Marisquer¨ªa
Cuando supo que el Frente Sandinista hab¨ªa perdido las elecciones en Nicaragua, el viejo revolucionario pens¨® que el ¨²ltimo sue?o tambi¨¦n se hab¨ªa derrumbado. Cerr¨® el peri¨®dico y no pudo evitar las l¨¢grimas: unas mojaron su corbata de seda, otras cayeron como gotas de lim¨®n sobre las ostras que estaba tomando. Entre las patas de los centollos a esa hora en la marisquer¨ªa no se hablaba sino de negocios redondos y eran peces gordos todos los clientes que all¨ª hab¨ªa. El viejo revolucionario parec¨ªa uno de ellos. Hab¨ªa iniciado su fortuna revendiendo un par de chaflanes y luego, deslumbrado por ese golpe, se alist¨® en las finanzas no sin haber dejado atr¨¢s la propia juventud y aquellos amigos con los que comparti¨® los pepinillos de Bulgaria. El ¨¦xito le hab¨ªa colocado un poco de tocino en la sotabarba, pero el viejo revolucionario conservaba intacta una peque?a ¨¢rea del coraz¨®n donde la hierba a¨²n crec¨ªa con cierto esplendor y all¨ª pastaba el caballo de Zapata, aquel que escap¨® de la emboscada llev¨¢ndose la revoluci¨®n a los prados m¨¢s ¨ªntimos, m¨¢s altos. Hubo un tiempo en que ¨¦l tambi¨¦n quiso cambiar el mundo. Viaj¨® a Ruman¨ªa con una novia que siempre llevaba los dedos manchados de tinta y ambos confund¨ªan entonces la generosidad con la rebeld¨ªa. Ella fue torturada por la Brigada Pol¨ªtico-social; ¨¦l reparti¨® panfletos mao¨ªstas mientras Raimon cantaba en la Villa bajo las floridas acacias de mayo. Eran j¨®venes, cre¨ªan en el para¨ªso, luchaban por la justicia, se amaban con furia en la sombra del Paraninfo despu¨¦s de la batalla con los guardias. ?D¨®nde estar¨ªa ahora aquella muchacha? Antes de cerrar el trato con sus socios en la marisquer¨ªa el viejo revolucionario tomaba unas ostras ba?adas con l¨¢grimas recordando los sue?os que hab¨ªa abandonado. Imaginaba que los ni?os de Miami volv¨ªan a Managua a bordo de grandes descapotables, y por un momento crey¨® adivinar el sonido de un relincho que ven¨ªa de muy lejos. Ten¨ªa un ¨¢rea en el coraz¨®n que no hab¨ªa entregado al enemigo todav¨ªa. Desde all¨ª gritaba el caballo de Zapata.
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