El miedo a la libertad
No deja de ser curioso que los mismos medios que jalean y se conmueven con las gestas de los ciudadanos del Este europeo en la lucha por la libertad se rasguen las vestiduras ante el debate que va a celebrarse en el Parlamento vasco sobre la autodeterminaci¨®n. En la Espa?a democr¨¢tica y occidental, algunas expresiones del pluralismo pol¨ªtico, como la autodeterminaci¨®n, deben tratarse, al parecer, de forma un tanto singular. Son cuestiones que "desestabilizan". Qu¨¦ es desestabilizador y qu¨¦ no lo es lo juzga una difusa nomenclatura que, utilizando como patente de corso las oscuras razones de Estado, protege, en la mayor¨ªa de los casos, pedestres intereses corporativos, electorales o partidistas.La singularidad en el tratamiento de estas materias reside en el hecho de que quienes no han levantado la voz cuando el debate se produce en la calle, en los medios de comunicaci¨®n o en otros foros un tanto especiales, se escandalizan ante la simple posibilidad de que los temas tab¨² se planteen en un foro institucional.
Algunas de las airadas reacciones que ha suscitado la presentaci¨®n de las iniciativas parlamentarias sobre la autodeterminaci¨®n resultan dif¨ªcilmente justificables. Incomprensibles, podr¨ªamos decir, en un Estado que propugna como valores superiores de su ordenamiento jur¨ªdico la libertad y el pluralismo pol¨ªtico.
Por si se ha podido olvidar habr¨¢ que recordar que el Pa¨ªs Vasco tiene autonom¨ªa. Reconocida por el Estatuto y fundamentada en la Constituci¨®n. El Pa¨ªs Vasco tiene un Parlamento que expresa la voluntad popular y que, adem¨¢s de ejercer competencias legislativas y de otra ¨ªndole, puede, debe y suele formular declaraciones pol¨ªticas. M¨¢s aun, el Parlamento, como instancia m¨¢s representativa de la comunidad aut¨®noma, tiene Como misi¨®n conformar la opini¨®n p¨²blica, encauzar y servir de norte a las inquietudes de los ciudadanos vascos.
Ciertamente, desde algunas ¨®pticas pol¨ªticas y sociales, algunos debates, como en el caso presente, pueden entenderse in¨²tiles o innecesarios. Bien porque se estime que no aportan nada nuevo o porque resulten simplemente inc¨®modos. Sin duda, estas opiniones resultan plenamente leg¨ªtimas. Como igualmente leg¨ªtimas resultan aquellas que, partiendo de an¨¢lisis diferentes, estiman conveniente trasladar un debate pol¨ªtico al lugar estatutariamente previsto a tal efecto: el Parlamento.
M¨¢s a¨²n, estamos plenamente convencidos de que en un futuro no lejano todas las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas estimar¨¢n muy positivo y clarificador el debate que ahora cuestionan con tanto ardor.
Cualquier observador sensato o imparcial hubiera podido constatar c¨®mo el concepto mismo de autodeterminaci¨®n, asumido de forma mayoritaria por la ciudadan¨ªa vasca, corr¨ªa el grave riesgo de desvirtuarse y de ser utilizado como instrumento de choque frente al estatuto de autonom¨ªa. Puede afirmarse que la iniciativa presentada ante el Parlamento pretende, de forma decidida, rescatar un t¨¦rmino que progresivamente, y a fuerza de ser utilizado como bander¨ªn de enganche de HB, se identificaba en importantes sectores de la poblaci¨®n con la alternativa KAS y la violencia terrorista. Rescatar el derecho a la autodeterminaci¨®n para la democracia es, en consecuencia, una tarea de la que no pueden abdicar los partidos pol¨ªticos vascos que, sin renegar de sus posiciones, pretenden ser coherentes con sus principios y con los compromisos adquiridos con el sistema y la sociedad.
El establecer por medio de los leg¨ªtimos representantes del pueblo vasco el sentido del t¨¦rmino autodeterminaci¨®n no s¨®lo no fortalece el terrorismo, sino que, por el contrario, lo deslegitima al arrancarle una de sus principales banderas.
En definitiva, es preciso que tengamos siempre presente que en un sistema democr¨¢tico no tiene que preocupar el abordar cuestiones espinosas. No debe partirse de prejuicios ante palabras tab¨². Hay que fijarse m¨¢s en los contenidos y en los cauces que se proponen para que las propuestas adquieran virtualidad.
Por ello, la pregunta que hoy debemos hacernos es la de si la propuesta que formulan PNV y EE tiene coherencia con el sistema estatutario y constitucional. Estamos convencidos de que el jurista menos avispado podr¨ªa percatarse del exquisito respeto a la legalidad de esta proposici¨®n no de ley. Si se observa con detenimiento el contenido de la propuesta, podr¨¢ constatarse c¨®mo el concepto de autodeterminaci¨®n que se somete a la consideraci¨®n del Parlamento excluye la autodeterminaci¨®n unilateral del Pa¨ªs Vasco. La mayor¨ªa de los vascos somos plenamente conscientes de que cualquier soluci¨®n de futuro debe proceder de la negociaci¨®n pol¨ªtica, del acuerdo y del pacto mediante el procedimiento legalmente establecido. No existe autodeterminaci¨®n posible, en el sentido din¨¢mico que se propone, que no cuente con el apoyo, o al menos la comprensi¨®n, de la mayor¨ªa de los ciudadanos espa?oles. Adem¨¢s, claro est¨¢, de las decisiones de las instituciones del Estado competentes.
Si todo esto es as¨ª, los ciudadanos se preguntar¨¢n por las razones que han podido llevar a cualificados representantes de los poderes p¨²blicos a poner el grito en el cielo y a apelar a todos los t¨®picos y dogmas sobre la sacrosanta unidad de la patria, que parec¨ªan felizmente olvidados en el ba¨²l de los recuerdos, para impedir el debate. Si ustedes se preguntan por qu¨¦ se pretende utilizar un martillo pil¨®n para matar a una mosca, la ¨²nica respuesta que cabe es considerar que hoy y aqu¨ª se sigue teniendo miedo a disentir, a confrontar p¨²blicamente las divergencias, a discutir contenidos y no estereotipos. En definitiva, se sigue teniendo miedo a la libertad.
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