La bandera roja ondea en el palacio de El Pardo
La bandera roja con la hoz y el martillo ondea ahora en el balc¨®n al que se asomaba Franco en el palacio de El Pardo. La vertiginosa rapidez de la historia en los ¨²ltimos a?os trajo ayer a Espa?a, por vez primera, a un jefe de Estado de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Mija¨ªl Gorbachov, en una visita de tres d¨ªas que ha comenzado repleta de paradojas. Entre ellas, por ejemplo, el hecho de que el l¨ªder de una de las dos superpotencias mundiales haya llegado a Madrid con el prop¨®sito de pedir al Gobierno espa?ol ayudas econ¨®micas. La estancia de Gorbachov y su esposa, Ra¨ªsa Max¨ªmovna Gorbachova, se vio rodeada del cari?o de los madrile?os y de una extrema cordialidad oficial. El cielo de la capital se sum¨® al homenaje ofreciendo un d¨ªa gris de aspecto moscovita.
El avi¨®n Ilyushin II-62M de 200 plazas que trasladaba a Gorbachov aterriz¨® en Barajas a las 12.55. En ese momento ya se encontraban en el Pabell¨®n de Estado del aeropuerto el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, el ministro de Exteriores, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y otras autoridades. A las 12.59, se abri¨® la puerta del avi¨®n. Los relojes marcaban las 13.01 cuando Gorbachov apareci¨® en lo alto de la escalerilla, tomado del brazo por su esposa, y las manecillas hab¨ªan pasado ya al minuto 13.02 cuando por vez primera un jefe del Estado de la URSS puso pie en territorio espa?ol.Ra¨ªsa Gorbachova, de 58 a?os, luc¨ªa falda negra y chaqueta de color amarillo mostaza, con cuello negro y abrochada por seis botones de este mismo color. Gorbachov, de 59 a?os, vest¨ªa traje oscuro y corbata de color rojo discreto.
"Hace un gran esfuerzo al venir, porque tiene muchos problemas en casa". Las palabras de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez en un comentario inmediatamente anterior a la llegada se refer¨ªan seguramente a la situaci¨®n en la rep¨²blica sovi¨¦tica de Moldavia. Cuando Gorbachov sobrevolaba Madrid, era declarado all¨ª el estado de emergencia.
Gesto de Gonz¨¢lez
Felipe Gonz¨¢lez ofreci¨® un gesto de agradecimiento ante ese esfuerzo del presidente sovi¨¦tico: el protocolo espa?ol indica que el jefe del Estado y el jefe del Gobierno reciben a sus m¨¢s ilustres visitantes en el palacio del Pardo; pero Gonz¨¢lez prefiri¨® acudir al aeropuerto y esperar al pie de la escalerilla. Es la segunda vez que el presidente muestra este detalle, que tiene como precedente la visita del rey Hassan hace poco m¨¢s de un a?o.
El presidente espa?ol y el jefe del Estado sovi¨¦tico conversaron despu¨¦s durante cinco minutos en la sala de autoridades. A continuaci¨®n, a las 13.09, el matrimonio Gorbachov subi¨® a un Rolls Royce cedido por la Casa Real y se traslad¨® en ¨¦l hasta el palacio del Pardo. Felipe Gonz¨¢lez, a quien no acompa?¨® su esposa, Carmen Romero, tom¨® un helic¨®ptero con el mismo destino; y en otro aparato similar viajaron los ministros respectivos de Exteriores. Esto permiti¨® que llegaran a El Pardo con tiempo de recibir all¨ª a los visitantes.
Una treinta de motoristas de la Guardia Real escoltaron al matrimonio sovi¨¦tico, que lleg¨® al recinto del palacio a las 13.30 El saludo entre los Reyes y sus invitados fue muy cordial. Don Juan Carlos y Mija¨ªl Gorbachov mantuvieron sus manos diestras entrelazadas efusivamente durante 10 largos segundos. El saludo entre Ra¨ªsa y do?a Sof¨ªa dur¨® 11 segundos.
Todos los presentes escucha ron seguidamente los himnos nacionales de la URSS y de Espa?a. Ambos fueron interpretados por la banda de la Guardia Real con un arreglo que enlaz¨® el ¨²ltimo comp¨¢s de la melod¨ªa sovi¨¦tica y el primero de la composici¨®n espa?ola, lo que surti¨® un original efecto de unidad musical.
La primera dama sovi¨¦tica y su marido presentaron luego a sus acompa?antes, y Ra¨ªsa Gorbachova tom¨® del brazo cari?osamente a la Reina para cumplir este tr¨¢mite.
Una vez terminado el acto de recepci¨®n, los visitantes almorzaron en El Pardo. Luego, Gorbachov se traslad¨® al palacio de la Moncloa, donde se entrevist¨® con el presidente del Gobierno. La charla entre los dos pol¨ªticos -la primera de las tres que celebrar¨¢n- dur¨® dos horas y media (media hora m¨¢s de lo previsto) Al terminar la conversaci¨®n, Felipe Gonz¨¢lez dijo a los periodistas que le hab¨ªa parecido "apasionante". Era la primera entrevista pol¨ªtica de Gorbachov en Madrid. La segunda se iba a desarrollar a ¨²ltima hora de la tarde, con Julio Anguita, secretario del PCE, como interlocutor.
Ra¨ªsa Gorbachova, por su parte, sali¨® sobre las tres de la tarde del palacio, vestida ahora con traje de chaqueta gris, para dirigirse al Museo del Prado. En el camino, detuvo su coche en la plaza de Espa?a, y visit¨® el monumento a Cervantes.
En este recorrido estuvo acompa?ada -tambi¨¦n en ausencia de Carmen Romero- por la esposa del ministro espa?ol de Exteriores, Mar¨ªa Paz Garc¨ªa Mayo. Los madrile?os que circulaban por el lugar se vieron sorprendidos por el despliegue de escoltas y periodistas. Una informadora de TVE, Anna Bosch, que transmit¨ªa en directo los hechos, se acerc¨® a Ra¨ªsa para preguntarle, en ingl¨¦s, si conoc¨ªa a Cervantes y El Quijote. Gorbachova entendi¨® perfectamente la pregunta -habla alem¨¢n y conoce el ingl¨¦s y el franc¨¦s- y respondi¨®, en ruso, que admira al escritor espa?ol; y a?adi¨®, seguramente en tono de broma, que conoce no s¨®lo a Don Quijote sino tambi¨¦n a Sancho Panza.
Roto el cerco
Ra¨ªsa Max¨ªmovna Gorbachova volvi¨® a romper el cerco protocolario poco despu¨¦s, con su entrada en un bar de las proximidades. El camarero pregunt¨® qu¨¦ deseaba tomar; y esta vez no hizo falta int¨¦rprete, porque ella contest¨®: "Rioja".
Mija¨ªl Gorbachov tambi¨¦n quiso tomar contacto con los ciudadanos, y lo hizo con motivo de la recepci¨®n ofrecida en el Ayuntamiento a primera hora de la tarde. El presidente sovi¨¦tico se acerc¨® a los miles de madrile?os congregados ante el edificio y les salud¨® con apretones de manos El alcalde, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, le rindi¨® honores despu¨¦s, en su discurso, recordando una pintada en Praga que dec¨ªa "Gorbi Superm¨¢n". El p¨²blico acudi¨® luego a un apelativo m¨¢s nacional y grit¨®: "torero, torero".
Los v¨ªtores se oyeron tambi¨¦n en el Congreso de los Diputados, procedentes de todos los grupos parlamentarios. Una gran ovaci¨®n sigui¨® al silencio sepulcral observado durante las palabras del presidente sovi¨¦tico.
A la salida de ese acto, el ¨²ltimo oficial antes de la cena de gala en el Palacio Real, los madrile?os, una vez olvidados los 40 a?os de insistente propaganda oficial, redondearon gustosos la aparente paradoja de un presidente de la URSS acogido en loor de multitud, como una estrella de la pol¨ªtica internacional.
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