Pimientos
Sorprende al visitar Venecia el elevado n¨²mero de iglesias que uno encuentra en ciudad de reputaci¨®n tan sensual. S¨®lo despu¨¦s empieza a barruntar el viajero la hip¨®tesis de que se trata de una expiaci¨®n de los pecados comerciales. Se me ha quedado la idea de que a cada flota p¨ªrateada en el Adri¨¢tico se corresponde una bas¨ªlica, a cada flotilla una iglesia y a cada gale¨®n modesto una capilla.En un terreno mucho menos art¨ªstico, parece que los narcotraficantes suramericanos tienen notables tendencias filantr¨®picas. Financian tambi¨¦n la construcci¨®n de iglesias y derraman entre el vecindario cuantiosas sumas en forma de ayudas y donativos. Son algunos de ellos hombres muy religiosos, pero en cualquier caso su generosidad les proporciona un util¨ªsimo entramado social de apoyo o aquiescencia.
En un dominio diferente y m¨¢s pr¨®ximo, destaca la labor protectora del deporte que llevan a cabo personajes cuya trayectoria en los negocios, por ejemplo el de la construcci¨®n, no es precisamente ejemplar.
Lejos de mi ¨¢nimo establecer paralelismos ofensivos. Sin embargo, estas tres im¨¢genes me han venido a la cabeza al leer la noticia de que la central nuclear de Asc¨® no se limita a la producci¨®n de electricidad y sustos. Al parecer, produce tambi¨¦n cerezas y cebollas muy tempranas, espiendorosos pimientos y tomates y un vinillo que se embotella m¨¢s para la satisfacci¨®n de los coleccionistas que para el placer de los paladares. Realiza adern¨¢s experimentos agr¨ªcolas ¨²tiles para la comarca. Tan meritorias actividades secundarias merecen nuestro aplauso, lo mismo que las iglesias de Venecia, las d¨¢divas de los narcotraficantes y el mecenazgo en el deporte. Ahora solamente falta que la central nuclear de Asc¨® cese en su actividad principal. Frente a la mezquina frase "zapatero, a tus zapatos", proclamemos esta gozosa consigna: "Nuclear, a tus pimientos".
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