La mitolog¨ªa de los cincuenta
John Waters es una figura especial en el cine americano contempor¨¢neo, con un estilo mordaz y desgarrado, poco complaciente con el sistema. En su primera ¨¦poca (Pink flamingos es de 1972; Female trouble, de 1974; Desperate living, de 1977) Waters todav¨ªa cultiva una est¨¦tica elemental, con rodajes en 16 mil¨ªmetros, ampliados a 35, para su exhibici¨®n p¨²blica, y rodajes con equipos t¨¦cnicos reducidos.En 1981 rueda Polyester, con una curiosa invenci¨®n t¨¦cnica llamada Odorama, que no ahorraba los olores m¨¢s escatol¨®gicos al sufrido espectador, mediante unos cartones que desped¨ªan perfumes o inmundicias, al ara?arlos, seg¨²n los momentos de la historia.
Con Hairspray, de 1988, Waters deja de ser un cineasta marginal para ser aceptado, al fin, por la industria, aunque es justo reconocer que ni siquiera el salto le hace abandonar totalmente su mundo, poblado con historias nost¨¢lgicas y feroces ambientadas en su ciudad natal de Baltimore. Tampoco la muerte de Divine, el famoso actor que hizo fortuna disfrazado de mujer en sus pel¨ªculas m¨¢s caracter¨ªsticas (uno de los mejores female impersonators de la historia), le hace cambiar de estilo.
Cry Baby
Escrita y dirigida por John Waters. M¨²sica: Patrick Williams. Im¨¢genes: David Insley. Montadora: Janice Hampton. Int¨¦rpretes: Johnny Deep, Amy Locane, Susan Tyrrell, Polly Bergen, lggy Pop, Traci Lords. Estreno en Madrid, cines: Ideal, Vaguada, Alphaville (versi¨®n original), Minicines, Parquesur.
Producci¨®n industrial
Cry Baby es ya una producci¨®n industrial, rodada con el presupuesto caracter¨ªstico del cine americano e interpretada por actores conocidos, aunque su fiereza inicial se haya diluido por el camino o se haya transformado, lo que para el caso es lo mismo.
La colaboraci¨®n de Jerry Abrahams, el responsable -Junto con Jerry Zucker- de Aterriza como puedas y otras comedias desenfrenadas, como productor ejecutivo de este filme, ha influido claramente en la evoluci¨®n del universo de Waters, aunque tampoco esta nueva evoluci¨®n sea totalmente desde?able.
La historia de Cry Babay -aqu¨ª ha sido traducida por El l¨¢grima- est¨¢ contada con la perspectiva nost¨¢lgica y admirativa con la que el joven director -que fue adolescente en los a?os sesenta- deb¨ªa ver a los personajes reales de aquel momento hist¨®rico que ahora se llaman, drapes y squares en el filme. Como ha escrito alguno de sus admiradores, la pel¨ªcula nos recuerda un West Side Story sarc¨¢stico y provinciano en el que nada se acaba de tomar totalmente en serio.
Waters se siente a sus anchas, por otra parte, en esta reconstrucci¨®n animada, donde la m¨²sica de la ¨¦poca ha sido recuperada con tino y oportunidad, pero no es siempre capaz, a mi juicio, de superar el t¨®pico m¨¢s absoluto, ligado a la elementalidad de unas acciones y de los personajes que las viven.
El director se mueve en un clima contradictorio, entre la cr¨ªtica ¨¢cida y el entusiasmo m¨¢s encendido, lo que lleva consigo un cierto desequilibrio de la pel¨ªcula, que concluye en el m¨¢s absoluto de los desmadres, con un tono de gran ambig¨¹edad.
El autor no ha perdido su gran instinto para elegir a los actores, desde Iggy Pop hasta la ex musa del cine porno Traci Lords, con las apariciones de Joe Dallesandro y Patricia Hearst.
John Waters, en resumen, nos transmite su ambivalente actitud hacia esa ¨¦poca desaparecida, gracias a su sabia direcci¨®n de actores.
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