El presidente Bush impide un nuevo 'cierre' del Gobierno federal de Estados Unidos
CARLOS MENDO El Congreso norteamericano no ha librado este fin de semana. Una conferencia conjunta de las dos C¨¢maras, compuesta por 104 senadores y diputados de los dos partidos, continu¨® ayer su carrera contrarreloj para producir antes de la medianoche del mi¨¦rcoles un nuevo presupuesto aceptable para el presidente George Bush. El programa debe asegurar un equilibrio entre reducciones de gastos y aumento de impuestos, de forma que se pueda reducir el astron¨®mico d¨¦ficit del presupuesto norteamericano en medio bill¨®n de d¨®lares a lo largo de los pr¨®ximos cinco a?os.
Entretanto, Bush ha evitado un nuevo cierre del Gobierno federal por falta de fondos con la firma el viernes por la noche de una nueva ley de emergencia prolongando por otros cinco d¨ªas la financiaci¨®n de las actividades federales a los niveles del a?o fiscal 1990, que expir¨® a las doce de la noche del 30 de septiembre.Bush, que hab¨ªa amenazado el mi¨¦rcoles con vetar cualquier proyecto de ley presupuestarla que contemplase una subida indiscriminada de impuestos y con negarse a extender una vez m¨¢s la vigencia de los presupuestos caducados el 30 de septiembre, suaviz¨® su posici¨®n el jueves al conocer el contenido del proyecto de ley preparado por el Senado, m¨¢s acorde con sus deseos.
La batalla del presupuesto que ahora libran la Casa Blanca y el Congreso ha sumido a Estados Unidos en la m¨¢s grave crisis fiscal de su historia. Su origen se encuentra en el desorbitado d¨¦ficit presupuestarlo norteamericano acumulado a lo largo de ocho a?os de presidencia de Ronald Reagan gracias a una pol¨ªtica de desregulaci¨®n salvaje, reducci¨®n de impuestos y aumento sin tino de los gastos de defensa.
Endeudamiento
El endeudamiento norteamericano, que no llegaba al bill¨®n de d¨®lares en 1980, ha superado la cifra de los tres billones en el ejercicio actual. El d¨¦ficit presupuestario previsto para el a?o fiscal 1991, que deb¨ªa haber entrado en vigor el 1 de octubre, se sit¨²a en 300.000 millones de d¨®lares. Las negociaciones destinadas a poner coto al d¨¦ficit se iniciaron hace cinco meses. Finalmente, en los ¨²ltimos d¨ªas de septiembre, Bush y los l¨ªderes parlamentarios en la C¨¢mara y en el Senado anunciaron a bombo y platillo la finalizaci¨®n de un acuerdo.
Pero no contaron con la rebeli¨®n de las masas. Cuando el acuerdo lleg¨® al pleno del Senado y de la C¨¢mara de Representantes, senadores y diputados, que tienen que enfrentarse a la reelecci¨®n el 6 de noviembre, echaron abajo el acuerdo negociado por sus jefes parlamentarios con la Casa Blanca. Desde entonces, el pa¨ªs ha vivido una pesadilla presupuestaria, con el Gobierno cerrado durante cuatro d¨ªas, del 5 al 9 de octubre, por falta de fondos.
El naufragio del acuerdo signific¨® volver al punto de partida. Tanto la C¨¢mara de Representantes como el Senado, ambos dominados por los dem¨®cratas, se dispusieron a preparar su propio proyecto de ley. La primera aprob¨® el suyo el pasado mi¨¦rcoles.
Contenido radical
Su contenido era tan radical desde el punto de vista del aumento de la presi¨®n fiscal directa que Bush aprovech¨® un discurso electoral en Illinois para dejar claro que, si el proyecto final que le enviaba el Congreso estaba basado en las recomendaciones del preparado por la C¨¢mara de Representantes, lo vetar¨ªa y se negar¨ªa a prolongar la vigencia de los presupuestos anteriores.
Ante esta perspectiva, el Senado prepar¨® un texto distinto al elaborado por la C¨¢mara baja, basado en un aumento de los impuestos indirectos sobre la gasolina, el tabaco, las bebidas y los art¨ªculos de lujo sin tocar pr¨¢cticamente las rentas de trabajo. Son estas dos concepciones las que la conferencia conjunta nombrada por las dos C¨¢maras tiene que armonizar en un nuevo texto que sea aceptable para Bush y para el pleno de las C¨¢maras. Los 104 plenipotenciarios designados no se reunir¨¢n conjuntamente hasta que los comit¨¦s de especialistas no produzcan un texto final.
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