Pagar a la pimera

En B¨¦lgica, no pagar una multa de tr¨¢fico significaba ir a la c¨¢rcel. Dos o tres d¨ªas de prisi¨®n por un simple mal aparcamiento; entre 8 y 10, si la infracci¨®n consist¨ªa en saltarse un sem¨¢foro en rojo. El juez jam¨¢s atend¨ªa la excusa t¨ªpica de "se?or¨ªa, estaba en ¨¢mbar". Ahora una reciente orden ministerial acaba de dejar en suspenso hasta el pr¨®ximo 30 de abril esa dr¨¢stica defensa de la propiedad del Estado.La reforma del C¨®digo Penal implantar¨¢, para ayudar a aliviar la saturaci¨®n de las c¨¢rceles, los trabajos de inter¨¦s social como pena sustitutoria. En B¨¦lgica m¨¢s vale pagar a la primera. Si el conductor negligente es adem¨¢s moroso u olvidadizo, recibir¨¢ primero varias cartas en su domicilio, que le recuerdan la obligaci¨®n pecuniaria contra¨ªda. Despu¨¦s un polic¨ªa se presentar¨¢ en casa, una o m¨¢s veces, con la intenci¨®n de cobrar. Si las gestiones no tienen ¨¦xito, el infractor ser¨¢ reclamado a la comisar¨ªa de la polic¨ªa municipal, donde ser¨¢ conminado al pago o, en su defecto, llevado directamente a la c¨¢rcel.

Antes de denunciar al juez un impago, el infractor es advertido de lo que le espera. "El rapapolvo", seg¨²n un funcionario, "da casi siempre resultado".