La laguna inaudita
Venecia vive enfrentada a un futuro incierto y dominada por los efectos del concierto de Pink Floyd
El domingo 16 de julio, la ma?ana siguiente al ya famoso concierto de Pink Floyd, la plaza de San Marcos apareci¨® inundada de la basura incontrolada de los 200.000 j¨®venes que se concentraron para ver de cerca, y gratis, a estos colosos del rock tranquilo. Pero ese no fue el ¨²nico efecto Pink Floyd sobre la laguna de Venecia. Aquella basura, que la Prensa italiana ha reiterado en sus primeras p¨¢ginas como la evidencia de que Venecia ha sido insultada, desapareci¨® pronto, porque la retir¨® el Ej¨¦rcito, pero sus consecuencias parece que no desaparecer¨¢n jam¨¢s.La basura que dej¨® atr¨¢s este concierto espl¨¦ndido ha servido para que Venecia vuelva a plantearse su futuro. Nadie ha puesto reparos a la m¨²sica de Pink Floyd, que son¨® como un s¨ªmbolo enigm¨¢tico sobre las aguas de la laguna, ni nadie ha lanzado invectivas contra los j¨®venes que acudieron a bailar con ellos en una noche que parec¨ªa hecha para escuchar precisamente esa m¨²sica.
Lo que los venecianos han dicho es que esta ciudad no se hizo para acoger acontecimientos de este tipo, que una poblaci¨®n de 80.000 habitantes no se puede multiplicar de esa manera sin hacer las previsiones adecuadas -servicios p¨²blicos, que no se pusieron a disposici¨®n de los asistentes; alojamientos, que fueron sustituidos por el legendario pavimento de esta ciudad de agua- y que Venecia ha de debatir de nuevo si quiere ser una ciudad del pasado o una ciudad capaz de abrir sus puertas a las amenazas del futuro.
Pero en el fondo de toda la pol¨¦mica desatada por el concierto de Pink Floyd reside una cuesti¨®n a¨²n m¨¢s desgarrada, porque contiene unos aspectos econ¨®micos y culturales de primera magnitud que pueden hacer cambiar para siempre el aspecto de Venecia. Esa cuesti¨®n es la propuesta celebraci¨®n en la ciudad de la laguna de la exposici¨®n universal del 2000, una iniciativa que tiene el sustento pol¨ªtico del gran dogo veneciano Gianni de Michelis, capo socialista que acaba de ser nombrado por el democristiano Andreotti sucesor suyo en el Ministerio de Asuntos Exteriores veneciano.
"No" al concierto
Antonio Casselatti, el alcalde republicano de Venecia que dijo no al concierto de Pink Floyd y que luego soport¨® con estoicismo las consecuencias de su celebraci¨®n, nos dijo la pasada semana en su despacho que la celebraci¨®n de esa expo multiplicar¨ªa los peligros que hoy padece la ciudad. "Venecia no puede estar continuamente llamando a la gente para que venga", dec¨ªa Casselatti, "y la expo atraer¨ªa a Venecia a seis millones de visitantes en seis meses. ?C¨®mo lo vamos a soportar?". Alternativamente, Casselatti propone incrementar el n¨²mero de empresas ligeras que pueden operar desde Venecia para que esta ciudad tenga vida y no sea un museo en el que habita cada d¨ªa menos gente, expulsada por la presi¨®n de la carest¨ªa. Nereo Laroni, el ex alcalde socialista de Venecia, mano derecha conocida de De Michelis en la ciudad, actual asesor de Cultura del Ayuntamiento que ¨¦l mismo presidi¨®, est¨¢ en el centro de toda esta pol¨¦mica, porque no s¨®lo es, con el nuevo ministro de Exteriores, el principal aval de la idea de la expo, sino porque fue el que decidi¨® con su peso que fuera celebrado el concierto de Pink Floyd. Una semana despu¨¦s de que tuviera lugar, Laroni explicaba a este peri¨®dico que, en efecto, "el concierto de Pink Floyd ha sido una opci¨®n err¨®nea, gestionada de manera err¨®nea", pero que de esa lecci¨®n no deb¨ªan extrapolarse consecuencias para extinguir el deseo de algunos de celebrar la expo del 2000 en Venecia. "La expo del 2000", nos declar¨® Laroni, "es una idea que se est¨¢ estudiando y que est¨¢ s¨®lo formalmente centrada sobre la ciudad de Venecia. Ciertamente, en la decisi¨®n sobre este punto debemos tener en cuenta la fragilidad del tejido urbano y de la compatibilidad del mismo con un impacto de masas".
La "expo" de 12000
Casselatti, al que se le atribuye un enfrentamiento indestructible con Laroni, opina que ese impacto ser¨ªa fatal, y se muestra contrario a la expo. Ahora bien, no cree que Venecia deba ser conservada "como un museo, sino como un monumento en el cual se ha de vivir para que no se convierta en Pompeya o en una mera exposici¨®n". Un arquitecto especializado en restauraciones, Pepino Cristinelli, nos defini¨® gr¨¢ficamente cu¨¢l es el dilema de Venecia ante el futuro: "?A usted le gusta el ajo? ?A usted le gusta el chocolate? Pues si le gustan ambas cosas y las come juntas cometer¨ªa un disparate". Un concejal veneciano, comunista, Francesco Artale, dio por respuesta sobre su opini¨®n de cu¨¢l ser¨¢ el futuro de Venecia un dibujo, el campanile de San Marcos cubierto de agua, y una imagen cinematogr¨¢fica: la secuencia de Apocalypse now cuando una ventana se abre sobre el mar de Saig¨®n y el protagonista dice para s¨ª: "Mierda".
Esa exageraci¨®n veneciana oculta una preocupaci¨®n muy grave, que era evocada en mesas separadas por dos grandes periodistas italianos, Eugenio Scalfari, de La Repubblica, e Indro Montanelli, de Il Giornale. El primero ha escrito, incendiario: "No es casualidad que entre los patrocinadores de la operaci¨®n Pink Floyd haya estado aquel Nereo Laroni, alcalde procesado que posteriormente reapareci¨® en la escena pol¨ªtica como asesor de cultura, cuyo protector no es otro que el insuperable Gianni de Michelis, tan veneciano como tenaz en la promoci¨®n de su Venecia Exposici¨®n Universal del 2000, llena de viaductos, pasos elevados que comunican una isla con otra, subterr¨¢neos interlagunares y otras diabluras que, en los pr¨®ximos a?os, ser¨ªan la alegr¨ªa y el provecho de constructores, arquitectos, asesores, ministros y partidos, todos ellos vorazmente comprometidos a exprimir el cad¨¢ver de la que en tiempos fue la Serenissima".
E Indro Montanelli: "Quiz¨¢ el concierto de Pink Floyd ha sido la marcha f¨²nebre de Venecia, su carnavalesco y anegado miserere".
Un pol¨ªtico ahora en la sombra, el liberal Antonio Pognici, abogado espacializado en Derecho penal de gran prestigio en Venecia, habla de lo que pasar¨¢ despu¨¦s de este miserere con palabras menos resignadas: "Los venecianos esperamos que Venecia no se quede en el pasado, pero hallamos con amargura que los administradores venecianos, desde hace m¨¢s de 20 a?os, no hacen nada para resolver los problemas m¨¢s graves de la ciudad, como la contaminaci¨®n y la amenaza de las aguas altas. As¨ª que Venecia, amigo, no est¨¢ prisionera de su ser inaudito, sino de unos pol¨ªticos inauditos".
Fuera de la pol¨¦mica, una ciudad hermos¨ªsima sigue dando, por encima de los t¨®picos y los enfrentamientos, la met¨¢fora de una belleza que parece indestructible y que, aunque sea una paradoja, realz¨® el s¨¢bado 15 de julio la estremecedora m¨²sica de los Pink Floyd.
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