Detr¨¢s de las bambalinas
El Gobierno y los sindicatos han iniciado el proceso actual de concertaci¨®n pisando sobre terreno seguro y, para no repetir los fracasos de a?os anteriores, han recurrido a los rituales detr¨¢s de las bambalinas, fuera del escenario que ve el p¨²blico.La historia se remonta a los ¨²ltimos d¨ªas del mes de noviembre pasado, cuando Carlos Solchaga, entonces acosado por las cr¨ªticas de dirigentes de su partido, en especial de los guerristas, afirmaba en un Consejo de Ministros que "hay demasiados ruidos" dentro del PSOE y fuera con acusaciones de irregularidades electorales en Murcia. El ministro de Econom¨ªa recibi¨® entonces la reprobaci¨®n del presidente del Gobierno, quien le responsabiliza de haber provocado algunos ruidos junto al gobernador del Banco de Espa?a, anunciando un ajuste duro.
A partir de ah¨ª, Felipe Gonz¨¢lez pide que se reconduzca la situaci¨®n y Solchaga toma la iniciativa, previa consulta al presidente del Gobierno, de llamar a Nicol¨¢s Redondo para sondear la posibilidad de iniciar un proceso de concertaci¨®n y recomponer los rotos puentes de di¨¢logo. Es Jos¨¦ Mar¨ªa Zufiaur quien ofrece su casa para un encuentro entre el responsable de Econom¨ªa, que acaba de ser confirmado en el cargo, y el secretario general de UGT.
En la reuni¨®n, que se celebr¨® el 9 de diciembre, los interlocutores ven posibilidades de iniciar negociaciones poniendo en com¨²n la Propuesta sindical prioritaria y el programa electoral del Partido Socialista. All¨ª se pacta no repetir experiencias anteriores, se fija el m¨¦todo negociador para obtener compromisos sorteando las discrepancias.
Cuando Alfonso Guerra se entera del encuentro entre Solchaga y Redondo no se reprime al comentar con un compa?ero: "De qui¨¦n crees que habr¨¢n hablado peor esos dos".
Acto seguido Redondo informa de sus gestiones al secretario general de CC OO, Antonio Guti¨¦rrez, antes del encuentro que mantuvieron los dos sindicalistas con el presidente del Gobierno. Tras esa reuni¨®n de la Moncloa, Felipe Gonz¨¢lez sorprende incluso a sus propios ministros designando como conductor de las negociaciones a Solchaga.
Los recelos a¨²n permanec¨ªan y el ministro de Econom¨ªa decide conocer de primera mano la actitud de CC OO, y por ello llama a Antonio Guti¨¦rrez. La conversaci¨®n telef¨®nica sirvi¨® para que ambos concretaran una cita en Majadahonda, en casa del dirigente sindical, quien no ocult¨® al ministro su disposici¨®n a concertar y cumplir la resoluci¨®n acordada en el cuarto congreso de CC OO: la acci¨®n sindical debe combinar la capacidad de presi¨®n -demostrada en la huelga general- con la negociaci¨®n.
Con esos encuentros secretos no se ha sustituido el papel de las mesas negociadoras. Simplemente se sentaron las bases, se decidi¨® huir de la pelea de cifras y debatir conceptos. Los caminos estaban expeditos de cara a la reuni¨®n oficial, concertada para el 4 de enero entre el Gobierno y los m¨¢ximos dirigentes de UGT y CC OO.
Pese a ello, las largas sesiones negociadoras oficiales, que han ocupado ya 100 horas, no han estado exentas de dificultades y en alg¨²n momento al borde de la ruptura. Ah¨ª tambi¨¦n ha sido decisiva la intervenci¨®n de Solchaga, Guti¨¦rrez y Redondo para, en conversaciones telef¨®nicas, encontrar v¨ªas de soluci¨®n.
Al borde de la ruptura se estuvo el 25 de enero, y en serio peligro cuando Carlos Solchaga dijo ante la Prensa que hab¨ªa discrepancias entre los dos sindicatos. Redondo, de nuevo junto a Zufiaur, llam¨® a Solchaga y le aconsej¨® que no buscara diferencias entre UGT y CC OO porque no las iba a encontrar.
Salvados esos obst¨¢culos y logrados los primeros pactos, ahora el di¨¢logo es posible y si el cesto es amplio habr¨¢ una firma formal en la Moncloa antes de pasar a una segunda fase con nuevos puntos de negociaci¨®n.
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