Al pan pan y al vino vino
Siendo cierta la complejidad de la pol¨¦mica sobre la llamada guerra de los preavisos, los trabajadores tienen claro que nadie puede hurtarles su derecho a conocer con antelaci¨®n suficiente cu¨¢ndo podr¨¢n democr¨¢ticamente elegir entre diferentes opciones sindicales. En ello y en el derecho a poder presentar candidaturas reside la verdadera libertad sindical y el aut¨¦ntico meollo de la cuesti¨®n.Aunque pueda parecer perogrullada, da la impresi¨®n de que no es ocioso recordar, tal y como est¨¢ la pol¨¦mica, que celebrar elecciones supone dar oportunidad democr¨¢tica a que los trabajadores elijan entre distintos sindicatos. Resulta por ello incomprensible que se entienda que el mapa sindical surgido de las elecciones sindicales de 1986 -es algo que no se puede variar, seg¨²n tesis de UGT, debiendo los trabajadores de las peque?as empresas volver a elegir a los mismos que en 1986, quedando la competencia propia de cualquier proceso electoral restringida, en la pr¨¢ctica, a aquellas que no celebraron elecciones entonces. Esto s¨®lo tiene parang¨®n con formas de seudodemocracia que se practican en otras latitudes y a las que no quiero aludir en lo concreto para no ser ofensivo.
Esta concepci¨®n privativa de la representaci¨®n sindical (demostrada cuando UGT habla de empresas de CC 00 situadas al principio del proceso y suyas al final) no es de recibo. En nuestra opini¨®n, no hay resultados anteriores inamovibles, entendiendo que cualquier sindicato tiene derecho a presentar sus candidatos, fueran cuales fueren los resultados del 86 en cada empresa.
Hechos, que no hip¨®tesis
Habi¨¦ndonos anticipado a preavisar, a UGT le resulta f¨¢cil esconder que en sus planes se encontraba el hacerlo sin se?alar fechas, repitiendo corregido y aumentado lo ocurrido en 1986.No se puede negar que en el Pa¨ªs Vasco se preavis¨® de forma generalizada entonces, se?alando la misma fecha (1 de octubre) de inicio del proceso electoral para todas las empresas de ese ¨¢mbito. 0 que en el resto del Estado se preavisara por oleadas de empresas, apurando la antelaci¨®n m¨ªnima legal de 10 d¨ªas. Procedimientos ambos (el primero porque resulta obvio que es imposible celebrar elecciones en todas las empresas el mismo d¨ªa, y el segundo por acumulaci¨®n) que dificultaban, cuando no imped¨ªan, poder presentar candidatos en numerosos casos aunque se quisiera. Y en muchos otros, encontrarse que cuando se quer¨ªa hacerlo ya hab¨ªa otro sindicato que, habiendo llegado antes, hab¨ªa celebrado las elecciones, imponiendo, en la pr¨¢ctica, sus candidatos por falta de opciones alternativas.
Esto, entre otras cuestiones graves, marc¨® aquel proceso con la nota del fraude para trabajadores y opini¨®n p¨²blica en general. Y no fueron precisamente delegados de CC OO los que terminaron en la c¨¢rcel por irregularidades cometidas.
De ah¨ª que (y en eso somos firmes, que no obsesivos) hayamos preavisado con dos meses y medio de antelaci¨®n, amparados en la legalidad, posibilitando que sea conocido con tiempo suficiente un calendario orientativo, con una cadencia racional, que permita a los trabajadores reflexionar sobre sus preferencias, y a los sindicatos tener opci¨®n a presentar candidatos.
Ya no se sabe si es ignorancia de la legislaci¨®n o intento deliberado de confundir el afirmar que CC OO impone un calendario a los trabajadores. Para ser rigurosos conviene explicar que la facultad de promover elecciones sindicales mediante el preaviso es un derecho igual para todos los sindicatos m¨¢s representativos. En este documento ha de definirse fecha de inicio del proceso electoral y mes en el que se prev¨¦ celebrar las elecciones sindicales (condici¨®n de publicidad). Pero bien saben quienes ocultan el dato que corresponde a la mesa electoral, formada por los propios trabajadores, el control del proceso y determinaci¨®n de la fecha de votaci¨®n.
La igualdad de oportunidades previa para preavisar existe. Tanto es as¨ª que el legislador (y conviene recordar que fue UGT la que pact¨® esta normativa con el Gobierno en 1986) preve¨ªa la concurrencia de preavisos, estableciendo la legislaci¨®n que, en ese caso, prevalecer¨¢ el presentado en primer lugar.
Equivoca, por tanto, el tiro UGT acus¨¢ndonos de atentar contra la libertad sindical en su demanda ante la Audiencia Nacional. En todo caso, cabr¨ªa hacerlo contra una legislaci¨®n que ha articulado de esta forma el requisito del preaviso. Pero ni siquiera, pues c¨®mo el Tribunal Constitucional ha declarado, la facultad que la ley otorga a los sindicatos m¨¢s representativos de promover elecciones no deriva de manera directa del texto constitucional y, por tanto, no forma parte del contenido esencial de la libertad sindical.
Verdadero atentado contra ¨¦sta ser¨ªa el imposibilitar, por inexistencia de calendario conocido de inicio del proceso electoral, que alg¨²n sindicato pudiera presentar candidaturas, hurtando a los trabajadores el derecho democr¨¢tico a elegir, como ocurri¨® en 1986.
Negociar un calendario
?Por qu¨¦ tanta obstinaci¨®n en no querer negociar un calendario de inicio del proceso electoral alternativo?. Si preocupa la situaci¨®n en el calendario de lo que UGT llama sus empresas, ?por qu¨¦ no nos sentamos a discutir nuevas fechas para ¨¦sas u otras? Hasta ahora no entraban dentro de las preocupaciones de UGT las organizaciones minoritarias. Pero, admitiendo que en ello hayan cambiado, CC OO ha afirmado p¨²blicamente estar dispuesta a negociar, junto con UGT, ese calendario alternativo tambi¨¦n con sindicatos menos representativos. Tampoco cabe calificar de chantaje la garant¨ªa de transparencia hoy existente, constituida por el calendario de inicio del proceso electoral por nosotros definido.Seguimos dispuestos a negociar. Pero tambi¨¦n es bueno decir que nuestra proposici¨®n la agota el tiempo. Pues lo que no es dificil hoy resolver de forma descentralizada si existe voluntad, provincia a provincia y sector por sector, donde las 200.000 empresas se fragmentan, sin ofrecer dificultades a la negociaci¨®n, se complica cuanto m¨¢s cerca se encuentra la fecha de inicio de las elecciones. M¨¢s positivo ser¨ªa esto, resultando incomprensible para los trabajadores que dos sindicatos no puedan negociar entre s¨ª, cuando s¨ª -pueden hacerlo con Gobierno y empresarios, que no seguir tentando alternativas que UGT es la primera en saber de su cuando menos incierto resultado.
Por este camino se puede consolidar la unidad de acci¨®n, sin persistir en el, recurso del calamar de echar tinta para oscurecer la realidad.
Sigo insistiendo, pues ya lo he dicho en otros sitios, que con esta pol¨¦mica se ha destapado otro problema de mayor entidad, consistente en que hay interpretaciones que convierten la unidad de acci¨®n en mero instrumento en favor del inter¨¦s espec¨ªfico de un sindicato. A tal extremo que se identifica que cualquier resultado de las elecciones sindicales pr¨®ximas que no suponga la victoria de UGT representa un atentado contra la unidad de acci¨®n. No se trata de conjeturas, basta releer el tercer p¨¢rrafo del art¨ªculo de Ant¨®n Sarac¨ªbar en este mismo peri¨®dico del 20 de agosto.
Es cierto que nuestro sindicato ha hecho cesi¨®n de protagonismo en aras de la unidad de acci¨®n, pero sin sentimos inc¨®modos. Es m¨¢s, por hacer cesiones, hasta hemos renunciado a nuestro derecho, en v¨ªsperas del Primero de Mayo de 1989, retirando la demanda que en su d¨ªa interpusimos por la vergonzosa entrega de 4.144 millones a UGT, en la antesala de las pasadas elecciones. Y seguiremos con este tipo de actitud, sin -mala conciencia, porque creemos que la unidad de acci¨®n se justifica por sus contenidos y objetivos en inter¨¦s de los trabajadores.
Si de referencias hemos de hablar, digamos tambi¨¦n rotundamente que s¨®lo nos preocupan las que mejor nos identifican con los intereses de los trabajadores. Es l¨®gico, por tanto, que reclamemos respeto por una l¨ªnea sindical que, habiendo hecho apuesta por el pluralismo interno, deja en libertad a sus afiliados para que cada uno se identifique con la referencia pol¨ªtica que m¨¢s le plazca. Y esto creemos que es condici¨®n necesaria para la verdadera autonom¨ªa.
Normativa electoral
Desde luego que, por aut¨®nomos, no ha sido CC OO la que ha acudido en demanda del Gobierno para que nos cambie la normativa electoral a nuestra conveniencia. Prefiero por ello que las reflexiones las haga el lector, dado que alguna interrogante suscitar¨¢ el que esta demanda sea posterior a la proclamaci¨®n textual hecha en la gu¨ªa de campa?a de UGT (entregada a los medios de comunicaci¨®n) de que "hay que manifestar que la actual normativa electoral asegura suficientemente las necesarias garant¨ªas de transparencia y democracia de los resultados electorales" (p¨¢gina 15 de la citada gu¨ªa).Creo que existe una importante diferencia, pensando en efectos sobre la unidad de acci¨®n, entre la mala digesti¨®n de nuestra iniciativa, espero que pasajera, y los da?os irreparables derivados de unas elecciones celebradas bajo la falta de transparencia, o caracterizadas por el fraude en la peque?a empresa como en 1986.
Finalmente, cabe decir que por el desparpajo con que algunos opinan sobre este asunto Podr¨ªa dar la sensaci¨®n de que hay dos actitudes ante las elecciones sindicales: la de UGT, basada en el, altruismo, lejos de cualquier inter¨¦s por ganarlas, y la nuestra de presunta obsesi¨®n enfermiza por ello. ?Vaya morro!, que dir¨ªa cualquier currante cheli.
Claro que CC OO aspira a ganar las pr¨®ximas elecciones sindicales, si obtiene el respaldo mayoritario de los trabajadores. ?A ver si ahora va a resultar que esto no es leg¨ªtimo y hay alg¨²n inter¨¦s bastardo en ello! Pero no por las razones que se nos atribuyen, sino porque modesta pero honradamente creemos haber realizado una defensa consecuente de los intereses de los trabajadores con firmeza y eficacia.
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