una especie de intuici¨®n. No sabemos de d¨®nde procede, pero la poseemos. Desde los nueve a?os sab¨ªa que iba a ser escritor, aunque ignorara sobre qu¨¦ iba a escribir. Poco despu¨¦s me consumi¨® el tema revolucionario, y as¨ª, a partir de 1936, desde mis 18 a?os, nunca he dudado de mi tema y nada podr¨ªa haberme desviado de ¨¦l. A veces tienes una extra?a premonici¨®n. Por ejemplo, empec¨¦ describiendo al general Alexander Krimov. No sab¨ªa casi nada de ¨¦l. Hice un esbozo provisional tal y como lo imaginaba, y m¨¢s tarde aprend¨ª que lo hab¨ªa descrito casi como si lo hubiese estado viendo. Fue asombroso lo bien que lo intu¨ª.
P. De joven fue usted comunista convencido, miembro del Komsomol. ?C¨®mo lleg¨® a cambiar sus ideas y a convertirse en creyente cristiano?
Regreso a la fe
R. Perm¨ªtame que lo corrija. Mis padres me educaron en el esp¨ªritu de la cristiandad y pr¨¢cticamente durante todos mis a?os de escuela, hasta cumplir los 17 o 18 a?os, yo estuve en desacuerdo con la educaci¨®n sovi¨¦tica. Ten¨ªa que ocult¨¢rselo a los dem¨¢s. Pero este campo de fuerzas que es el marxismo, tal y como est¨¢ desarrollado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, posee tal impacto que penetra en el cerebro del joven y poco a poco se impone en ¨¦l. A partir de los 17 o 18 a?os se produjo en m¨ª un cambio, y desde aquel momento me hice marxista leninista, y cre¨ªa en todas esas cosas. Viv¨ª de esta forma durante mi etapa universitaria y durante la guerra e incluso hasta en la c¨¢rcel, pero en la c¨¢rcel conoc¨ª a un ampl¨ªsimo abanico de personas. Vi que mis convicciones no descansaban sobre una base s¨®lida, no pod¨ªa salir a defenderlas, y tuve que renunciar a ellas. Entonces surgi¨® la cuesti¨®n de volver a lo que hab¨ªa aprendido de ni?o. Tard¨¦ m¨¢s de un a?o o as¨ª. Otros creyentes ejercieron cierta influencia sobre m¨ª, pero fue b¨¢sicamente una vuelta a lo que hab¨ªa pensado antes. Tambi¨¦n me conmovi¨® profundamente el hecho de estar muri¨¦ndome. A los 34 a?os me dijeron que no podr¨ªa salvarme, y despu¨¦s reviv¨ª. Este tipo de trastornos siempre tiene un impacto en las convicciones de una persona.P. Sus ideas sobre la fe cristiana de la ortodoxia rusa y sobre el nacionalismo ruso han llevado a ciertos cr¨ªticos a acusarle de chovinista y xen¨®fobo. ?Es usted un nacionalista ruso?
R. Es extraordinario comprobar hasta qu¨¦ punto me han difamado. Le citar¨¦ algunas de las acusaciones contra m¨ª: que soy abogado de la teocracia, que quiero que el Estado sea gobernado por sacerdotes. Nunca he escrito nada de eso. Tambi¨¦n me dicen que tengo nostalgia de los zares y que quiero que Rusia vuelva al zarismo. Aparte de que s¨®lo un idiota piensa que se puede volver al pasado, no he escrito nunca nada parecido. Todo surge de que en la URSS se ha presentado una imagen menos que humana de Nicol¨¢s II, se le ha descrito como un mono, como el ¨²ltimo de los canallas, mientras que yo lo describo como una persona real, como un ser humano. En otras palabras, me he apartado de la norma.
Hay quien distorsiona conscientemente las cosas, otros no se molestan en comprobar sus fuentes. Es un hecho que me hace avergonzarme de los periodistas. Nadie cita nunca nada. Y lo mismo ocurre con la acusaci¨®n de que soy un nacionalista. Soy un patriota. Amo a mi patria. Quiero que mi pa¨ªs, que est¨¢ enfermo, que ha sido destruido a lo largo de 70 a?os y que est¨¢ al borde de la muerte, reviva. Pero eso no me convierte en nacionalista. No quiero limitar los derechos de nadie. Cada pa¨ªs tiene sus propios patriotas, que se preocupan por su destino.
P. ?C¨®mo explica usted los violentos sentimientos que sus opiniones provocan?
R. En Europa, la respuesta que recibo es muy variada. Pero en la URSS y en EE UU es como una producci¨®n en cadena: todas las opiniones sobre mi son exactamente iguales. Puedo entenderlo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Se debe al Politbur¨®. Aprietan un bot¨®n y todo el mundo dice lo que ordena el Politbur¨®. Pero en Estados Unidos la moda tiene una gran importancia. Si los vientos de la moda soplan en una direcci¨®n, todo el mundo escribe en esa misma direcci¨®n con perfecta unanimidad.
? Time, 24 de julio de 1989.
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