El que no llora...
"Madrid necesita un manifest¨®dromo". La frase, acu?ada por el ingenio popular, naci¨® hace un par de a?os cuando Madrid se convirti¨® en capital de la protesta. En el ¨²ltimo trimestre de 1987 se desarrollaron, incluso en el mismo d¨ªa, manifestaciones de bomberos, funcionarios, trabajadores del Museo del Prado, empleados del servicio de limpieza o exportadores de tomates. ?stos ¨²ltimos llegaron a concentrar 20 camiones en la plaza de la Independencia.Las primeras y ¨²nicas medidas adoptadas por la Delegaci¨®n del Gobierno llegaron a finales de 1987 tras una manifestaci¨®n de minusv¨¢lidos de Prodiecu que provoc¨® un atasco de ocho horas. La delegada, Ana Tutor, y el Ayuntamiento acordaron restringir el desarrollo de manifestaciones en las principales calles de la ciudad. Pero d¨ªas despu¨¦s la Audiencia Provincial de Madrid tuvo que fijar el recorrido de una manifestaci¨®n de CC OO que no acept¨® el itinerario de la Delegaci¨®n.
Esta medida no evit¨® acciones espectaculares -en abril de 1988 un grupo de ganaderos solt¨® 90 cerdos en el Puente de Vallecas- ni el incremento de las concentraciones espont¨¢neas y no autorizadas. Como si de un juego se tratara un grupo de vecinos de Moratalaz, cada d¨ªa menos numeroso, paralizaba la M-30 casi todos los jueves de 1989; t¨¦cnicos de mantenimiento de Iberia cortaban la N-II cada vez que quer¨ªan exponer sus reivindicaciones; vecinas de Alcobendas colapsaban la N-I para protestar por el transporte... As¨ª todas las carreteras radiales madrile?as se vieron afectadas el a?o pasado por alg¨²n tipo de protesta que, en la mayor parte de los casos, quedaron impunes.
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