Sin sorpresas
Uno de los aspectos que potencia m¨¢s la admiraci¨®n de los aficionados por las corridas de toros, es, sin duda, su capacidad de generar sorpresa. El misterio que envuelve al espect¨¢culo, s¨®lo se va desvelando, poco a poco, cuando el toro est¨¢ en la plaza.La sorpresa se produce, en los toros, cuando el papel que habitualmente juegan los dos antagonistas del ruedo, antagonistas con nombre y apellidos, se altera, se sale de las pautas de conducta habituales. El diestro Mengano suele adoptar esta o aquella actitud ante un toro de estas o aquellas caracter¨ªsticas. La sorpresa en el comportamiento del toro no se produce con referencia a comportamientos suyos anteriores, pues en la fiesta no hay ensayos. La referencia es familiar. Un toro manso no s¨®lo deja mal al ganadero. Especialmente, la que queda mal es la familia del manso. Pues todo lo que ha ocurrido en las siete primeras corridas de la feria se ha producido conforme a lo previsto. No ha habido ninguna sorpresa. Lo m¨¢s destacado, que no lo m¨¢s imprevisto, ha sido la salida por la Puerta del Pr¨ªncipe de Espartaco.
Que estuviera previsto no quiere decir que no sea importante. Salir por la puerta del toreo es una cosa muy dif¨ªcil. Ha habido muchas figuras que no lo han conseguido nunca.
Tampoco constituyen sorpresa las dos actuaciones desdichadas de Curro Romero. Que no constituya sorpresa no debe evitarle el juicio sever¨ªsimo de la afici¨®n. Y muy especialmente por las alevosas pu?aladas que le propin¨® al cuarto toro de Juan Pedro Domecq.
Que los toros de este hierro se cayeran tampoco constituye sorpresa. Como media les sobraban ochenta kilos. Sin ellos hubieran dado mucho mejor juego. Desde luego el Reglamento no se los exigi¨®.
Quiz¨¢s, al ser toros de poca caja, sin ellos hubieran tenido poca presencia. Y la presencia no es asunto balad¨ª en el espect¨¢culo. Resolver esa contradicci¨®n ser¨ªa igual que resolver la cuadratura del c¨ªrculo.
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