Diversi¨®n y emoci¨®n
Torrealta / Paula, Espartaco, CepedaTres toros de Torrealta (tercero, cuarto y quinto), bien presentados y mansurrones, y tres de Jandilla, bien presentados y bravos. Rafael de Paula: metisaca, tres pinchazos perdiendo la muleta y dos descabellos; dos avisos (bronca); tres pinchazos, media tendida, media contraria y cuatro descabellos; aviso (pitos). Espartaco: estoconazo (dos orejas); estocada ca¨ªda (oreja). Fernando Cepeda: pinchazo y bajonazo (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (oreja). Plaza de Jerez de la Frontera, 20 de mayo. Cuarta y ¨²ltima corrida de feria. Casi lleno.
En la ¨²ltima corrida de la feria, por fin el p¨²blico se divirti¨®. Por el j¨²bilo que manifestaba, cabe pensar que se divirti¨® al menos en tres toros: en los dos de Espartaco y en el ¨²ltimo de Cepeda. Pero el p¨²blico, jubiloso, divertido, no pudo sentir la emoci¨®n del arte de torear en esos tres toros. Solamente la hubo en el sexto, y tuvo como int¨¦rprete a Fernando Cepeda. El toreo de Espartaco al primero -el de las dos orejasel aficionado y Espartaco saben que fue de mentirijillas. Aunque el p¨²blico se divirtiera mucho. Ya con el capote empez¨® toreando a la ver¨®nica con el paso atr¨¢s, sin ganar terreno en cada lance. Con la muleta, generalmente, la pierna contraria estaba retrasada, la suerte no la cargaba, el toro lo vaciaba hacia afuera. Sin embargo, los muletazos, de esa guisa, sal¨ªan templados, pero el toro no cambiaba la trayectoria que tra¨ªa antes del embroque.
Estocada a ley
La estocada, entrando a ley, de perfecta ejecuci¨®n, s¨ª que mereci¨® por s¨ª sola una oreja. El quinto era un toro mansurr¨®n, con m¨ªnima fuerza. Tampoco hubo la emoci¨®n del arte de torear porque no hab¨ªa toro. Hubo, sin embargo, la f¨¦rrea voluntad y espl¨¦ndida t¨¦cnica de Espartaco para darle los pases o los medios pases que el toro, casi andando, ten¨ªa. No cabe mayor habilidad para hacer embestir a un toro que no quiere embestir, que lo que desea vivamente es morirse. Tambi¨¦n ejecut¨® el volapi¨¦ a ley, quedando la estocada un poco ca¨ªda.Fernando Cepeda, en el sexto, un toro bravo con algo de picante, s¨ª que sinti¨® y nos hizo sentir el arte de torear. Los muletazos con la mano derecha tuvieron hondura. Citaba el diestro de medio frente, ense?ando el pecho, adelantaba la muleta, cargaba la suerte, remataba detr¨¢s de la cadera y ligaba con los de pecho. Es verdad que, espor¨¢dicamente, en los derechazos, y con m¨¢s frecuencia los de pecho, el toro le tropez¨® la muleta en el remate, pero hubo m¨¢s de una docena de muletazos limpios, inolvidables.
En su primero, mansurr¨®n pero toreable, Cepeda no se centr¨®, y su labor, sobre ambas manos, no tuvo en ning¨²n momento brillantez. Dos medias ver¨®nicas s¨ª fueron antol¨®gicas.
Totalmente desconfiado con los enga?os y descompuesto con el acero, la sombra de Paula -negro y azabache- deambul¨® toda la tarde por el ruedo jerezano.
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