De repente se acab¨®
?P¨ªii!", silb¨® el ¨¢rbitro y se acab¨® todo, de repente. De repente, se acab¨®. Los milaneses se abrazaban -ten¨ªan motivos-, la afici¨®n se marchaba cabizbaja, sin la ilusi¨®n y la euforia con que lleg¨® horas antes al Bernab¨¦u. De repente se acab¨® y pudo apreciarse que tras tanto entrenar y prometer -los de abajo-, tanto esperar y sufrir -los de arriba- aquello no hab¨ªa valido gran cosa.Horas antes s¨ª vali¨®. Horas antes converg¨ªan al estadio coches sonando cl¨¢xones, riada humana flameando banderas, gritando consignas, y "Hala Madr¨ª, hala Madr¨ª!". Guardias a caballo, guardias guareciendo con casco la sesera, guardias y perros; demasiados guardias, caballos, cascos, perros, porque no era la guerra, era un partido de f¨²tbol -d¨ªgase furbo y quedar¨¢ m¨¢s del foro-, donde todo estribaba en ganar, aunque fuese en el ¨²ltimo minuto y de penalti injusto, que dec¨ªan los cl¨¢sicos.
Est¨¢bamos all¨ª, horas antes, porque lo hab¨ªan aconsejado nuestros compa?eros de Deportes, y otros 100.000 ciudadanos tambi¨¦n estaban all¨ª, viviendo sin vivir en ellos, achicando a gritos el sufrimiento de la espera. Cuando lleg¨® la hora de la verdad y Hugo puso la pelota en juego, tem¨ªamos que se habr¨ªan quedado af¨®nicos, pero no, y el partido transcurr¨ªa en medio de un estruendo que no habr¨ªa de cesar mientras aquella pelota si guiera en ese juego. Conclu¨ªa el primer tiempo y hubo un gol. "?Gooolll!". En el descomunal alborozo del ?gooolll!, el propio mundo no ten¨ªa sentido alguno. "Que Gorbachov y Bush se van a entrevistar en el Mediterr¨¢neo". ?S¨ª? Pues para los que est¨¢bamos all¨ª, como si se operan.
"?Este partido lo vamos a ganar!" coreaba el gent¨ªo, dirigido por un animador mediante megafon¨ªa. Qu¨¦ inutilidad -y qu¨¦ ridiculez-, animador, megafon¨ªa, con aquella afici¨®n que de buena gana habr¨ªa saltado al c¨¦sped a batir al Mil¨¢n ese, all¨¢ penas reglamentos. "?Este partido lo vamos a ganar!", coreaba, enfervorizada, la afici¨®n. Pero el partido avanzaba y no lo ganaban. Para ganar hay que chutar y si alguien chutaba era el Mil¨¢n ese, indiferente al ruido, ellos a lo suyo. Al final s¨®lo se confiaba en el milagro y, de repente, el ¨¢rbitro silb¨® "?Piii"!. De repente todo se acab¨®, pasi¨®n, gritos, ?hala Madr¨ª! De repente se pudo advertir que sin pasi¨®n, gritos y ?hala Madr¨ª!, aquello no hab¨ªa valido gran cosa. De repente, lo ¨²nico que importaba, era hacer p¨ªs. El Bernab¨¦u devolv¨ªa 100.000 ciudadanos cabizbajos a la realidad de este prosaico mundo. Bueno, durante unas horas se hab¨ªan olvidado del prosaico mundo viviendo la ilusi¨®n del triunfo, y eso, al menos, mereci¨® la pena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.