Consumo ?villano?
El peso espec¨ªfico del factor consumo en nuestra econom¨ªa es mucho mayor de lo que parece y, desde luego, superior a la atenci¨®n que merece por parte de comentaristas y analistas. El autor denuncia la ausencia de una pol¨ªtica al respecto y el peligro de volver a caer en una depresi¨®n como las que siguieron al cierre de las expansiones de 1966 y 1975 tras las crisis de sobreproducci¨®n.
De cuando en cuando no hace da?o volver a los ancestros: aquella, definici¨®n tan camp de la econom¨ªa como la actividad tendente al uso de los recursos escasos para satisfacer las necesidades humanas. Bueno, este concepto b¨¢sico de lo econ¨®mico, y de la reflexi¨®n sobre este fen¨®meno, la econom¨ªa, pone al consumo como motor y designio final de todo el tinglado ese.Que conste. Dicho esto, es obvio que de nuevo toca en la ¨¦pica vigente tildar de villano de la trama al consumo espa?ol, a sus tendencias de crecimiento en los ¨²ltimos tiempos y hasta ahora mismo. Pero a este gr¨¢vido componente de los usos del producto, el consumo, que bien puede suponer 3/4 del total, no se le dedica ni por asomo este 66% de inter¨¦s en los comentarios; y an¨¢lisis econ¨®micos, m¨¢s all¨¢ de detectar sus eventuales excesos, inexplicados.
Vaya por delante una cierta justificaci¨®n de esta atenci¨®n final de necesidades humanas. Desde la estabilizaci¨®n y liberalizaci¨®n de 1959, a lo largo de los ¨²ltimos 30 a?os, pues, tan s¨®lo hemos tenido tres expansiones sostenidas: la de 1961-1966, la de 1971-1974 y la iniciada, en 1985, y que a¨²n dura. Pues bien, en todas estas ocasiones el consumo ha sido, decididamente, motor siempre con tasas de crecimiento real anual superior al 5%, que son las que tenemos ahora.
Y hay que registrar, tambi¨¦n, que los comportamientos de consumo e inversi¨®n han sido paralelos, siendo aqu¨¦l premisa para la expansi¨®n de ¨¦sta. En las dos expansiones anteriores la crisis, de sobreproducci¨®n, en los sectores productores de bienes y servicios de consumo fue la primera entrega de la desangelada novela de la recesi¨®n.
Resuenan las admoniciones keynesianas de Ludolf¨ªo Paramio desde estas mismas p¨¢ginas (11 de agosto de 1989, p¨¢gina 9): "No tiene sentido creer que redistribuir es crecer..., pero apostar por un crecimiento sin redistr¨ªbuci¨®n, acentuando la polaridad social, ya no es conservador,sino que probablemente es mala pol¨ªtica econ¨®mica. Un crecimiento demasiado dependiente de los mercados exteriores, o del consumo del sector m¨¢s privilegiado de la sociedad, es necesario un crecimiento fr¨¢gil, de base insuficiente o precaria".
Neokeynesianos o no, lo que vale la pena hacer es intentar adentrarse un poco m¨¢s en la estructura de este fen¨®meno del disparo actual del consumo en Espa?a, lo que no se suele hacer bastante.
En primer t¨¦rmino, sus fuentes de renta: de un lado ha habido la ganancia en la capacidad adquisitiva de los asalariados empleados, en los a?os 1986-1988, insensible en 1989 por el avance de la inflaci¨®n con una tasa salarial del 6,5%, todo lo cual ha influido en las expectativas de renta. Muy importante el crecimiento de las rentas de trabajo al comp¨¢s del auge en la actividad; tambi¨¦n el crecimiento de ciertas prestaciones sociales. Y sin olvidar el desarrollo de las rentas de capital, mixtas y profesionales, que est¨¢n en la base, cuantitativa (una mitad de la renta total) y cualitativamente, de ciertos consumos. M¨¢s el endeudamiento del sector dom¨¦stico, sobre el que luego volveremos.
En conjunto, todas estas fuentes, su pulso, han alimentado un crecimiento monetario del consumo superior al 107 anual. Entre sus plasmaciones destaca la demanda de bienes durables, que son los que encabezan cualquier flexi¨®n del ciclo del consumo, tan poco estudiado en nuestros lares. Este circuito, tan estrat¨¦gico, est¨¢ formado por vestido, calzado, electrodom¨¦sticos, autom¨®viles y vivienda, como es sabido.
Son elementos estrat¨¦gicos por dos razones b¨¢sicas: en primer lugar, por la sensibilidad de sus producciones en t¨¦rminos de los sectores antena del proceso y las coyunturas econ¨®micas. Pero tambi¨¦n por su usual incorporaci¨®n de mecanismos de endeudamiento y financiaci¨®n de compras a plazos sujetos a la pol¨ªtica del cr¨¦dito.
El tema de las cotas de endeudamiento familiar est¨¢ bastante m¨¢s falto de conocimientos aqu¨ª que en Estados Unidos o en el Reino Unido, por ejemplo, donde es tomado como indicador b¨¢s¨ªco para la previsi¨®n. Digamos tan s¨®lo, por tanto, nuestra impresi¨®n de que han avanzado mucho en los ¨²ltimos cuatro a?os en nuestra sociedad, ya que la financiacion de durables a cr¨¦dito ha sido masiva, sobre las expectativas buenas de renta permanente, con lo que supone de aminoraci¨®n en la perspectiva de la carga relativa futura.
Limitar el cr¨¦dito
Ahora se trata, desde la pol¨ªtica econ¨®mica, de limitar el cr¨¦dito al consumo por dos v¨ªas: una trillada y de manual, los topes en el crecimiento global del cr¨¦dito o espec¨ªficamente sobre los de fines consuntivos. Otra m¨¢s problem¨¢tica, como es la fijaci¨®n endurecedora de las condiciones m¨ªnimas de las operaciones de ventas a plazo -importe de la entrada, plazo y tipo de inter¨¦s-, cuyo control efectivo es muy dific¨ªl improvisar ahora. El Banco de Espa?a, desde junio, pretende incidir en ambas vertientes.Y la renta personal disponible -pagados impuestos- que "se salva" del consumo corriente -to save, saving- da lugar al ahorro dom¨¦stico. De ¨¦ste, que de alguna manera entra?a un incremento patrimonial, se espera mucho en nuestro sistema econ¨®mico con un sector p¨²blico que desahorra y con ingentes necesidades en las cuentas de capital del sector empresas, dejando aparte el eventual aporte exterior. La propensi¨®n personal a ahorrar fluct¨²a mucho entre pa¨ªses, desde ?el 22%! de Jap¨®n, pasando por Italia con un 1651, Alemania Occidental, Holanda, B¨¦lgica o Francia, alrededor del 9%, 10%, 11%. Nuestro caso debe de situarse -mientras el FIES no diga nada al respecto, que le tocar¨ªa- en el entorno de pa¨ªses que no es bueno que nos gu¨ªen ah¨ª, como EE UU o el Reino Unido, alrededor del 67%-7%, basados sobre la entrada de capitales exteriores. Debi¨¦ramos tomar las medidas financieras y fiscales para que alcanz¨¢ramos, como m¨ªnimo, el 10% en la propensi¨®n personal al ahorro. Ello es tanto m¨¢s as¨ª por cuanto una parte creciente de este ahorro, como hemos visto, es de uso propio para el equipamiento del sector dom¨¦stico, no pudiendo en esta medida contribuir a la financiaci¨®n p¨²blica y empresarial.
Las motivaciones b¨¢sicas de este ahorro pueden agruparse, con Argando?a, Papeles de Econom¨ªa, 86, en: redistribuci¨®n del consumo a lo largo del tiempo, que est¨¢ en la base de la ¨®ptica del ciclo vital (guardar, de alguna manera, para el retiro). Transferencia a la siguiente generaci¨®n (herencia). Motivo, precauci¨®n o disponibilidad de unos fondos para hacer frente a emergencias. Ahorro finalista para la adquis¨ªci¨®n de bienes durables y ahorro para gastos de consumo extraordinarios. De ah¨ª surge una tipolog¨ªa profusa en cuanto a las formas de colocaci¨®n, bien relevante para la diagnosis econ¨®mica.
Aumentar el ahorro
Debieran ser temas -los del consumo y ahorro dom¨¦sticosde curso m¨¢s corriente, aunque s¨®lo sea por referirse a tres cuartas partes del uso de nuestro producto. Queda dicho que se detectan excesos en nuestros consumos al¨ªmentarios, sobre todo por el endeudamiento y por el auge de actividad laboral, am¨¦n de las rentas no de trabajo. Aumentar en dos o tres puntos nuestra tasa personal de ahorro parece sano, colectiva e individualmente.Pero de lo que se trata, m¨¢s bien, es de hacer llegar al lector la complejidad de una curiosamente ausente pol¨ªtica del consumo que tome en consideraci¨®n los rasgos estructurales de estos fen¨®menos. ?Consumo, villano, ahora? Hay que obrar con cautela, no sea que nos venza un puritanismo fuera de lugar. Convendr¨ªa tener muy en cuenta que las expansiones cerradas en 1966 y en 1975, nuestros antecedentes, dieron paso a depresiones no deseadas que tuvieron en su vanguardia las crisis de sobreproducci¨®n en los mercados de bienes de consumo durables: textiles, vivienda, electrodom¨¦sticos y autom¨®viles, por este orden temporal.
Jacint Ros Hombravella es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la un¨ªversidad de Barcelona.
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