"?Que vayan a las farmacias del Vaticano!"
Una realidad: la demanda social de m¨¦todos anticonceptivos, convence a los farmac¨¦uticos madrile?os para hacer caso omiso de la consigna papal. "Este es un servicio p¨²blico, y como tal, debe atenerse m¨¢s a la realidad que a la moral particular", confiesa un joven boticario en los aleda?os de la calle Serrano que prefiere ocultar su identidad "por la clientela y los amiguetes del Opus. Ya sabe..." A ¨¦l, personalmente, le parece "indecente" que sus colegas puedan hacer acto de f¨¦ en este tema y, respecto a los usuarios intransigentes, "?que se vayan a comprar a las farmacias del Vaticano!". Los de su aristocr¨¢tico barrio, no obstante le vienen a comprar unas 750 cajas de preservativos al mes.Hay opiniones para todos los gustos. Una clientela femen:Ina rondando los 60 se divide en un despacho de la calle Alcal¨¢. "Pues est¨¢ bien ?no?. Los chicos tienen derecho a comprar condones.". Una anciana en desacuerdo masculla entre dientes indignada. Se va sin la bacinilla que quer¨ªa adquirir. Mientras, el farmac¨¦utico se encoge de hombros y sonr¨ªe. "Las cosas no van a cambiar. ?Que hagamos qu¨¦ a las puertas del siglo XXI?", pregunta.
La mayor¨ªa de los profesionales tiene claro que con una receta en las manos no pueden negarse a dispensar p¨ªldoras anticonceptivas. Se reservan la opini¨®n en el caso de condones o barreras mec¨¢nicas -diafragmas y dispositivos intrauterinos- a la concepci¨®n, aunque delatan con el gesto lo absurdo de una negativa. Seg¨²n sus propias declaraciones, cada vez son m¨¢s las mujeres, de cualquier edad, que se acercan a las farmacias para comprar ellas mismas preservativos.
En pleno barrio de Salamanca el titular de la farmacia se parapeta tras el mancebo: "Yo por norma no hago declaraciones a la prensa". Insiste de camino a su peque?a oficina, "por norma; por norma", se oye a lo lejos el mon¨®logo.
Jeringuillas desechables
Para un farmac¨¦utico del castizo Chamber¨ª, la norma es la obligaci¨®n en el tema de los preservativos. "Que le voy a contestar, pues que no tengo m¨¢s remedio. Adem¨¢s si el gobierno los regala, ?por qu¨¦ no los voy a vender yo", razona.
El Papa les conmina a anteponer la moral a los negocios. "Ah, si. Entonces tambi¨¦n dejo de vender jeringuillas desechables a todos los drogadictos que vienen diariamente a por ellas". Se cuestiona si moralmente puede hacerlo con el sida al acecho y sobre todo es consciente de que si lo hiciera le romper¨ªan el local "a pedradas".
A este boticario, de guardia ayer, la campa?a vaticana le parec¨ªa, en resumen, "absurda y desfasada". Mira por donde, la clienta no ven¨ªa a comprar preservativos pero desafi¨® un "me los va a dar. ?Esto es el colmo!", a?adi¨® militante la compradora que ya hab¨ªa dejado atras la veintena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.