Finito impresion¨® poco a la afici¨®n
Debut¨® Finito de C¨®rdoba en un ambiente de gran expectaci¨®n y arropado por miles de seguidores llegados de la ciudad de los califas y de Manolete, que le jalearon, le vitorearon, le pidieron una oreja, algunos discutieron con aficionados del foro que no compart¨ªan tanto entusiasmo, otros con los del tendido siete, que a¨²n menos, y a la de abandonar el coso iban con la insatisfacci¨®n de no haber podido presenciar el esperado triunfo en Madrid del titular de la causa. Esta vez nadie tuvo la culpa: los toros no resultaron malos, ni el p¨²blico fue m¨¢s severo de lo habitual. Quiz¨¢ la culpa haya que echarla al maestro armero, pero es el caso que Finito impresion¨® poco a la afici¨®n madrile?a.Distinto es que la plaza se alborotara en diversos pasajes de su actuaci¨®n. La plaza se alborot¨® especialmente cuando Finito cuaj¨® ver¨®nicas -sobre todo las de recibo al quinto novillo- y cuando brind¨® al p¨²blico el mismo quinto novillo. Ese brindis, m¨¢s que el saludo a un novillero puntero que se presentaba en la primera plaza del mundo, parec¨ªa la despedida a un viejo maestro de la Tauromaquia. Para encontrar ovaciones as¨ª de clamorosas con motivo de un brindis al p¨²blico, habr¨ªa que remontarse a los respectivos d¨ªas en que se cortaron sus respectivas coletas los respectivos maestros en Tauromaquia Antonio Bienvenida y Anto?ete, nada menos.
Jandilla / Pauloba, Finito, Gonz¨¢lez
Novillos de Jandilla, de discreta presentaci¨®n, en general flojos y manejables. Luis de Pauloba: pinchazo, otro bajo y estocada corta baja (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando sale al tercio); dos pinchazos y ocho descabellos (silencio). Finito de C¨®rdoba, nuevo en esta plaza: dos pinchazos delanteros, rueda de peones y descabello (divisi¨®n de opiniones); pinchazo, otro delantero y estocada corta delantera ligeramente atravesada (escasa petici¨®n, fuerte ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio). Cristo Gonz¨¢lez: pinchazo, otro hondo trasero tendido y descabello (silencio); pinchazo muy tendido, otro muy trasero, otro bajo y descabello (silencio).Plaza de Las Ventas, 23 de septiembre. Cerca del lleno.
Luego, ofrecido y aclamado el brindis de Finito, vino la desnuda realidad de su toreo. Que, desnudo o no, es bueno de suyo, incluso muy bueno -uno lo apreci¨® tal cual en Valencia, de esto hace m¨¢s de un a?o aunque en la ocasi¨®n presente fue bueno s¨®lo a ratos, mientras otros ratos ca¨ªa en la mediocridad o se volv¨ªa ventajosillo. Y, entonces, la desnuda realidad torera de Finito se quedaba en pelota vergonzante (con perd¨®n), seg¨²n denunciaban a voces los aficionados que en Las Ventas asumen la caritativa tarea de vocear las corridas, para ilustraci¨®n de legos en la materia, complacencia de correligionarios e irritaci¨®n de discrepantes.
Las ver¨®nicas, s¨ª. Las ver¨®nicas tuvieron us¨ªa. Primero de par¨®n, luego del delantal, finalmente cargando la suerte, y a todo esto con progresiva conquista del redondel llevando al novillo mecido en los vuelos del percal hasta someterlo con medias ver¨®nicas, revoleras y largas a una mano. En el centro geom¨¦trico del redondel se consum¨® el sometimiento y Finito debi¨® tomar posesi¨®n del terreno conquistado plantando all¨ª una bandera. Antiguamente los toreros correspond¨ªan a la ovaci¨®n que suscitaban lances de semejante corte, saludando montera en mano. Pero eso ya no se lleva. Nadie saluda montera en mano despu¨¦s de unos superiores lances de capa, quiz¨¢ porque, a salvo Finito y otras excepciones, nadie da lances superiores de capa; si acaso, inferiores.
Con la muleta, en cambio, fue distinta copla. Con la muleta propend¨ªa Finito a descargar suerte y adelantar pico, o bien a colocarse perfilero, juntas las zapatillas, que esa s¨ª es antigualla. Algunos redondos, cierta trincherilla, unos ayudados por alto, llevaban la marca que registr¨® la tarde aquella de Valencia, mas se diluyeron en las desigualdades de sus fr¨ªas faenas.
Toreo puro
Quien tore¨® puro y arreun¨ªo -que dijeron los cl¨¢sicos- fue Luis de Pauloba en su primero. Tra¨¦rselo de delante, cargar la suerte a conciencia y adem¨¢s ligar los pases: as¨ª tore¨® Luis de Pauloba al primer novillo, que se distra¨ªa al salir del muletazo pero como este era hondo, acab¨® encelado. Ahora bien, el buen toreo lo desbarat¨® con la espada: al matar, Pauloba no s¨®lo se quedaba en la cara, sino que, adem¨¢s, se volv¨ªa de espaldas y se iba corriendo por donde hab¨ªa venido, con lo cual en lugar del volapi¨¦ hac¨ªa el retropi¨¦. Una artima?a espadachina que la afici¨®n voceadora denunci¨® tambi¨¦n, pues no conoce favoritismos. Uno del foro se lo explicaba a un cordob¨¦s, con quien peg¨® amigablemente la hebra: "Es que, aqu¨ª, no somos pasionistas".Pauloba parec¨ªa otro en el cuarto y le tore¨® al estilo espartaquista, que consiste en citar fuera-cacho, alargando el brazo y avanzando astutamente el piquito dichoso. Cristo Gonz¨¢lez -un hermoso ayudado a dos manos en su haber- obr¨® lo propio en los de su lote. Finito tambi¨¦n perpetr¨® algunas veces estos ventajismos y no parecieron formas en quien tra¨ªa fama de torero puro y artista, y adem¨¢s ven¨ªa arropado por una multitud fervorosa de su pureza y de su arte. Sin embargo otros detalles de mejor signo hicieron concebir esperanzas, y dado que el jueves vuelve a Las Ventas, ser¨¢ entonces cuando se resuelva la inc¨®gnita de su toreo.
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