Baltazar encontr¨® el ¨²nico hueco en la muralla
Corr¨ªa el minuto 77 cuando Tom¨¢s centr¨® una falta desde la derecha y Ferreira y Baltazar al un¨ªsono, entraron con la cabeza por delante para enviar el bal¨®n a la red. El estadio Calder¨®n, m¨¢s semi-lleno que nunca se vino abajo, mientras el equipo se divid¨ªa en dos para fun dirse en sendas masas humanas con Ferreira, que se hab¨ªa quedado junto a la porter¨ªa, y Baltazar, que hab¨ªa corrido hasta la banda, como n¨²cleo central. Al salir del abrazo, Baltazar se tocaba el pecho con la mano reclamando la autor¨ªa del gol. Ferreira, que hab¨ªa convocado a un grupo m¨¢s numeroso en su fiesta particular, le dijo que s¨ª con la cabeza, mientras retornaba a su posici¨®n. Baltazar segu¨ªa toc¨¢ndose el pecho, y, para que quedase m¨¢s claro, Ferreira le se?al¨® con el dedo mostrando al p¨²blico quien hab¨ªa sido el h¨¦roe de la noche. Y no era una cuesti¨®n balad¨ª. Encontrar un hueco en la muralla del Florentina era ayer tan dif¨ªcil que Baltazar, por muy lector de la Biblia que sea, no estaba dispuesto a que nadie le arrebata se el merito.Y es que el Atl¨¦tico se encontr¨® ayer con un examen complicado, muy complicado que salv¨® apuradamente en los ¨²ltimos minutos. El Fiorentina es un conjunto disciplinado, se rio, fiel seguidor de las pautas de comportamiento tradicionales en el calcio, donde lo m¨¢s importante es cerrar espacios. Y cerr¨® tan bien los huecos que el cabezazo de Baltazar fue el ¨²nico disparo limpio que lleg¨® a la porter¨ªa italiana.
Con una defensa individual pegajosa hasta extremos insostenibles -los defensores italianos llegaban a marcar a sus pares incluso cuando el Fiorentina ten¨ªa el bal¨®n en los pies-, el equipo italiano construy¨® una barrera digna del mejor foso medieval. El Atl¨¦tico trataba de construir jugadas desde atr¨¢s, pero siempre se quedaba frenado en seco cuando llegaba a una imaginaria l¨ªnea trazada a unos 30 metros de la porter¨ªa de Landucci.
Javier Clemente, el t¨¦cnico del Atl¨¦tico, se hart¨® de dar consignas a sus hombres desde la banda. Les mostraba, con movimientos del cuerpo, c¨®mo deb¨ªan moverse; les ped¨ªa que mareasen m¨¢s el bal¨®n de un lado a otro del campo; les indujo en algunos momentos a elevar la pelota por encima de la zona media del Fiorentina, obviando as¨ª la parte del campo que m¨¢s obst¨¢culos presentaba. Pero nada serv¨ªa. Clemente se levantaba, se volv¨ªa a sentar, se levantaba de nuevo. Pero Futre encontr¨® un defensa m¨¢s r¨¢pido que ¨¦l -Piolli-; Baltazar, siempre de espaldas a la porter¨ªa, ve¨ªa como Pin se le adelantaba continuamente; y Manolo no pod¨ªa con Volpecina. Ninguno de los centrocampistas rojiblancos era capaz de encontrar cinco metros limpios frente a ¨¦l para profundizar el bal¨®n.
El Atl¨¦tico, adem¨¢s, trataba de mantener la cabeza fr¨ªa, porque el brasile?o Dunga, capaz de enviar la bola a 40 metros s¨®lo con una caricia, o el internacional Baggio, aprovechaban cualquier oportunidad para lanzar al sprint al argentino Dertiycia. Y Dertiycia se hart¨® de correr repartiendo juego subterr¨¢neo a diestro -Tom¨¢s- y siniestro -Ferreira- creando el p¨¢nico entre la defensa rojiblanca, hasta que roz¨® a Goicoechea y se encontr¨® con un codo del vasco en la boca. Ya no volvi¨® a correr.
El momento clave fue en el minuto 70, cuando Di Chiara se excedi¨® en una entrada a Orejuela y el ¨¢rbitro le envi¨® a la ducha a tranquilizarse. Clemente introdujo a Marina y Alfredo, m¨¢s frescos, y el Fiorentina cometi¨® un error. Se fue hacia atr¨¢s, y su l¨ªnea defensiva de 30 metros se acerc¨® demasiado a su porter¨ªa. Y el Atl¨¦tico, que por fin ol¨ªa la sangre del gol, aument¨® su presi¨®n.
Y entonces Baltazar encontr¨® un hueco. El ¨²nico hueco. Un gol que vale su peso en ecus. ?Suficiente? Lo ¨²nico que puede asegurarse es que el partido de vuelta ser¨¢ un duelo a cara de perro entre dos equipos de guerrilleros.
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