La catarsis seg¨²n Nyman
Una noche de m¨¢scaras y disfraces, en pleno jolgorio carnavalesco, acogi¨® a Michael Nyman en Madrid. Las localidades se hab¨ªan agotado con varios d¨ªas de antelaci¨®n, y la prolongada ovaci¨®n con la que el p¨²blico premi¨® su actuaci¨®n permite sospechar que se estaba recompensando algo m¨¢s. Quiz¨¢ fuese el agradecimiento emocionado de aquellos para los que las composiciones de Michael Nyman han significado en estos ¨²ltimos a?os la posibilidad de descubrir un mundo nuevo, el de su propia sensibilidad. Porque la belleza est¨¢ m¨¢s en quien la percibe que en el propio objeto.Como todo lo que se sale de la norma, la m¨²sica de Nyman suscita por igual odios irreductibles (sus detractores la tachan de aburrida, pretenciosa, irritante ... ) y un fervor entusiasta, pr¨®ximo en algunos casos al misticismo. Se ha pretendido encasillarla dentro de la new age o afiliarla a la vanguardia minimalista y repetitiva. Pero Nyman, por fortuna para ¨¦l, es un creador dificilmente clasificable que piensa, no sin raz¨®n, que las categor¨ªas son peligrosas y est¨¢n destinadas a la gente perezosa.
Michael Nyman Band
Auditorio Nacional.Madrid, 24 de febrero.
El concierto, basado en algunas de sus bandas sonoras para las pel¨ªculas de Peter Greenaway, comenz¨® con las llamativas notas de El contrato del dibujante.
Los temas interpretados resultaron obsesivos, fren¨¦ticos en ocasiones, llegando a provocar desasosiego y crispaci¨®n. Est¨¢n construidos de forma implacable y ejecutados de un modo casi convulsivo. En cuanto a su capacidad para sugerir im¨¢genes, queda fuera de cualquier duda.
Aun cuando los m¨²sicos siguen al mil¨ªmetro las partituras de sus respectivos atriles, las composiciones del brit¨¢nico adquieren en directo mayor colorido. Nyman, al plano, y los 11 instrumenlistas de su banda, seis vientos, cuarteto de cuerda y bajo el¨¦ctrico, derrocharon vitalidad. Particularmente brillante se mostr¨® la secci¨®n de cuerda, aunque algunos desajustes en el volumen sonoro as¨ª como ciertos desequilibrios interpretativos, deslucieron determinados momentos de la primera parte.
La reanudaci¨®n fue ocupada por el lirismo dram¨¢tico de Drowning by numbers, inspirada en unos compases de Mozart, y es el mejor de los trabajos de Nyman para cine. Esta obra, que como todas las suyas posee un fuerte componente cat¨¢rtico, contiene secuencias de una singular belleza.
Babelia
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