Eternas riadas
Mis antepasados llevan viviendo en la misma zona de la Vega Baja de Murcia (entre Alquer¨ªas y Beniel) desde la Reconquista, en el siglo XIII, cuando se instalaron con el rey Jaime I, y desde entonces han luchado con la tierra y contra el agua. Pronto Regaremos al siglo XXI, y, aunque la tierra la tienen dominada con tractores y otra maquinaria, siguen encontr¨¢ndose indefensos frente al agua. Similar a la cr¨®nica de una muerte anunciada, esperamos las crecidas del r¨ªo y su desbordamiento, rogando, como en el antiguo Egipto, que el limo no nos inunde m¨¢s all¨¢ de la marca, pues perder¨ªamos cosecha, animales y lo que puede ser m¨¢s grave, la vida de amigos y familiares.El r¨ªo Segura, as¨ª nos vincula mucho m¨¢s al pasado que al futuro, m¨¢s al neol¨ªtico que a la tercera revoluci¨®n industrias m¨¢s a la oraci¨®n religiosa que al canto festivo, m¨¢s al temor que al tranquilo abandono, y, aunque vemos los colores y cr¨¢teres del lejano Trit¨®n con toda normalidad, no nos habituamos a la peri¨®dica cat¨¢strofe.
Ahora que somos m¨¢s europeos y ansiamos llegar al feliz .1992, cuando el pa¨ªs estallar¨¢ como una rosa florida, los habitantes de la Vega Baja. nos preguntamos si ser¨ªa posible construir un muro de contenci¨®n, algo definitivo, menos efimero que una olimpiada o unos folelores sevillanos. Por debajo de tanta apariencia de modernidad, normalidad y europeidad aparecen algunos for¨²nculos, provocados por la naturaleza y favorecidos por el hombre (riadas, pestes, incendios mil), que nos indican de forma evidente nuestros fallos como sociedad, nuestra improvisaci¨®n, nuestras soluciones s¨®lo para hoy, nuestra falta de un deseoreal de eficacia m¨¢s all¨¢ del momento presente. Pasar¨¢ esta riada, vendr¨¢ el homenaje popular a las Fuerzas Armadas que ayudan abnegadamente en las riadas, florecer¨¢ de nuevo el azahar y seguiremos obligados a ser h¨¦roes cada a?o, a pesar nuestro. ?Hasta cu¨¢ndo?-
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