Un futuro socialdemocracia
Los europeos valoran especialmente la protecci¨®n social generalizada
La socialdemocracia, a concretada en los cuadros de la p¨¢gina anterior como punto de encuentro del conjunto de los pa¨ªses europeos, es considerada adem¨¢s de forma abrumadoramente mayoritaria un proyecto para el futuro. Incluso en pa¨ªses como el Reino Unido, donde dominan electoralmente las opciones conservadoras y donde prospera la reducci¨®n de las facultades estatales, la mayor¨ªa absoluta de los encuestados atisba un futuro socialdem¨®crata para Europa.Las claves de este aprecio por la socialdemocracia pueden encontrarse en uno de los cuadros adjuntos, dedicado a establecer los rasgos fundamentales de la socialdemocracia, en opini¨®n de los ciudadanos europeos.
En dicho cuadro se advierte una relativa paradoja: si bien los pa¨ªses a los que de forma mayoritaria se identifica con la socialdemocracia figuran entre los m¨¢s pr¨®speros del continente (ver el primer cuadro de la p¨¢gina anterior), muy pocos encuestados consideran que un nivel de vida elevado sea uno de los rasgos principales de la socialdemocracia. Significativamente, s¨®lo h¨²ngaros y polacos establecen, de forma muy mayoritaria, tal v¨ªnculo entre socialdemocracia y riqueza.
Sumando las respuestas de cada rengl¨®n, se hace patente que la gran caracter¨ªstica socialdem¨®crata es, para los europeos, la protecci¨®n social generalizada. Los otros dos grandes valores ser¨ªan, por este orden, la reducci¨®n de las desigualdades y la participaci¨®n de los asalariados en la gesti¨®n de las empresas.
La construcci¨®n de la Europa unida es otra facultad que, coherentemente con los resultados de anteriores cuestiones, los encuestados atribuyen a la socialdemocracia. Igualitarismo y cargas sociales elevadas son, por el contrario, los menos identificados entre los conceptos propuestos.
Un ¨²ltimo asunto es el de la relaci¨®n entre partidos socialdem¨®cratas y sindicatos. En la RFA, Reino Unido, Francia, Hungr¨ªa y Polonia (en la URSS no se ha planteado) se prefiere mayoritariamente la independencia de ambas instituciones. En Italia y, curiosamente, en Espa?a -donde el divorcio entre partido y sindicato fue uno de los factores del ¨¦xito de una huelga general, el 14 de diciembre de 1988-, se prefiere una "colaboraci¨®n estrecha" entre pol¨ªticos socialdem¨®cratas y sindicalistas.
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