Una excelente 'Luc¨ªa de Lammermoor'

La ¨®pera lleg¨® una vez m¨¢s a la programaci¨®n de la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n y al escenario del teatro Victoria Eugenia con la rom¨¢ntica Luc¨ªa de Lammermoor, de Walter Scott, llevada a los pentagramas teatrales y a las gargantas privilegiadas por Gaetano Donizetti en 1838. Se trata de un g¨¦nero que cuenta con larga y significativa historia en los ciclos donostiarras, y hace ahora 20 a?os justos hubo otra Luc¨ªa protagonizada por el entonces ya famoso Alfredo Kraus, a quien acompa?aba otro tenor llamado a la celebridad, Jos¨¦ Carreras.La Luc¨ªa aplaudida el jueves en San Sebasti¨¢n, seg¨²n producci¨®n de la ?pera de Dormund, es una demostraci¨®n de c¨®mo pueden hacerse las cosas bien sin derroche de millones ni excesiva servidumbre al divismo, pues el joven conocedor y brillante maestro austriaco Friedrich Hayder, actual director estable en Stuttgart, impuso criterios continuados de alta musicalidad, que fueron bien servidos por los cantantes, adem¨¢s de concertar perfectamente hasta los conjuntos m¨¢s comprometidos de la obra, como es el c¨¦lebre Sexteto.

Fue hero¨ªna la joven y estupenda soprano norteamericana Kathleen Cassello, formada en Austria con la Lipp, y en Italia con Bruscantini, que obtuvo el Premio Vi?as en Barcelona, el Mozart en Salzburgo y el Pavarotti en Filadelfia. La voz es extraordinariamente bella, coloreada y transparente en todos los registros; las coloraturas son ¨¢giles y tambi¨¦n afinadas, como los bien atacados y mantenidos sobreagudos, todo ello impostado en la sustancialidad del discurso musical. Teatralmente, la Cassello hace una Luc¨ªa ideal en su encarnaci¨®n de ese ser puro, sencillo, sacrificado y delirante. El triunfo de la nueva estrella tuvo caracteres de excepci¨®n.

Le dio respuesta adecuada el tenor estadounidense Franco Farina, en el personaje de Edgardo, "el canto convertido en llanto", como escribe con exactitud Nino Dentici; un personaje que exige mucho.

Confirmaci¨®n

No merece menos elogios el gran bar¨ªtono perullino Paolo Coni, una voz que prende y un estilo que ennoblece. M¨¢s que de sorpresa habr¨ªa que calificar de confirmaci¨®n cuanto hizo el guipuzcoano Alfonso Etxeberria en el personaje de Raimondo, preceptor, confidente y, al fin, enredador.Luci¨® una materia vocal gravemente l¨ªrica, enriquecida por acentos de gran expresividad y obediente a un impulso cantabile de la mejor clase. La coral Andra Mari, que dirige Jos¨¦ Luis Ansorela, fue perfeccionando su actuaci¨®n a lo largo de la ¨®pera, y Jorge Ant¨®n, S¨¢nchez Jeric¨® y Eugenia Echarren defendieron con buen tono los personajes menores.

Giancarlo del Monaco organiz¨® la escena muy inteligentemente, hasta sacar partido m¨¢ximo de un espacio esc¨¦nico no demasiado grande. Mantuvo al coro en torno a la acci¨®n principal, salvo cuando interven¨ªa en ella con cierto car¨¢cter protagonista, y en todo momento recibimos la impresi¨®n de acci¨®n bien colocada y ambientada al gusto rom¨¢ntico en los decorados de Michael Scott y en el vestuario procedente de la ¨®pera de Essen. Con la muy calculada planificaci¨®n de la luminotecnia y la pronta respuesta de la Orquesta SInf¨®nica de Euskadi, todos los elementos contribuyeron a los resultados de esta Luc¨ªa de Lammermoor.