Portugueses sin casa invaden la sierra

Miembros de la Guardia Civil desalojaron el pasado lunes a unas 30 familias portuguesas de las chabolas en que viv¨ªan desde hace un par de a?os en una zona de El Escorial conocida como Las Zorreras. Ese mismo d¨ªa, dos m¨¢quinas procedieron al derribo del asentamiento, y as¨ª los emigrantes no pudieron regresar. La soluci¨®n fue repartirse en grupos m¨¢s peque?os por distintos municipios de la sierra de Guadarrama.

Alpedrete, Villalba y Galapagar son algunas de las localidades elegidas por estos portugueses sin vivienda fija para instalar sus campamentos, donde viven ahora hacinados en peque?os chamizos o en una vieja furgoneta.Un pl¨¢stico sujeto por una cuerda como techo y un colch¨®n como suelo sirven de cobijo para estas familias sin hogar, como la de Manuel, formada por su mujer Margarida, sus hijos Rosal¨ªa, que no sobrepasa los ocho a?os de edad, Amalia, de 13 y Joao, un sobrino de su mujer. Tanto el cabeza de familia como el sobrino trabajan en la construcci¨®n. Como la suya, otras 30 familias que viven a la intemperie manifiestan no perder la esperanza de encontrar otro lugar en donde poder echar ra¨ªces.

Cerca de urbanizaciones

Las continuas protestas de los vecinos de la zona colindante con el campamento que estos emigrantes instalaron en El Escorial ha sido el motivo del derribo y del desalojo de las chabolas y de los chabolistas. Los vecinos que residen en las urbanizaciones Las Suertes, Los Arroyos y Monte-Encinar denunciaron en ocho ocasiones ante la Guardia Civil, y en el Ayuntamiento, al que han enviado 86 escritos, la suciedad y la falta de higiene en la zona. Antes del desalojo, un vocal de la comunidad de propietarios, Jorge Montoto, tuvo que mediar entre la Guardia Civil y los vecinos, para evitar que ¨¦stos cumplieran sus amenazas de proceder por su cuenta al desalojo de estas familias."Aunque en principio s¨®lo eran dos o tres familias, en el ¨²ltimo a?o el n¨²mero de personas que llegaban iba en aumento, convirtiendo el lugar y el entorno en muy poco saludable", afirma uno de los vecinos, que tambi¨¦n han denunciado la desaparici¨®n de peque?os objetos, como bombonas de butano y otros que olvidaban en la calle.

Sin embargo, Margarida dice con rabia: "Nosotros no venimos aqu¨ª ni a robar ni a pedir. Venimos a trabajar". Los emigrantes no comprenden por qu¨¦ les han echado de ese lugar y tampoco saben cu¨¢l ser¨¢ su pr¨®ximo destino, en donde poder ubicar la pobreza que cargan de un lugar a otro.

Entre las ruinas del antiguo campamento tan s¨®lo pueden verse, entre los restos de madera y metal, algunos perros que los sin casa han abandonado y algunos juguetes que olvidaron los ni?os con las prisas del desalojo.