Con la vejez a la intemperie
Una mujer de 81 a?os contrajo una bronquitis despu¨¦s de pasar una noche al aire libre por la falta de personal en el asilo en el que reside
Ser viejo en Madrid sigue siendo un tr¨¢mite triste y pesado, aunque en esta ocasi¨®n los problemas derivados de la atenci¨®n a ancianos no hayan tenido otra consecuencia que una noche a la intemperie y una bronquitis. Ana Ba?¨®n Herr¨¢enz, de 81 a?os, sali¨® a cenar con unos amigos el domingo d¨ªa 8 de noviembre y cuando volvi¨® se encontr¨® con que el problema de falta de personal la iba a obligar a pasar la noche (desde medianoche hasta las siete de la ma?ana del lunes) a la intemperie, sentada en una silla del jard¨ªn y atemorizada por la sombra de un gato. Dos horas estuvo pegada al timbre nocturno, pero nadie acudi¨® a abrir la puerta.
Ana vive en una residencia de la Comunidad de Madrid en Las Rozas desde su inauguraci¨®n, en 1979. Dice que la comida "es estupenda y los empleados cari?os¨ªsimos", pero que las instalaciones se han ido deteriorando y que cada vez "hay m¨¢s deficiencia de personal". "Antes hab¨ªa m¨¢s serenos y m¨¢s horas de m¨¦dico y ATS. La noche en la que yo me qued¨¦ en la calle muri¨® una anciana que s¨®lo pudo ser auxiliada por las cuidadoras porque no hab¨ªa ATS. Hoy me he podido levantar de la cama por primera vez, ya que cog¨ª una fuerte bronquitis", explica Ana Ba?¨®n, natural de V¨¦lez-Blanco (Almer¨ªa).
Amargura final
"Aqu¨ª vivimos 500 ancianos y, pese a lo que se piensa, la gente que est¨¢ esperando para morirse es cruel. Sobre todo los que ven c¨®mo sus hijos les dejan aqu¨ª con una bolsa y se van en sus cochazos", explica. Ana Ba?¨®n vive de una pensi¨®n de beneficiencia de la que le quedan, tras pagar a la residencia, unas 5.000 pesetas al mes.Pese a todo, la limpieza del centro es evidente y en los paneles se leen convocatorias para concursos de reposter¨ªa y parch¨ªs y rifas de televisores en color. "Vaya cosas, como si a los viejos nos interesaran las bobadas. En nuestra situaci¨®n cualquiera se pone a hacer un pastel", explica la anciana.
Elena V¨¢zquez, consejera de Integraci¨®n Social, se?al¨® ayer que que la residencia tiene un horario de cierre que hay que cumplir y a?adi¨® que los amigos de la anciana con los que sali¨® a cenar aquella noche deber¨ªan haberse asegurado de que la mujer entraba en la residencia o haberla ayudado a buscar un tel¨¦fono o acoger¨ªa en su casa "como har¨ªan con una madre". Otros ancianos han sufrido problemas similares pero no tan prolongados.
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