Tres meses de calor y de ansiedad en el Golfo
Los 'marines' reciben ¨¢nimos de Bush
JAVIER AYUSO, ENVIADO ESPECIAL, El D¨ªa de Acci¨®n de Gracias de 1990 ha sido triste para los 230.000 soldados norteamericanos que participan en la Operaci¨®n Escudo del Desierto y para sus familias. Ni la visita del presidente Bush ni el banquete ofrecido en todos los campamentos, ni los tres minutos de conferencia telef¨®nica con sus familias... Ni siquiera los mensajes patri¨®ticos de los mandos consiguieron alegrar a la tropa. Muchos llevan ya m¨¢s de tres meses en el golfo P¨¦rsico aguantando el calor y la arena del desierto, y sobre todo la ansiedad de estar lejos de casa.
Pero lo peor es que todos saben que les esperan otros tantos meses de guardia continua y, posiblemente, duras semanas de combate.Los mandos de las tropas norteamericanas se esfuerzan en decir una y otra vez que la moral est¨¢ por las nubes. Pero todos saben que no es cierto. Sus soldados son profesionales, est¨¢n perfectamente preparados y aguantar¨¢n la tensi¨®n de la espera y de la guerra (si la hay), pero su estado de ¨¢nimo no es, ni mucho menos, el ¨®ptimo. Cuando llegaron aqu¨ª les dijeron que todo ser¨ªa r¨¢pido. Guerra o paz en poco tiempo. Luego les informaron que Washington preparaba relevos para a?o nuevo.
Pero hace apenas dos semanas supieron que con la ¨²ltima decisi¨®n de enviar entre 150.000 y 200.000 nuevos soldados a la zona del conflicto el Pent¨¢gono cerraba las puertas a una posible rotaci¨®n. Todos tendr¨¢n que aguantar hasta el final.
Por eso los j¨®venes soldados norteamericanos no pod¨ªan disimular su tristeza a medida que se acercaba la celebraci¨®n del D¨ªa de Acci¨®n de Gracias.
Las risas y las bromas que rodearon los preparativos, la conmemoraci¨®n y la visita del presidente Bush y su esposa, B¨¢rbara, no eran m¨¢s que una reacci¨®n de euforia de toda la tropa ante la tensi¨®n contenida durante largas semanas de espera.
Pero una cosa son los sentimientos y otra muy distinta la fachada. Los soldados norteamericanos, y sobre todo sus mandos, se cuidan mucho de dar una imagen de alta moral y de gran profesionalidad ante los pol¨ªticos y los cientos de periodistas acreditados en la zona del conflicto. "Mis hombres est¨¢n deseando entrar en combate. Su moral es alt¨ªsima y saben que cuando esto empiece vamos a arrasar", comentaba un oficial de marines al explicar que su regimiento fue uno de los primeros en pisar suelo saud¨ª, durante la segunda quincena de agosto, y que est¨¢ perfectamente adiestrado y aclimatado para el combate.
Alta preparaci¨®n
La verdad es que preparaci¨®n no les falta. Desde que llegaron a la provincia oriental de Arabia Saud¨ª no han dejado de recibir instrucci¨®n y entrenarse para lo peor. Los soldados norteamericanos tuvieron que aguantar el sofocante calor de agosto y septiembre en pleno desierto, sin casi instalaciones, con una intendencia m¨ªnima y con la amenaza continua de entrar en combate en clara inferioridad de condiciones.
Pero las cosas fueron mejorando con el paso del tiempo. El agobio de caminar por el desierto con el traje antig¨¢s, a m¨¢s de 60 grados de temperatura, ya parece olvidado. Ahora hasta hace fresco por las noches y la m¨¢scara de protecci¨®n contra la guerra qu¨ªmica forma ya parte de su atuendo habitual.
Ya no necesitan beber 12 litros de agua al d¨ªa para prevenir posibles deshidrataciones, ni tienen tanta dificultad para conducir sus veh¨ªculos por las dunas. Adem¨¢s, la mayor¨ªa de los soldados vive hoy m¨¢s c¨®modamente, una vez que las viejas tiendas de campa?a fueron empaquetadas r¨¢pidamente al salir de Estados Unidos y sustituidas por nuevas viviendas de lona.
Los que tuvieron m¨¢s fortuna se alojan en barracones de madera, todos ellos provistos de aire acondicionado.
Pero a todos, sin excepci¨®n, les pesa el paso del tiempo. Adem¨¢s, la visita oficial de George y B¨¢rbara Bush a Arabla Saud¨ª ha servido para recordar los m¨¢s de 50 soldados norteamericanos fallecidos desde que comenz¨® el conflicto sin que se haya disparado un solo tiro, al margen de los que han encontrado la muerte en maniobras con fuego real.
Accidentes de aviaci¨®n, explosiones de motores, vuelcos de veh¨ªculos en el desierto... El despliegue y el adiestramiento se ha llevado por delante medio centenar de vidas en poco m¨¢s de tres meses. Un balance muy poco alentador: una muerte cada dos d¨ªas.
?nimo perdido
Los duros mar¨ªnes, los pilotos de mirada autosuficiente, los j¨®venes marineros, los sufridos artilleros o conductores de tanques, los aguerridos miembros de los cuerpos de intervenci¨®n inmediata, hasta los simp¨¢ticos soldados de la Intendencia norteamericana..., todos intentaron recobrar parte de los ¨¢nimos perdidos en esta larga traves¨ªa del desierto y olvidar a todos sus compa?eros muertos antes de entrar en combate. La visita del presidente Bush y todo su s¨¦quito es todo un s¨ªmbolo y un espaldarazo para los 230.000 hombres y mujeres que esperan que algo suceda en el Golfo.
Pero tambi¨¦n marca el principio de una nueva etapa en el desarrollo del conflicto. Los 33 d¨ªas que van desde el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias hasta la celebraci¨®n de la Navidad pueden ser peligrosos.
La guerra dial¨¦ctica y el continuo llegar de tropas a uno y otro lado no oculta a los soldados la verdadera situaci¨®n: a partir de ahora, cualquier d¨ªa puede estallar el conflicto.
Lo razonable es que todo siga en paz por lo menos hasta final de enero o principios de febrero. Pero las guerras no tienen reglas ni atienden a razones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.