El precio injusto
Los abusivos precios de las localidades de esta corrida -que a un parroquiano hicieron exclamar cuando se retrat¨® en taquilla que si es que toreaban Joselito, el antiguo, y Belmonte-, no se correspondieron ni hicieron justicia en absoluto con el paup¨¦rrimo espect¨¢culo que se contempl¨®. Las figuras anunciadas, a excepci¨®n de un dign¨ªsimo y entregado Mendes, aplicaron la ley del m¨ªnimo esfuerzo, salieron del paso ... y ma?ana m¨¢s.El festejo fue curiosamente presidido por un exveterinario, que trag¨® en temas como las impresentables defensas de los torazos, eso s¨ª, de excelente trap¨ªo, o los bien visibles manguitos de las monturas, y que regal¨® una festiva oreja a Lozano sin que los pa?uelos aflorasen en cantidad suficiente.
Rodr¨ªguez / Dom¨ªnguez, Mendes,Lozano
Toros de Rodr¨ªguez de Arce, con trap¨ªo, blandos y de juego desigual. Roberto Dom¨ªnguez: ovaci¨®n; m¨¢s palmas que pitos cuando saluda. V¨ªctor Mendes: ovaci¨®n; oreja. Fernando Lozano: pitos; oreja.Plaza de El Esp¨ªnar (Segovia), corrida de feria, 18 de agosto. Lleno.
Mendes utiliz¨® la arena como un supuesto encerado en el que explic¨® una lecci¨®n de honradez y profesionalidad a sus dos distra¨ªdos alumnos, poco proclives a seguir sus consignas. Ya apunt¨® en el segundo, al que tore¨® por chicuelinas antes de lucirse con las banderillas en tres pares jug¨¢ndose el tipo y asom¨¢ndose al balc¨®n de sus cuernos. Iba por el buen camino con la pa?osa, en una par de tricherillas y una serie de redondos, cuando ech¨® por la calle de en medio de los efectismos pueblerinos: circulares, espaldinas y molinetes de hinojos.
Huelga de capotes
Con el quinto dispar¨® . Como sus compa?eros continuaban en huelga de capotes ca¨ªdos, desenfund¨® el suyo y aplic¨® ver¨®nicas ganando terreno, y un quite por chicuelinas que termin¨® con un vistoso serpent¨ªn. Se la jug¨® otra vez con las alegradoras, de las que coloc¨® cuatro pares, e Inici¨® su faena de nuevo con torer¨ªa y ortodoxia.Pero entonces su enemigo se raj¨® y barbe¨® por las tablas. A Mendes le dio igual. Valent¨ªsimo y encunado, impresion¨® a la concurrencia, que s¨®lo le premi¨® con una oreja porque el portugu¨¦s necesit¨® del verduguillo tras la estocada.
La invalidez del primer oro, que, m¨¢s que sospechoso, era convicto y confeso de afeitado, brind¨® a Dom¨ªnguez la oportunidad de tapar su poca entrega. El cuarto se paraba, defecto que acrecent¨® el diestro cit¨¢ndole al hilo del pit¨®n y con el enga?o en oblicuo. Tanto ratimago ventajista s¨®lo logr¨® engatusar a parte del p¨²blico, que tambi¨¦n censur¨® el bajonazo que atiz¨® al animal Lozano fracas¨® con el tercero, mansote, pero no imposible si el coletudo hubiera clavado los pies e intentado someterlo, lo que ni se le ocurri¨®. S¨ª se le ocurri¨® despenarlo con otro sartenazo. El galafate sexto ya era bob¨®n y Lozano le tore¨® a la moderna: buenos dibujos, pero con mucho pico y casi siempre para fuera.
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