Vanguardias en el palacio Real
Escribi¨® Ortega y Gasset, frente a una concepci¨®n estrecha de c¨®mo se debe interpretar la tradici¨®n, que hab¨ªa que amar el pasado como pasado y no como presente. Esta reconvenci¨®n de Ortega ten¨ªa una naturaleza pol¨ªtica, pero creo que se puede extender a cualquier otro terreno. Y, de hecho, la he recordado a prop¨®sito de la gesti¨®n del Patrimonio Nacional, posiblemente la instituci¨®n m¨¢s a?eja y emblem¨¢tica entre las que tutela el Estado, adem¨¢s de ser uno de los dep¨®sitos m¨¢s ricos de nuestro patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico.El motivo de este art¨ªculo no es otro que dar a conocer una iniciativa, desde mi punto de vista, ejemplar. Me refiero a la formaci¨®n de una colecci¨®n de arte contempor¨¢neo espa?ol por parte del Patrimonio Nacional y su inicial instalaci¨®n en diversos emplazamientos del Palacio Real de Madrid.
En primer lugar, creo que es una iniciativa, efectivamente, ejemplar por cumplir lo que demandaba Ortega respecto a la necesidad de vivificar o actualizar el pasado; esto es, y ya directamente aplicando el cuento a las obligaciones que conciernen a la gesti¨®n del Patrimonio Nacional, porque con esta iniciativa no se hace sino cumplir ahora con lo fue la genuina misi¨®n de esta instituci¨®n, que jam¨¢s dej¨® de relacionarse con las sucesivas etapas contempor¨¢neas del arte espa?ol.
Si nos limit¨¢ramos a conservar lo ya hecho, dando por concluida la historia del Patrimonio Nacional, afirmar¨ªamos que no tiene m¨¢s presente que su pasado, lo cual ser¨ªa no s¨®lo una torpeza cultural y pol¨ªtica, sino tambi¨¦n, en definitiva, una traici¨®n a la tradici¨®n.
Soy consciente, de todas formas, de que quienes se dejan llevar por la inercia no lo hacen -?qu¨¦ m¨¢s quisi¨¦ramos!- al dictado de elucubraciones filos¨®ficas, sino por no complicarse la vida. Por eso, suelen alegar, para defenderse de cualquier cambio, razones pr¨¢cticas, que, para el caso, se traducen simplemente en excusas presupuestarias. Pues bien, en apenas poco m¨¢s de dos a?os, y con la dotaci¨®n de un verdaderamente exiguo presupuesto, que inicialmente no rebasaba los 20 millones de pesetas anuales, se ha logrado reunir una colecci¨®n de obras de arte espa?ol contempor¨¢neo, que suman ya casi 30 piezas, todas importantes, de 16 diferentes artistas vivos de nuestro pa¨ªs, entre los que nos encontramos con los nombres de Manolo Millares, Mart¨ªn Chirino, Jos¨¦ Guerrero, Luis Feito, Lucio Mu?oz, Eusebio Sempere, Manuel Momp¨®, Josep Guinovart, Albert R¨¤fols Casamada, Eduardo Arroyo, Juan Genov¨¦s, Jos¨¦ Manuel Broto, Miguel ?ngel Campano, Santiago Serrano, Soledad Sevilla y Jos¨¦ Mar¨ªa Sicilia.
Con la sola cita de estos nombres, cualquier conocedor de la historia reciente del arte espa?ol puede darse por m¨¢s que satisfecho, pero, complementariamente, podr¨¢ tambi¨¦n percatarse, aunque sea poca la atenci¨®n que preste a las cotizaciones ¨²ltimas de las florecientes subastas, que se ha hecho una excelente inversi¨®n, pues valorando la colecci¨®n en el momento presente triplica su coste inicial. Sea dicho todo esto, no porque personalmente crea que la pol¨ªtica oficial de inversiones art¨ªsticas deba regirse por criterios de rentabilidad inmediata o lejana, sino en funci¨®n de los que utilizan negativamente este tipo de argumentaci¨®n para nunca hacer nada que se salga de los caminos trillados.
Piezas vanguardistas
Realmente, escribo al dictado de la fuerte impresi¨®n positiva que me ha producido ver este excelente conjunto de piezas de nuestros mejores vanguardistas en las dependencias de palacio, que no s¨®lo no desentonan, sino, antes al contrario, se conjugan a la perfecci¨®n con el resto de obras de nuestro pasado.
Este intento de adquirir obras de arte contempor¨¢neo espa?ol por parte del Patrimonio Nacional no est¨¢ planteado, ni debe, como si se tratase de un museo, cuyas exigencias y presupuestos son bien distintos. Se ha hecho, m¨¢s bien, con el prudente criterio de, aprovechando los presupuestos regulares de la instituci¨®n y, tambi¨¦n, lo disponible en el mercado, asignarse un compromiso ineludible y hasta ahora desatendido, que no es otro que no dar la espalda a la producci¨®n art¨ªstica reciente de nuestro pa¨ªs; es decir, sin afanes de competir con ning¨²n museo, ni nada parecido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.