EE UU presiona al Vaticano para que entregue a Noriega
![Antonio Ca?o](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbeac12ba-699c-4d3e-89c6-e30be1d9a86c.png?auth=74fed457e58f28ed1f5682cefdc437f0ffd7a482e0124e2212ab78e056c83af2&width=100&height=100&smart=true)
El ex hombre fuerte de Panam¨¢, general Manuel Antonio Noriega, comi¨® el d¨ªa de Navidad lentejas, arroz y un poco de turr¨®n, mientras esperaba en la Nunciatura del Vaticano, donde se refugi¨® el pasado domingo, que el papa Juan Pablo II y el presidente de Estados Unidos, George Bush, se pongan de acuerdo sobre su destino. El Gobierno norteamericano y la opini¨®n p¨²blica paname?a han creado una fuerte presi¨®n sobre el Vaticano para que Noriega sea entregado a EE UU, donde ser¨ªa juzgado y probablemente condenado de por vida por diversos delitos relacionados con el narcotr¨¢fico.
En los alrededores de la nunciatura apost¨®lica de esta capital, tras la muralla de soldados y blindados norteamericanos, permanecen durante todo el d¨ªa grupos de personas que exigen con pancartas y gritos que Noriega sea tratado como un criminal, y no como un refugiado pol¨ªtico.La misma opini¨®n sostienen las autoridades del nuevo Gobierno paname?o. "Es un criminal, un delincuente com¨²n, no es un perseguido pol¨ªtico, y tiene que responder ante el pueblo paname?o, ante los pueblos de Am¨¦rica Latina y ante la humanidad", dijo ayer el vicepresidente primero, Ricardo Arias Calder¨®n.
Panam¨¢ se ve invadida por una ola de venganza y revanchismo. Los paname?os que rodean la Nunciatura piden en espa?ol y en ingl¨¦s a los soldados norteamericanos que cuelguen al general. "Yo no podr¨ªa dormir tranquilo si supiese que Noriega est¨¢ en Espa?a o en Francia disfrutando de los millones que ha robado en estos a?os. Queremos que se lo lleven los gringos, pero que antes nos lo dejen a nosotros unos d¨ªas para darle su merecido", opinaba casi al un¨ªsono un grupo de j¨®venes que enarbolaban banderas dem¨®crata cristianas en un clima de histeria. La radio, exagerada en su rencor, alienta a la poblaci¨®n a que presione al nuncio para que no le permita a su destacado hu¨¦sped utilizar tel¨¦fonos o fax para comunicarse con el exterior.
En Washington, el embajador del nuevo Gobierno, Juan Sosa, trataba ayer de convencer a los norteamericanos para que no permitan que Noriega salga de Panam¨¢. No parece que Sosa tenga que luchar mucho para conseguirlo. La cadena de televisi¨®n norteamericana CNN inici¨® ayer una encuesta sobre si el Ej¨¦rcito estadounidense deber¨ªa penetrar en la sede apost¨®lica para atrapar al general que se le escap¨® a las tropas invasoras en sus mismas narices.
Noriega permaneci¨® desde el d¨ªa de la invasi¨®n en la casa de su nodriza, en un barrio de las afueras de la ciudad, junto al famoso hotel Marriott, a pocos metros del lugar en el que cay¨® muerto el fot¨®grafo colaborador de EL PA?S Juan Antonio Rodr¨ªguez. En su compleja sicolog¨ªa, Noriega hizo lo m¨¢s natural: ante el peligro inminente de muerte busc¨® refugio en el seno materno. Los norteamericanos, aparentemente, no lo previeron.
Desde ese lugar, una vez convencido de que se hab¨ªa cerrado cualquier otra salida, el general design¨® a un hombre de confianza, el mayor Iv¨¢n Gait¨¢n, jefe de su seguridad personal, para que hiciese las gestiones oportunas ante el nuncio, el espa?ol Sebasti¨¢n Laboa, que suspendi¨® sus vacaciones en Espa?a para regresar precipitadamente a Panam¨¢ un d¨ªa despu¨¦s de la invasi¨®n. El nuncio lleg¨®, v¨ªa Estados Unidos, a la base norteamericana de Howard en el Canal dos d¨ªas antes de Noriega y desde all¨ª se mantuvo en contacto con el general para preparar su refugio. El Vaticano acept¨® acogerlo en calidad de hu¨¦sped porque, seg¨²n el nuncio, era mejor para la estabilidad del pa¨ªs que Noriega estuviese localizado. El compromiso con el general fue el de buscarle el mejor destino posible, sin ninguna garant¨ªa.
Fuentes de la Nunciatura afirmaron que el Vaticano est¨¢ negociando con Estados Unidos "una salida con dignidad y respeto a los principios", aunque advirtieron que la actuaci¨®n del nuncio "no puede ser igual en tiempo de paz que en tiempos de guerra".
Pr¨¢cticamente descartada la opci¨®n de Espa?a -Estados Unidos aceptaba esa soluci¨®n en el caso de que el Gobierno espa?ol se comprometiese a conceder inmediatamente la extradici¨®n de Noriega-, la Nunciatura ha estado analizando otras posibilidades, como el traslado de Noriega a otro pa¨ªs -se han iniciado conversaciones con M¨¦xicoo incluso la entrega del general a Estados Unidos bajo ciertas condiciones que garanticen el respeto su dignidad y su vida.
Hasta que se tome una decisi¨®n, Noriega, algo m¨¢s delgado, serio, preocupado, pero sereno, pasa casi todo el tiempo metido en el principal cuarto de invitados de la Nunciatura, el mismo en el que durmi¨® hace tres meses el actual presidente, Guillermo Endara. Come solo y no est¨¢ autorizado para mantener contactos telef¨®nicos ni personales.
Con sus hombres de confianza
El hombre, el man, el s¨¢trapa, el cara de pi?a, el m¨¢s extravagante personaje de la historia de Panam¨¢, no cuenta siquiera con la compa?¨ªa de su familia. S¨®lo tiene en la Nunciatura el asesoramiento de sus hombres de confianza: el mayor Gait¨¢n, los coroneles Nivaldo Madri?¨¢n, Alexander Pitty y Arnulfo Castrej¨®n, el teniente coronel Daniel Delgado, y un grupo de civiles, entre los que destaca su amigo y asesor Jaime Simons. Cuando los soldados norteamericanos entraron el casa de Simons, ya vac¨ªa, encontraron en su interior bolsas de basura que conten¨ªan seis millones de d¨®lares en met¨¢lico.
Para atender a tantos invitados inesperados, e1 nuncio cuenta con la ayuda de cuatro monjas y del sacerdote navarro Javier Villanueva, el p¨¢rroco de la iglesia de Cristo Rey, convertido en los ¨²ltimos meses en un s¨ªmbolo de la oposici¨®n a Noriega.
Algunos soldados norteamericanos han instalado sus ametralladoras sobre el muro que rodea la nunciatura, con el ca?¨®n apuntando hacia el interior del edificio. En pura coherencia con la tradici¨®n de relaciones entre Estados, ninguna fuente diplom¨¢tica pronostica una acci¨®n contra Noriega, pero los norteamericanos, embarcados aqu¨ª en una dial¨¦ctica estrictamente militar, no pueden considerar cumplidos sus objetivos si el general se libra de la c¨¢rcel.
Otros objetivos militares, seg¨²n dijo en Panam¨¢ el secretario de Defensa, Richard Cheney, s¨ª han sido ya cubiertos. Entre ellos, la utilizaci¨®n por primera vez del bombardero Stalth Sigliter, capaz de arrojar en la noche bombas de mil kilos con una total precisi¨®n. Seg¨²n Cheney, estas bombas fueron utlizadas para vencer la resistencia de los paname?os en la base de R¨ªo Hato.
La invasi¨®n norteamericana ha costado la vida a 293 paname?os, seg¨²n los ¨²ltimos datos oficiales proporcionados por el Comando Sur estacionado en el Canal. Han resultado heridos 123 paname?os y 4.446 han sido detenidos. Por parte norteamericana, murieron 23 soldados y cayeron heridos otros 330.
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