Buscando el voto desesperadamente
Falta poco para que el proceso electoral concluya, y no es necesario esperar los resultados definitivos para darnos cuenta que ya se han producido un par de cosas sobre las que convendr¨ªa reflexionar.La primera es, qu¨¦ duda cabe, que los resultados parciales confirman la hegemon¨ªa de UGT y Comisiones Obreras. Ambos sindicatos pueden alzarse con el 85% de los delegados electos. No est¨¢ nada mal.
Mapa sindical
El mapa sindical de nuestro pa¨ªs parece definitivamente consolidado. Hegemon¨ªa de UGT y CC OO a nivel nacional, reparto de la hegemon¨ªa con los sindicatos nacionalistas en sus zonas de influencia, presencia residual de alg¨²n sindicato de empresa o subsector y cuasi desaparici¨®n (salvo Administraci¨®n P¨²blica) de los restantes proyectos sindicales. Y a m¨ª todo esto no me parece mal; pues a menor bulto mayor claridad, y que me perdonen los alternativos.
Muy bien, se hacen realidad las previsiones de v¨ªsperas y no hay nada que objetar, pero hay algo m¨¢s. Lo que estamos diciendo supone que millones de trabajadores han votado a la Uni¨®n General de Trabajadores y a Comisiones Obreras supone contar con miles y miles de delegados. Supone en definitiva una representatividad, m¨¢s que suficiente en mi opini¨®n, que ser¨ªa bueno que sirviese para templar las cr¨ªticas de aquellos a¨²n empecinados en negar la representatividad de estos sindicatos.
La segunda cosa, tan importante como la anterior, es que las actuales normas electorales no sirven, hay que cambiarlas. Confunden y perjudican. No son s¨®lo confusas, sino tambi¨¦n da?inas.
Lo primero que salta a la vista es que con un solo voto se producen tres resultados y no uno solo: se escogen delegados de personal y comit¨¦s de empresa, se adquiere legitimaci¨®n para negociar los convenios de ¨¢mbito superior a la empresa, y se conquista, por ¨²ltimo, la presencia institucional de los sindicatos; su participaci¨®n en los distintos organismos p¨²blicos. Es, pongamos por caso, como si el ciudadano con un solo voto escogiera alcaldes, senadores, diputados y presidentes de comunidad. Un voto, en verdad, polivalente.
No creo que esto tenga f¨¢cil arreglo, pero el problema est¨¢ ah¨ª, y no es malo que al menos seamos conscientes de su existencia.
Tres elementos
Otro problema, ciertamente m¨¢s grave, es que las actuales normas electorales reproducen en clave sindical el discurso pol¨ªtico, y no s¨®lo lo reproducen, sino que lo hacen en tono menor.
Nacen as¨ª unas elecciones pol¨ªtico-sindicales de andar por casa, desparramadas en el tiempo y con garant¨ªas insuficientes. Y fruto de todo ello son tres elementos distorsionantes de no peque?a importancia. Los sindicatos participantes al ocupar espacio electoral se convierten desde la parrilla de salida en adversarios, en contrincantes -cuando no en enemigos pol¨ªticos- La ausencia de los riguros¨ªsimos controles formales de toda elecci¨®n pol¨ªtica permite a cualquiera y en cualquier momento hablar de irregularidades. Y si a esto a?adimos que se est¨¢ votando durante 90 d¨ªas, nos encontramos sencillamente ante una situaci¨®n conflictiva elevada a la nonag¨¦sima potencia . Miren ustedes, a los 30 d¨ªas la Irregularidad se convierte en fraude, a los 60 en atraco a mano armada y a los 90 en algo tan lamentable como el uso del preservativo sin autorizaci¨®n por escrito del padre espiritual. En fin, un desastre.
Todo esto es bastante m¨¢s grave de lo que parece, porque en nuestro pa¨ªs empresas de seis, de 10, de 15 trabajadores hay centenares de miles. Y a ver c¨®mo se forman all¨ª las mesas electorales, c¨®mo se garantiza la virginidad de las urnas (?pero qu¨¦ urnas?), c¨®mo se protege la confidencialidad del voto... Es imposible. Es un reino aparte; un reino que corre el peligro de convertirse en para¨ªso de mu?idores y truhanes.
Es evidente que hay que defender la participaci¨®n electoral de todo el mundo, trabaje en la empresa que trabaje; nadie discute la bondad del voto; es obvio que la ¨²nica legitimaci¨®n a los sindicatos les viene desde abajo y todos conocen la trascendental importancia de los sindicatos en ese inmenso y atomizado magma de la peque?a empresa.
Todas estas teor¨ªas est¨¢n muy bien, y son necesariamente defendibles, pero, como dir¨ªa Charcot, Ias teor¨ªas est¨¢n muy bien pero no impiden que los hechos existan". Y los hechos en el presente caso parecen querer anunciar una extra?a incompatibilidad entre las peque?as empresas y el sistema electoral existente en la actualidad.
Enfrentamientos
Y tambi¨¦n aqu¨ª, desgraciadamente, el problema carece de soluci¨®n sencilla.
Pero a lo que ¨ªbamos. En mi opini¨®n, como les dec¨ªa, el actual enfrentamiento sindical es una consecuencia inherente al sistema electoral; la responsabilidad, por tanto, es normativa no sindical. Y las consecuencias de esta pugna, de este interminable rosario de acusaciones, no es que a nadie favorezcan, sino que a todos perjudican. De ah¨ª su nocividad.
Es obvio, y no merece ni comentarios, que para los sindicatos esta situaci¨®n es perniciosa. Les debilita; se convierten en interlocutores m¨¢s d¨¦biles -gracias a su enfrentamiento-, y en sujetos sociales menos cre¨ªbles -gracias a sus acusaciones mutuas- Pero lo que es menos obvio, y exige por tanto una defensa m¨¢s articulada, es que esto es malo para todos y no s¨®lo para los sindicatos.
Yo creo que ya no es necesario explicar que para que un pa¨ªs funcione, para que goce de buena salud, tiene que tener fuertes partidos pol¨ªticos, fuertes patronales y sindicatos fuertes. Tampoco quiz¨¢s a estas alturas sea preciso explicar que los sindicatos son instituciones esencialmente vertebradoras, y que si de algo carece nuestra sociedad es justamente de vertebraci¨®n.
Y si ¨¦stas son las premisas la conclusi¨®n es clara. En s¨ªntesis: todo lo que debilita a los sindicatos debilita tambi¨¦n a la sociedad, y afecta, por ende, a todos los ciudadanos, trabajadores o no, afiliados a un sindicato o sin afiliar.
Si hemos dicho que la causa de esta debilidad radicaba en un enfrentamiento desmedido; en una sarta, a menudo insensata, de acusaciones, y que esto a su vez era una consecuencia natural, propia, del sistema electoral vigente -ajena a la voluntad de los participantes-, la conclusi¨®n definitiva se me antoja facilita: las normas electorales deben ser modificadas. Y cuanto antes mejor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.